Entrevista | Pascual Calabuig Miranda Biólogo y veterinario especializado en fauna silvestre

Pascual Calabuig Miranda: «La Ley de Protección Animal protege más a los gatos que a la fauna amenazada»

Si hay un rostro en Canarias vinculado a la protección de la fauna es el de Pascual Calabuig Miranda, Biólogo por la Universidad de La Laguna y Veterinario por la Facultad de Córdoba, especializado en fauna silvestre. Ejerce desde 1987 en el centro de Recuperación de Tafira, del Cabildo de Gran Canaria.

Pascual Calabuig Miranda junto a un ave en el centro de protección animal de Gran Canaria.

Pascual Calabuig Miranda junto a un ave en el centro de protección animal de Gran Canaria. / ANDRÉS CRUZ

Miguel Ayala

Miguel Ayala

Las Palmas de Gran Canaria

Águilas marinas (Haliaeetus sp.) y Pardelas del Jable (Puffinus holeae) y del Malpaís (Puffinus olsoni); Ostrero Canario (Haematopus meadewaldoi); ratas gigantes de Tenerife (Canaryomis bravoi) y Gran Canaria (Canaryomis tamaranae); lagartos gigantes de la Palma (Gallotia auaritae); foca monje o león marino (Monachus monachus)... Canarias ha perdido a lo largo de los años especies de mamíferos, aves y reptiles autóctonos o, cuanto menos, presentes de forma habitual en las Islas. ¿Fueron animales significativos de nuestra historia?

De algunas de las especies extintas citadas, como la pardela del jable o las ratas gigantes, solo disponemos de conocimiento a través de restos palenteológicos.

Otras, como el águila pescadora o el guirre, han desparecido de algunas islas donde resultaban abundantes, pero aún perviven, a duras penas, en otras.

En Gran Canaria, por ejemplo, existen muchas referencias toponímicas que recuerdan la existencia de nidos de águila pescadora en la costa, el guincho. O las guirreras en barrancos del interior. Es lo único que nos queda de su otrora riqueza faunística de lo que me meciona.

¿Algunos desaparecieron hace 2.000 años, como Ratón del Malpaís (Malpaisomys insularis) de Lanzarote y Fuerteventura; 500, como es el caso del Lagarto gigante de la Palma (Gallotia auaritae) aunque se cree que pueden existir ejemplares aún en la Isla, pero otros, como el Ostrero Canario (Haematopus meadewaldoi), se extinguieron hace relativamente poco. ¿Se ha tratado en Canarias con la importancia que merece la protección de nuestra fauna?

Sobre la protección de la fauna, en el papel y las leyes, sí que se ha tratado bien a la protección de nuestro medio animal.

Otra cuestión es la realidad del día a día, donde los intereses crematísticos casi siempre triunfan sobre la intención de la conservación del territorio y la protección de las especies amenazadas. Podríamos citar centenares de ejemplos.

¿Cuándo comienza a existir una conciencia real y medidas efectivas para salvaguardar a nuestras especies endémicas?

Creo que un punto de inflexión lo constituyó la promulgación de la Ley 4/1989 de Conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres.

¿Qué fue más dañino para nuestra fauna desaparecida: las especies invasoras o la mano del hombre?

El humano es lo más dañino pues también es responsable de la introducción, accidental o intencionada de las especies invasoras. Accidentalmente se introdujeron ratas y ratones que ocasionan terrible daño a la fauna insular donde nunca habían existido.

Para solucionarlo se introdujo al gato que es el depredador por excelencia en ambientes insulares y responsable de la extinción de varias especies de aves marinas como los paíños y petreles en algunas islas y, también, de los lagartos gigantes de La Gomera, El Hierro y Teno, en la isla de Tenerife. ¡Gatitos son seres maravillosos, pero en casita, por favor! En el exterior, el daño y sufrimiento que ocasionan sobre la fauna silvestre es terrible. Y lo peor es que ahora, con la aprobación de la nueva Ley de Protección Animal, parecen estar más protegidos los gatos que la propia fauna amenazada de extinción.

Es algo que estimo habrá que corregir y cambiar esa Ley, cuanto antes mejor. Nunca tuvo el consenso de los expertos en naturaleza de nuestro país y no se tuvieron en cuenta sus razonamientos científicos.

¿Está claro que la protección de especies animales –y también de flora– pasa por una legislación efectiva. ¿Ha sido difícil que nuestros políticos entendieran la importancia de activar dichas medidas? La pregunta va un poco en relación a la anterior porque durante mucho tiempo, bajo el barniz del desarrollo económico, en el Archipiélago nos hemos llevado por delante diversos hábitats.

La legislación española, en mi opinión y en ese sentido, resulta ejemplar. Otra cuestión es que, en la práctica, cada vez que surge un interés, urbanístico o de cualquier otro tipo, relacionado siempre con ganancias económicas a corto plazo, lleguen las rebajas y se incumplan. La capacidad e inventiva para sortear esas leyes, tanto por particulares como por Ayuntamientos, Cabildos o el propio Gobierno de Canarias, cuando surgen intereses, resulta alucinante. Y cuando, no pues se cambia la Ley.

Recuerdo por ejemplo el tema del Puerto de Granadilla donde la presencia de cebadales, declarados protegidos en la zona donde iban a construirlo, lo dificultaba. Pues cambiaron la Ley a toda prisa y aquí paz y en el cielo gloria. Al final ya hemos visto para qué ha servido esa obra faraónica. Donde el intenso viento dificulta el atraque normal de los barcos para los que, aparentemente, se diseñó.

¿Qué sienten profesionales como usted cuando aún buena parte de la sociedad critica que tal o cual proyecto urbanístico e incluso la posible limitación en determinadas zonas del tráfico marítimo se vaya a paralizar «porque existen allí cuatro bichos»? A día de hoy sigue siendo un argumento bastante común.

Concretamente con la cuestión del tráfico marítimo y las altísimas velocidades que alcanzan hoy en día los fast ferries, sentimos mucha tristeza cada vez que asistimos a un atropello de ballenas o cachalotes Comprobar la gravedad de las colisiones y el sufrimiento infringido a maravillosos gigantes del mar, que habitan en nuestras aguas desde muchísimo antes de que el humano ocupara nuestras islas, sencillamente dan ganas de llorar. La mayoría de esas colisiones podrían evitarse reduciendo la velocidad cuando esos barcos rápidos transitan por las zonas más sensibles que son perfectamente conocidas como, por ejemplo, determinadas zonas del canal entre Gran Canaria y Tenerife o entre esta isla y La Gomera. Ello supondría prolongar el trayecto entre cinco y diez minutos. Algo que muchos creemos sería completamente asumible por el pasaje. Pero, en la guerra comercial establecida, la velocidad es lo que importa. Y no se trata de cuatro bichos pues, solo en lo que vamos de siglo XXI, ya se contabilizan unas ochenta colisiones con cetáceos.

¿En qué cree que hemos fallado para continuar considerando en Canarias más importante la riqueza que presuntamente aporta un nuevo complejo hotelero o un nuevo puerto a la que supone contar en las Islas con especies animales cuya presencia, además, es exclusiva de nuestro territorio?

Cuando existe mucha incultura y no existe el necesario amor y respeto a la tierra donde vivimos y en general impera tremendo egoísmo donde la mayoría de la gente sólo cuida su propia parcela, considerando el resto del territorio como un trastero donde cabe todo, pues ocurren cosas como las que vemos en la actualidad.

Cuando viajas en avión a otros lugares de España, igualmente turísticos como Canarias, ya sea Islas Baleares, Cantabria, País Vasco, etc, ya antes de aterrizar, y observas el territorio que sobrevuelas, pueden captarse muchas cosas sobre la gente que vive en ese lugar. Cuando vuelves a tu tierra, por ejemplo a Gran Canaria, y observas lo que se ha hecho con el territorio pues resulta descorazonador ver cómo hemos tratado nuestra isla.

Cuántos plásticos, escombreras y todo un rosario de basuras nos dan la bienvenida. Ahí está la clave, no cuidamos nuestro idílico lugar y luego no nos queda más remedio que vivir, cada vez más, del turismo. Y no es cuestión de los políticos, no. Es nuestra gente la que es así de insensible y ya han normalizado esta basura.

¿Opina que las nuevas generaciones son más sensibles a estos asuntos?

Por un lado, hay un sector, cada vez más sensibilizado, pero creo que son muchísimos más los jóvenes que ni se plantean todo esto. Solo tienes que ver cómo quedan nuestras playas o campos tras una fiesta o evento multitudinario. Me resulta incomprensible y lo que realmente subyace es mucha incultura y una total falta de sensibilidad. Creo que vamos para atrás.

¿Cuál es en la actualidad la situación de la fauna canaria en peligro o serio riesgo de extinción? ¿Hay en particular algún caso cuya pervivencia considere que se debe abordar de manera urgente?

La situación de las diferentes especies es muy diversa incluso por islas. Es una pregunta muy compleja de contestar.

Detecto un problema gravísimo con las especies amenazadas de extinción o vulnerables que requieren de Planes de Recuperación que o bien están caducados y no se renuevan con la prontitud necesaria o bien ni siquiera disponen del preceptivo Plan. Sin ese documento los Cabildos que deben gestionar el territorio y las tareas de conservación están atados de pies y manos.

Son incontables los casos de planes caducados y así a bote pronto se me vienen a la memoria los del guirre, la hubara, los lagartos gigantes de El Hierro o de La Gomera, el pinzón azul de Gran Canaria y la lista sería agotadora. Otras especies, muy amenazadas también, ni siquiera han dispuesto hasta la fecha de tan imprescindible documento que exige la actual Ley de Biodiversidad como pueden ser por ejemplo el cuervo canario o nuestro drago de Gran Canaria, el Dracaena tamaranae, que tras más de veinte años de haber sido descubierto y con solo unos setenta ejemplares en el medio natural espera todavía por un Plan de actuación que ayude a su precaria conservación.

Estimo que por ahí tenemos un muy serio problema, sobre todo si, desde la propia Administración responsable, se paralizan proyectos que ejecutan algunos Cabildos por, precisamente, no disponer de Plan, tal y como nos ocurre actualmente con el pinzón azul de Gran Canaria.

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