L a medicina ha experimentado en las últimas décadas un avance de tal calibre que ha permitido que las personas vivan más y mejor que nunca, lo que constituye uno de los grandes hitos de la historia. La aparición de diferentes vacunas contra la covid-19 en menos de un año es una prueba de la enorme capacidad innovadora y talento del sector biofarmacéutico, aunque esta rapidez se debe a unas circunstancias tan excepcionales como una pandemia. Habitualmente, el proceso de investigación y desarrollo de nuevos medicamentos implica un periodo de 10 a 12 años, no exento de obstáculos y que requiere un gran esfuerzo por parte de la industria. 

De hecho, tal y como se refleja en el informe Ten years on. Measuring the return from pharmaceutical innovation 2019 de la consultora Deloitte, menos de un 10% de los compuestos en fase de desarrollo que logran alcanzar la última fase –los ensayos clínicos con humanos para probar su eficacia y seguridad– llega a convertirse en un fármaco disponible para médicos y pacientes. De estos, solamente tres de cada diez generarán ingresos que superen los costes medios de I+D, según este estudio que radiografía doce compañías farmacéuticas líderes de todo el mundo. Esto significa que el retorno esperado de la inversión en I+D de nuevos medicamentos para los laboratorios farmacéuticos se sitúa en apenas un 1,8%, el registro histórico más bajo de la última década.

ESPERANZA Aunque más costosos de lograr, los nuevos medicamentos son más eficaces

Este incremento del coste de investigación de un nuevo medicamento se debe a diferentes factores según Jorge Bagán, socio responsable de la Industria de Life Science and Healthcare de Deloitte: “La mayor sofisticación de los nuevos fármacos en busca de una mayor eficacia en las patologías objetivo, así como el progresivo incremento de medicamentos biológicos con un particular y más complejo proceso de I+D”. A ello le suma otro motivo, como es “la mayor exigencia regulatoria en términos de seguridad y eficacia de los nuevos medicamentos”, asegura.

Es según Jorge Bagán, socio responsable de la Industria de Life Science and Healthcare de Deloitte: “La mayor sofisticación de los nuevos fármacos en busca de una mayor eficacia en las patologías objetivo, así como el progresivo incremento de medicamentos biológicos con un particular y más complejo proceso de I+D”. A ello le suma otro motivo, como es “la mayor exigencia regulatoria en términos de seguridad y eficacia de los nuevos medicamentos”, asegura.

Evolución del retorno de la inversión en I+D farmacéutica

Es decir, la medicina evoluciona hacia una mayor personalización, lo que significa que los nuevos medicamentos tienen cada vez una mayor precisión, pero sirven para un menor número de pacientes. “En la última década, el número de medicamentos de precisión comercializados ha crecido un 50% de media anual y se espera que en los próximos años más de la mitad de los fármacos en desarrollo responderá a este concepto”, remarca el informe de Deloitte.

Esto implica más esfuerzo y coste para los laboratorios, pero también mejores resultados y la posibilidad de tratar con eficacia cada vez más patologías. “La medicina de precisión aumentará la eficacia del tratamiento, ya que identifica previamente a los pacientes que responderán adecuadamente a cada terapia, mejorando los niveles de efectividad en comparación con los fármacos convencionales, que van dirigidos a poblaciones grandes y diversas”, asegura Pedro Luis Sánchez, director del Departamento de Estudios de Farmaindustria.

AFINAR LA EFICACIA 

Actualmente existen 7.000 fármacos en investigación, pero la probabilidad de que un fármaco que está en la primera fase clínica de investigación llegue a comercializarse es solo del 9,6%. “En el 2010 esta cifra era del 12%, lo que demuestra las dificultades cada vez más grandes que afronta la industria durante todo el proceso de investigación y desarrollo de los medicamentos”, añade Sánchez. Algo que es consecuencia directa de esa evolución hacia una medicina más personalizada: “Muchos de los productos que se comercializan hoy no se dirigen a grandes masas de población, sino que son de nicho y van a pocos pacientes. Esto significa que los laboratorios tienen que afinar mucho más la eficiencia de su I+D”.

 Sea como sea, la apuesta por la innovación sigue siendo la razón de ser de la industria farmacéutica. Por ello, aseguran que sus mayores esfuerzos e inversiones se dedicarán a desarrollar nuevos medicamentos que permitan mejorar la salud y la calidad de vida de las personas.