OPINIÓN

Divorcio gris

El aumento de la esperanza de vida, una mayor independencia económica o la realización personal entre las mujeres y hombres mayores de 50 años se suman al resto de motivos habituales que provocan un divorcio

Tamara de la Rosa

¡Toda una tendencia! Cuando hablamos de ‘divorcio gris’ nos referimos a la separación sentimental de personas que pasan los 50 años y que peinan canas, por así decirlo. El gris de las canas es lo que ha servido para que lo denominen ‘divorcio gris’.

Los motivos para que a partir de esa edad se produzca una ruptura son en realidad muy parecidos a los que provocarían cualquier otra disolución de pareja, desde una infidelidad hasta un cambio en las prioridades pasando por la falta de comunicación, incumplimiento de expectativas, pérdida de confianza en la otra persona, rutina, desgaste de la relación... A esto le sumamos el aumento de la esperanza de vida (en la década de los 50 del siglo XX una persona vivía hasta los 60 años y un siglo antes, apenas llegaba a los 40). Otro motivo importante que ha hecho que los divorcios aumenten en estas edades es una mayor independencia económica que tiempo atrás (sobre todo en las mujeres) y la búsqueda de la realización personal. Antes, la decisión de separarse la tomaba más el hombre. Hoy en día son muchas las mujeres que apuestan por acabar con una relación en donde no son felices a pesar de haber intentado hallar una solución.

A nivel psicológico hay algo más: la jubilación. En muchas ocasiones, este momento tan deseado por tantísimas personas supone un reto a nivel de pareja porque se ven obligados a cambiar el ritmo y adaptarse a otro estilo de vida que exige un reajuste también a nivel de pareja. Pasa como cuando nos vamos de vacaciones con nuestra pareja y durante el resto del año solo nos vemos para cenar, dormir y fines de semana. Al pasar más tiempo juntos y no tener los espacios a los que están acostumbrados aumentan los roces y discusiones. Si la relación está mantenida por buenos pilares, pasa. Si los pilares tambalean, es muy común que las vacaciones sean el detonante de muchas separaciones. De hecho, en consulta somos muchos los psicólogos los que notamos cómo aumenta la demanda de pacientes para tratar sintomatologías derivadas de una ruptura sentimental como, por ejemplo, ansiedad, depresión, sentimiento de culpa...

Aunque no siempre sucede así, el divorcio puede suponer una experiencia muy traumática para la pareja y la familia que la rodea. Normalmente es una decisión dura y difícil de tomar. Pero cuando se trata de un ‘divorcio gris’ suele ser más complicado y doloroso. Muchos lo viven como un fracaso personal y una pérdida de tiempo de vida.

Otros sienten que su vida ha perdido el sentido. Piensan que son incapaces de empezar de cero, de crear un círculo de amistades nuevas, de rehacer sus vidas con otras personas. Aparece el miedo a la soledad. Y es que en realidad es duro aceptar que ese castillo que un día decidieron ir construyendo con ilusión, ladrillo a ladrillo, se derrumbe. Sin embargo, en muchos casos es la mejor solución que existe para la salud emocional de quienes formaban ese matrimonio. Ya no nos casamos para toda la vida. Nos casamos hasta que dejamos de ser felices como pareja.

En mi consulta veo pacientes que viven un 'divorcio gris'; suele ser personas que se han amado mucho y durante tiempo evolucionaron a la par, pero llegan a un punto donde los caminos se separan. El divorcio no es una tragedia

El ser humano, a través de sus experiencias y modo de vida, va evolucionando mentalmente. Me parece maravilloso, interesantísimo, admirable y envidiable cómo muchas parejas, cómo seres individuales, pueden evolucionar a la par durante toda una vida sin llegar a la incompatibilidad. Unas llegan y otras no.

En mi consulta veo muchos pacientes que están viviendo un ‘divorcio gris’ y normalmente son personas que se han amado mucho y que durante bastante tiempo evolucionaron a la par pero llegaron a un punto donde los caminos se fueron separando. Cambios de prioridades, aburrimiento y ansia por cambio de estilo de vida, entre otros motivos.

En consulta, con estos casos, trabajamos la parte cognitiva y la conductual. Abordamos cambios de hábitos (al fin y al cabo tienen que empezar a construir una vida diferente), la búsqueda de ilusiones nuevas, técnicas y habilidades para conocer a gente nueva o ampliar círculo. En muchas ocasiones se trata de personas que comparten amistades y prefieren dejar de compartirlas, o parejas que han vivido toda una vida única y exclusivamente para su familia y, de repente, se ven sin saber que hacer ni con quién; o se sienten desubicadas con sus amistades de siempre ya que están en etapas diferentes. También se debe trabajar la percepción del divorcio con la que muchos se auto-sabotean.

No olvides que un ‘divorcio gris’ puede ser la oportunidad de seguir viviendo con ilusión y entusiasmo si la relación de pareja que vives deja de merecer la pena. Asimismo, divorciarse, después de tantos años, no significa haber perdido el tiempo. Durante una época fuiste feliz y creaste una historia. Que un personaje desaparezca no quiere decir que tu historia finalice.

También debes tener en cuenta que un divorcio no es un fracaso. Fracaso sería mantener una situación donde ya no eres feliz a pesar de haberlo intentado. Divorciarte es darte la oportunidad de volver a ser feliz. Incluso para el que no toma la decisión. Nadie merece que alguien permanezca a su lado sin ser feliz por, simplemente, miedo a empezar de cero. La decisión de un ‘divorcio gris’, además, es de valientes porque tomar esa vía de separarte de una persona con la que has compartido mucho tiempo pero con la que ya no eres feliz significa elegirse.

Ahora tienes más tiempo libre. Aprende a dedicártelo a ti y a hacer todo aquello que siempre te ha llamado la atención pero que en su momento decidiste no hacerlo por preferir estar más tiempo con tu pareja.

Como mencioné anteriormente, entre los detonantes del ‘divorcio gris’ destacan, por ejemplo, que con la jubilación la pareja pasa a compartir más tiempo juntos y, en muchos casos, las manías e incompatibilidades se hacen notar. Es cierto también que necesitamos tiempo para nosotros y nuestro propio espacio, pero en el equilibrio siempre está la excelencia. Tenemos que tener en cuenta que las relaciones son como una plantita que si no se riega, se seca. Cuando viven vidas paralelas, acaban convirtiéndose en compañeros de piso más que una pareja enamorada.

Por último, aunque tener muchas discusiones es un claro signo de que las cosas no van bien, el hecho de no tener casi ninguna puede también ser señal de que ya no les importa nada arreglar los problemas de pareja.

El divorcio no es una tragedia. Tragedia es un matrimonio infeliz.

www.tamaradelarosapsicologa.com

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