El manantial ígneo de Canarias

En las profundidades de las Islas duerme un inmenso potencial geotérmico que podría suplir parte de la demanda eléctrica del Archipiélago. Sin embargo, a día de hoy, sigue sin aprovecharse

El manantial ígneo de Canarias

El manantial ígneo de Canarias / LP/DLP

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Las entrañas de Canarias arden con el calor del magma caliente y la incandescente roca volcánica. Bajo cada una de las islas duerme un corazón caliente que, si bien antaño solo sirvió para moldear la geografía isleña con destructivas erupciones, hoy se convierte en una oportunidad para impulsar la transición energética y reducir la dependencia de las Islas del exterior. Pese a su gran potencial geotérmico, Canarias sigue sin aprovechar del todo el calor que emana de la tierra en su beneficio. Entre los motivos se encuentran los vaivenes políticos, el alto coste de las prospecciones o la incertidumbre sobre el lugar adecuado para pinchar la tierra en busca de agua o vapor caliente. Hoy, los fondos europeos le dan una nueva oportunidad al Archipiélago para revertir los años perdidos en desarrollar todo el potencial calorífico de Canarias.

El Ministerio para la Transición Ecológica lleva varios años concediendo ayudas, a través del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), para apoyar estudios que permitan conocer el recurso geotérmico en el territorio nacional. Esto ha permitido a algunas empresas pugnar por esta concesión y conseguir fondos para empezar esas prospecciones. Repsol es quien ha conseguido la concesión para explorar la geotermia en Gran Canaria (2021) y Tenerife (2022). Este impulso del Gobierno estatal permitirá al Archipiélago avanzar, pero parte de una gran desventaja con respecto a otros lugares de similares características. Porque si bien en los últimos años han proliferado instalaciones de energía geotérmica de muy baja entalpía o somera –que aprovecha el calor almacenado en el subsuelo para producir energía térmica para calefacción o climatización–, está a años luz en lo que se refiere a la geotermia de media y alta entalpía o geotermia profunda, aquella que se utiliza para generar electricidad.

«Ha perdido muchas oportunidades», resume Rayco Marrero, investigador del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC). Y es que, aunque el potencial geotérmico de las Islas se empezó a estudiar en la década de los 70, a día de hoy se desconoce si todo ese potencial es viable o no.

El calor de los volcanes –y de la tierra en general– se ha estado aprovechando desde principios del siglo pasado en todo el mundo. En especial desde que en 1904 se consiguió aprovechar el vapor geotérmico para mover turbinas y así producir electricidad en la zona de Larderello, la Toscana (Italia). La geotermia empezó entonces a ganar relevancia en todo el planeta y alcanzó su punto álgido en la década de los 70, auspiciada por la grave crisis del petróleo que sufría todo el planeta.

Regiones como California y países como Japón instalaron sus centrales geotérmicas y demostraron la calidad y las oportunidades energéticas que se abrían al potenciar la geotermia. Los Gobiernos de Portugal y España, conscientes del potencial para desarrollar esta energía limpia, barata y controlable en archipiélagos volcánicamente activos –como Azores y Canarias–, se pusieron en marcha para buscar reservorios que se pudieran explotar. Desde entonces, gracias a la intensa exploración del terreno, cientos de trabajos y algún que otro sondeo, se tiene constancia de que ambos archipiélagos eran idóneos para desarrollar la geotermia profunda. Sin embargo, mientras Azores cuenta a día de hoy con tres centrales geotérmicas distribuidas entre San Miguel y Terceira; Canarias no tiene ninguna.

Según la Estrategia de la geotermia de Canarias, editado por la Consejería de Transición Ecológica y Lucha contra el Cambio Climático, son Tenerife, La Palma, Gran Canaria y Lanzarote las islas con más posibilidades para aprovechar el calor que irradia del suelo volcánico. «En Tenerife, La Palma y Gran Canaria se han identificado zonas, a través de técnicas superficiales, donde pueden existir reservorios profundos de fluido a temperaturas por encima de los 90ºC», explica Marrero. En Lanzarote se hizo un único sondeo en 1977 que alcanzó los 2.700 metros de profundidad. «El problema de esta isla es que, según las investigaciones realizadas, no hay magma enfriándose bajo la superficie, solo hay rocas calientes secas», resalta el investigador. No obstante, ese calor también se puede aprovechar, aunque de una manera diferente.

A tenor de los resultados iniciales obtenidos durante años de investigación, las islas más prometedoras para lanzarse a la búsqueda de un reservorio de fluido caliente –que puede ser agua en estado líquido o gaseoso– son Tenerife y La Palma.

La reciente erupción en La Palma ha puesto de manifiesto algo que ya se conocía: bajo la Isla existe un latente volcanismo cuyo calor natural se puede aprovechar. De hecho, es la dorsal de Cumbre Vieja – donde emergió el Tajogaite– la zona de mayor interés, puesto que también se cree que es en esta zona donde confluyen los flujos de agua subterránea. En el lugar se han medido los gases que desprende y han utilizado técnicas para ver la isla por dentro, pero no han hecho ningún sondeo. El informe de Transición Ecológica concluye que se requiere una mejora de la resolución de los recursos geotérmicos en la isla a través de estudios geoquímicos y geofísicos, así como sondeos magnetotelúricos para definir la posición exacta. Pero esta incertidumbre tan alta resulta para muchos, un hándicap para su explotación.

«Es increíble que, a estas alturas, no sepamos si este recurso natural en la isla es viable para la geotermia», alega Antonio Cabrera, portavoz de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético en La Palma, que asegura que a la isla se le ha «abandonado» con respecto a esta búsqueda incansable del calor de la tierra. «Solo se han hecho estudios puntuales de carácter científico», resalta Cabrera, que los tilda estos esfuerzos de necesarios pero «insuficientes». «Los estudios llegan hasta donde llega la financiación, esto es una cuestión de política», insiste.

Las exploraciones científicas en Tenerife comienzan en los años 50, aunque la primera exploración geofísica y geoquímica no se realiza hasta 1985. Desde entonces y hasta el momento, todos los estudios realizados en la isla han corroborado su «gran potencial» para desarrollar la geotermia. Las zonas con mayor interés son Vilaflor, la zona de Arenas Negras y el entorno de Las Cañadas. Sin embargo, este último «al tratarse de un Parque Nacional y un Espacio Protegido no es tan viable», resalta Rayco Marrero.

En Tenerife se ha realizado hasta el momento un solo sondeos de investigación. Se llevó a cabo en la zona de Santiago del Teide entre 1990 y 1993. Un pinchazo que alcanzó los 1.060 metros de profundidad pero cuyos resultados, en realidad, fueron menos espectaculares de lo que se esperaba. Los investigadores no encontraron lo que buscaban. En parte, porque perforaron en un lugar donde la roca circundante infiltraba demasiada agua de lluvia. El terreno estaba más frío de lo esperado y «no fue hasta los últimos 160 metros cuando encontraron un gradiente térmico interesante», relata Marrero

Durante todo el primer kilómetro, la temperatura no pasó de los 48ºC y, sin embargo, un poco más abajo la tierra empezaba a calentarse a un ritmo de 94ºC por cada kilómetro. «Pero ahí pararon», rememora Marrero. Por los testimonios de los investigadores que se encontraban en esa campaña, se sabe que los instrumentos utilizados no podían llegar más lejos. Ese sondeo para conocer la viabilidad geotérmica del terreno fue el último que se realizó en Canarias.

Canarias lleva más de 30 años sin perforar su suelo en busca del Santo Grial de las energías renovables. Para los investigadores este abrupto parón, sin embargo, no está relacionado directamente con una falta posterior de interés por la geotermia ni con los poco exitosos resultados de los sondeos; si no con el dinero.

El coste de una única perforación es absurdamente elevado. Según los datos proporcionados por Transición Ecológica, se requiere al menos 10 millones de euros para hacer un único sondeo en Tenerife o La Palma; 8 millones si es en Gran Canaria. Como se obliga a las empresas concesionarias a realizar un mínimo de tres sondeos por isla, se debe invertir un mínimo de 30 millones de euros por isla para conocer la viabilidad energética de sus ardientes entrañas.

Haciendo cuentas, el coste inicial mínimo para instalar geotermia en una isla (incluida la perforación y la construcción de una central), puede ascender a casi de 60 millones de euros. Esta circunstancia convierte a los sondeos en una «inversión de alto riesgo» que no todas las empresas (públicas o privadas) tienen capacidad ni están dispuestas a llevar a cabo.

Pese a estos altos costes iniciales, los científicos insisten en que todo ese capital se puede recuperar a medio plazo si se da con esa Meca de la geotermia. Porque esta energía no solo puede redundar en la factura de la luz de los canarios, como señala Rayco Marrero, también redunda en el gasto en las arcas públicas. El Archipiélago, gran dependiente de la importación de hidrocarburos, podrá comprar menos. «Por eso, cualquier inversión en geotermia, si se confirma finalmente que es viable su explotación, se traduce en un ahorro del dinero del erario público», insiste el investigador del IGME.

Varias buenas razones

El ahorro y la autosuficiencia energética son dos de las razones que más se esgrimen a la hora de promover la exploración de la energía geotérmica en Canarias, pero no son sus únicas bondades de este potencial natural del suelo volcánico. La geotermia es un elemento clave en el proceso de descarbonización de Canarias. Así queda reflejado en el Plan de Transición Energética de Canarias que establece la meta de instalar entre 30 y 60 megavatios de energía geotérmica de media y alta entalpía de aquí a 2040, para ayudar a reducir a cero las emisiones netas del Archipiélago.

Pero además, los investigadores creen que puede llegar a ser «la energía de base de Canarias porque, al contrario que otras energías renovables como las que dependen del sol y el viento, tienen la ventaja de que puedes disponer de ellos durante 24 horas, los 365 días del año», recalca Marrero que advierte que también se puede modular dependiendo de las necesidades energéticas de la población. Además, la energía geotérmica no se agota. «Podemos llegar a considerarla infinita», recalca Rayco Marrero, dado que se debe «reinyectar» continuamente el fluido que se extrae.

Ahora es la empresa Repsol Exploración la encargada de dar esos primeros pasos para conocer la viabilidad de la energía geotérmica profunda en Canarias. La Consejería de Industria del Gobierno de Canarias concedió el año pasado dos permisos de exploración para investigar las posibilidades energéticas del subsuelo de Tenerife. Un permiso que se une al otorgado para Gran Canaria en 2021.

El primero de los permisos de explotación de Tenerife se denomina «Isora» y ocupa un total de 630 cuadrículas mineras, abarcando terrenos de los municipios de Santiago del Teide, Guía de Isora y Adeje. El segundo es «Tajao» que abarca un total de 576 cuadrículas mineras de los municipios de Granadilla de Abona y Arico.

La concesión «Lisa», en Gran Canaria, consta de 1.386 cuadrículas mineras en terrenos de siete términos municipales de la isla: La Aldea de San Nicolás, Tejeda, Mogán, San Bartolomé de Tirajana, Santa Lucía de Tirajana, Agüimes e Ingenio.

La próxima concesión pendiente de entregar se encuentra en La Palma. Sin embargo, hay quien se muestra escéptico a que esta exploración se realice a través de una empresa privada. «Nos preocupa que en La Palma este recurso pueda pasar a manos de una multinacional», resalta Cabrera, que advierte que no sería «justo» para los afectados del volcán. Para el portavoz de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético en La Palma, este tipo de trabajos deberían ser públicos o, al menos, disponer parte de la gestión y el control de la explotación. «Es una energía que puede generar riqueza y empleo a nivel local y nos preocupa que no vaya finalmente por ahí», insiste.

El calor de la superficie

Aunque hoy en día no existen plantas de geotermia que aprovechen las altas temperaturas del interior de la tierra, Canarias no ha desaprovechado del todo la energía que se almacena en el interior de la Tierra. En lo que se conoce como energía geotérmica de muy baja entalpía o geotermia somera el Archipiélago ha tenido resultados, y muy buenos.

A diferencia del calor terrestre que se extrae de pozos profundos de la tierra (a al menos 1.000 metros de profundidad), este tipo de energía se encuentra mucho más cerca de la superficie y está a mucha menor temperatura (apenas basta con 18 o 20ºC). Muchas veces solo requiere agua más caliente o más fría que la temperatura ambiente para poder realizar ese intercambio térmico. Algo que se suele encontrar en los acuíferos o en el propio mar.

«Su extracción se basa en la misma idea que la geotermia profunda, pero en el caso de la somera se utiliza el fluido de manera directa y no se produce electricidad aunque sí energía térmica, es decir, calor», explica Alejandro García-Gil, geólogo del IGME-CSIC. En Canarias el turismo es el sector que más ha apostado por invertir en este tipo de energía al comprobar «el ahorro» que supone en la factura de la luz.

La usan los hoteles para climatizar piscinas, los centros comerciales para crear un ambiente apacible en el interior de los edificios y los parques acuáticos para mantener el agua a una temperatura adecuada para sus visitantes. «Es un foco térmico ideal, porque es estable», resalta García-Gil. Canarias cuenta con al menos cuarenta y cinco instalaciones geotérmicas de baja entalpía en complejos hoteleros distribuidos entre Gran Canaria, Tenerife y Lanzarote, siendo esta última el lugar en el que más instalaciones hay.

El aprovechamiento de esta energía es similar al de la geotermia profunda. Se busca un fluido que esté más frío o más caliente que el ambiente para, posteriormente, llevar hasta el edificio y así climatizar sus instalaciones. «En Canarias se utilizan pozos antiguos que han quedado abandonados o están infrautilizados», explica García-Gil. Son acuíferos que están tan cerca del mar que, muchas veces, son imposibles de utilizar porque en ellos se produce intrusión de agua salina. «Normalmente se utiliza para regar pero a veces ni eso», explica. El agua, una vez utilizada, regresa al acuífero para que se vuelva a calentar y así procurar que el proceso de utilización sea «infinito».

El investigador del IGME, junto a un grupo de científicos de la Universidad de La Laguna (ULL), está llevando a cabo el proyecto Sage4Can, un amplio estudio multidisciplinar que quiere dar cuenta del potencial geológico e hidrogeológico de todas las Islas. «Queremos cartografiar el terreno para hacer simulaciones de su potencial térmico somero», indica. De esta manera, confía en que las administraciones y las empresas «conozcan» los recursos que están disponibles para su explotación.

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