Desde cocinar para soldados en La Isleta, hasta preparar platos para niños en una guardería. Mercedes Sosa ha trabajado en servicios de hostelería desde muy joven; ahora, a sus 53 años, ha decidido abrir su propio negocio. En el bar-cafetería Nervosa suma a la cocina otra de sus debilidades: la comedia de televisión Frasier. De uno de los escenarios de cartón piedra de la serie toma nombre el local.

Todo lo que sabe Sosa sobre comida se lo debe a su madre, natural de Andalucía. "Siempre he estado entre fogones y calderos porque mi madre era jefa de cocina. Eso me hizo aficionada al buen comer y sobre todo a cocinar". Abrió su primer restaurante a los 30 años, pero decidió abandonar cuando se quedó embarazada de su hijo. "Mi prioridad".

Cuando años después regresó a los fogones lo que la apartó de ellos fue un accidente de tráfico. ¿Mala suerte? No del todo. Precisamente descubrió el local en el que abrió el Nervosa un día que salía de rehabilitación. "Vi el cartel de traspaso, entré y me encantó", recuerda.

Sosa cuenta que consiguió poner en pie el negocio gracias a la ayuda de una buena amiga. "Ella me animó e incluso me prestó el dinero para los primeros gastos. No había pensando nunca en montar nada, pero de repente una serie de factores se pusieron a mi favor y tuve el pálpito de que iba a salir bien. Ya se sabe: quien no arriesga, no gana", sostiene.

La inversión a la que ha tenido que hacer frente para poner en marcha el local fue de 10.000 euros "aproximadamente". Y es ella es la que se encarga de todo, "desde la cocina hasta la lim- pieza", aunque reconoce que su hijo la ayuda con las labores que requieren fuerza física, en el tema de las cuentas y en el ámbito informático.

Sosa se confiesa "amante de los bocadillos". Por ello Nervosa ofrece una amplia variedad que, como ella misma se encarga de apuntar, "no son los típicos". Hay bocatas de pringá (carne del cocido andaluz -pollo, morcilla, chorizo y tocino- triturada), de albóndigas, hamburguesas, de lomo con pimientos fritos... "Los suelo hacer con el pan káiser -panecillos redondos con pepitas de sésamo-", recalca. Asimismo, la repostería también es casera y los zumos naturales, como el de pera, melón, papaya o el de tuno indio.

Sin embargo, lo que más destaca en el Nervosa, y que empiezan a ganar fama, son sus desayunos. "Los servimos en una pequeña bandeja donde se incluye un zumo y de tres a cuatro tostadas que, dependiendo del día, pueden ser de queso tierno con mermelada casera, de jamón serrano, de tortilla de papas o de calabacines salteados con bacon". El precio: 2,50 euros. "Es una especie de plato combinado, pero para desayunar", subraya.

Lo mejor de emprender un negocio de este tipo es, dice, "la satisfacción personal que sientes al ver que la gente te mira con respeto por atreverte a empezar tu propio proyecto en los tiempos que corren".

Y recalca otro aspecto: "No sentirte limitada por un jefe que te diga qué debes cocinar o no". Y es que a Sosa le encanta experimentar. Ella es la primera en probar los platos antes de servirlos al público. "La calidad depende mucho de la forma y el cariño con el que cocines y mi cabeza es un bombardero de ideas", explica.

Desde que abrió Nervosa a mediados del pasado mes de julio, la respuesta del público ha ido mejorando y su clientela aumentando.

El objetivo, subraya, es que la cafetería alcance el encanto del de la serie Frasier. "Existe en Seattle, Toronto, Washington y ahora, en Gran Canaria", bro- mea Sosa.

Empresa: Nervosa

Localización: Calle Perojo, 32

Actividad: Bar - cafetería que dispone de una amplia variedad de bocadillos y comidas caseras. Los desayunos se sirven acompañados de un zumo natural. Con música de blues y jazz para ambientar el local.