El Servicio de Urología del Hospital San José incorpora nuevas tecnologías y enfoques terapéuticos para dar el tratamiento más adecuado y ajustado a las patologías urológicas de sus pacientes. En el caso de las infecciones del aparato urinario, promueve el uso de terapias preventivas, una vez resueltas las infecciones, para que éstas no se repitan, evitar complicaciones y ayudar a prevenir la resistencia a los antibióticos

Un problema que afecta a hombres y mujeres

Las infecciones del aparato urinario aquejan tanto a hombres como a mujeres durante todas las etapas de su vida, si bien la prevalencia es menor en el caso de los hombres.

La cistitis o inflamación de la vejiga, debida a colonización bacteriana, es la más infección más frecuente entre el género femenino: se calcula que una de cada tres mujeres antes de los 24 años y, la mitad de las mujeres del mundo a lo largo de su vida, vivirán al menos un episodio de cistitis.

Causadas en su mayoría por la bacteria Escherichia coli (E. Coli), un patógeno que vive en el intestino de forma habitual y que forma parte de la flora intestinal, las infecciones urinarias, según la clasificación de las guías de práctica clínica europeas, se dividen en ‘no complicadas’ y ‘complicadas’.

Las infecciones urinarias no complicadas son aquellas que afectan mayoritariamente al tracto urinario inferior, es decir, a la vejiga y la uretra de mujeres que sufren síntomas agudos y esporádicos pero que no están expuestas a factores de riesgo, tales como embarazo, anomalías funcionales o anatómicas del aparato urinario o enfermedades asociadas, que puedan aumentar sus probabilidades de padecer infecciones complicadas. Estas últimas, las infecciones consideradas complicadas, se asocian más a hombres, mujeres embarazadas, personas con anomalías del tracto urinario, portadores de catéteres urinarios, pacientes con enfermedades renales o que comprometan su sistema inmune como, por ejemplo, la diabetes.

Tratamiento antibiótico: indicado según el caso, y no siempre

A pesar de los conocidos beneficios del uso de los antibióticos para el tratamiento de infecciones bacterianas, el abuso y mal uso de estos medicamentos ha contribuido al grave incremento de la resistencia antibiótica de las bacterias uropatógenas. La resistencia antibiótica representa un serio problema mundial de salud pública y se calcula que, en Europa, según los datos publicados por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades en 2019, origina cerca de 33.000 muertes al año. Por esta razón, se han incorporado programas de uso racional de antibióticos tanto en el ámbito profesional como entre la población en general.

Bacteriuria asintomática

En el caso de la bacteriuria asintomática, un trastorno caracterizado por la presencia de bacterias en la orina en cantidades superiores a las normales pero sin síntomas asociados, no suele requerirse tratamiento antibiótico y algunos estudios han demostrado, incluso, que la presencia de estas bacterias puede ser un factor protector frente al desarrollo de una infección sintomática. No obstante, siempre, ante la existencia de estos microorganismos, es imprescindible realizar una historia médica individualizada que permita descartar por completo su importancia clínica o que, por el contrario, ayude a identificar determinados factores de riesgo que puedan favorecer el desarrollo de una infección complicada.

Se estima que hasta un cinco por ciento de mujeres premenopáusicas pueden presentar bacteriuria asintomática. Este porcentaje aumenta en el caso de las mujeres posmenopáusicas y de los hombres en general. Asimismo, puede darse entre un 20 y un 27 por ciento de pacientes con diabetes, y hasta en un 10 por ciento de mujeres embarazadas. También, en pacientes mayores institucionalizados −alojados en residencias o en centros geriátricos−, o entre los que acuden de forma regular a alguna institución de salud, pueden encontrarse bacterias en la orina hasta en un 50 por ciento de los casos. Por su parte, la presencia de estas bacterias en la orina un hombre joven, sin síntomas, es poco habitual y, en este caso, se debería pensar en una prostatitis bacteriana crónica. 

En otras circunstancias frecuentes, como el padecimiento de diabetes, será el propio control de la enfermedad el que determine la importancia o no de la presencia de bacterias en la orina. Se ha demostrado que, en pacientes bien controlados, no es necesario realizar análisis frecuentes en busca de bacterias y que, en el caso de encontrarlas de forma casual, tampoco es preciso aplicar un tratamiento antibiótico. Esta misma situación es extrapolable a pacientes portadores de catéteres urinarios, como sondas uretrales, o con cirugía vesical o derivaciones urinarias. El adecuado control y seguimiento de estos pacientes es un factor protector frente a potenciales infecciones urinarias.

En estos tiempos de pandemia y, en particular, en el caso de los pacientes mayores institucionalizados, los estudios demuestran que la búsqueda activa y el tratamiento de la bacteriuria asintomática, no están recomendados. Solamente, la aparición de síntomas, muchos de ellos atípicos o poco comunes, como el deterioro del estado de conciencia, periodos más frecuentes de desorientación o manifestación de incontinencia urinaria, deben obligar a la realización de un estudio específico de infección de orina y, en su caso, a la prescripción del tratamiento antibiótico.

Infección sintomática

Los síntomas que pueden presentarse en un cuadro de infección del tracto urinario inferior incluyen el aumento de la frecuencia urinaria, la urgencia miccional, el escozor al orinar o la sensación de no vaciar completamente la vejiga. En algunos casos, la infección puede cursar con dolor en la zona baja del vientre y, en los hombres, con dolor en el periné (zona comprendida entre los testículos y el ano), al defecar e, incluso, en la cara interna de los muslos. La intensidad de los síntomas, asociados a malestar general y fiebre, debe hacernos pensar en una infección importante, lo que requiere de una valoración médica urgente.

Ante este cuadro clínico, el urólogo puede tomar la decisión de prescribir un antibiótico de forma empírica si los síntomas son claros o, en caso contrario, recomendar la toma de un urocultivo antes de iniciar el tratamiento antibiótico. Esta prueba analítica sencilla, útil también en situaciones atípicas, ante síntomas poco habituales, o en el caso de mujeres embarazadas, requiere la toma de una muestra de la primera orina de la mañana, tras haber realizado un lavado genital y descartado la primera parte de la micción.

Las cistitis en los hombres son consideradas infecciones complicadas puesto que, habitualmente, afectan al tejido prostático (prostatitis aguda), lo que hace necesario un tratamiento antibiótico que penetre en este órgano, de entre siete y diez días de duración. La prueba analítica recomendada en este caso es el Test de Mears y Stamey, consistente en la recolección de tres muestras de orina y una de semen.

Infección recurrente

Las infecciones urinarias recurrentes, complicadas o no complicadas, son aquellas que, en un año, se presentan tres o más veces, o que se repiten dos veces en un periodo de seis meses. En los cuadros recurrentes, es de vital importancia realizar una historia clínica pormenorizada para identificar los factores de riesgo que pueden perpetuar la presencia de bacterias en la orina, la inflamación subsecuente y, por lo tanto, los síntomas en el paciente.

En el caso de las mujeres, la presencia de cistocele o prolapso de la vejiga a través de la vagina; la incontinencia urinaria; la sequedad vaginal secundaria a la atrofia vaginal por falta de las hormonas sexuales; el estreñimiento o factores relacionados con la actividad sexual, entre otros, son trastornos frecuentes que deben orientarla a controlar la situación o a solicitar diagnóstico médico previo.

Recomendaciones y tratamientos no antibióticos

Como se ha explicado, la identificación de factores que puedan favorecer el desarrollo de infecciones debe ser el primer eslabón del tratamiento. Pero, además, en la actualidad, contamos con formulaciones en este campo terapéutico que incluyen un amplio arsenal de medicamentos no antibióticos como, por ejemplo, los concentrados de arándanos, los probióticos, tratamientos para mejorar el estado de la vagina e, incluso, la inmunoprofilaxis con vacunas.

Todas estas terapias están orientadas a evitar el uso del tratamiento antibiótico y a encontrar una fórmula que permita controlar los factores que aumentan la susceptibilidad y, con ello, a evitar la recurrencia de las infecciones.

Innovación tecnológica del Servicio de Urología

Dentro de los estudios indicados para pacientes que presentan infecciones urinarias recurrentes, se encuentran la ecografía de abdomen y pelvis, la cistoscopia, la flujometría, el estudio urodinámico o la tomografía axial computarizada entre otros.

El Servicio de Urología del Hospital San José, compuesto por un equipo de urólogos de reconocido prestigio, cuenta con la tecnología más innovadora que le permite atender a sus pacientes de forma individualizada y personalizada, y ofrecerles la mejor opción de tratamiento.

Hospital San José

Servicio de Urología

Dra. Diana Mejía y Dr. Diego Laverde

C/ Padre Cueto, 26. Las Palmas de Gran Canaria.

Cita previa: 928 26 37 20