Enfoques | Opinión

Dicen que Canarias es urbanísticamente fea

Siempre han existido áreas de nuestras ciudades insulares que no hemos aceptado con orgullo como parte de nuestro tejido urbano

Adefesios arquitectónicos de Lanzarote y el ejemplo de La Geria

Soraya Déniz

Jin Taira

Profesor en el departamento de Arte, Ciudad y Territorio de la ULPGC

¿Es Canarias urbanísticamente fea? Así lo parece refrendar la nueva versión ilustrada del ensayo España fea, el caos urbano, el mayor fracaso de la democracia del periodista Andrés Rubio que reeditó en 2024, con la colaboración de destacados fotógrafos/as en 275 imágenes que recogen el impacto de la práctica urbanística en todo el territorio español y sus consecuencias en pueblos, en el extrarradio urbano, en sus costas desreguladas para el desarrollo turístico, en el progresivo avance de la gentrificación, o en la emergencia espontánea de edificaciones descuidadas con su entorno.

Como si fuera el preludio de un desastre anunciado, cuando el libro se editó en 2022, el autor declararía a Europa Press que “el ejemplo de la Comunitat Valenciana ha sido terrible, con todos esos casos de malas prácticas que hemos leído en los periódicos más los que nunca saldrán a la luz. El flaco consuelo es que otras comunidades, como Galicia o Canarias, también están en los primeros puestos de la lista. Y, en general, puede decirse que todas las comunidades autónomas han participado en el proceso destructivo desde que la Constitución de 1978 les otorgó las competencias en urbanismo”. Ahora Rubio afirma que «Las islas están colmatadas y deben fiar el progreso en la deconstrucción».

Pero si hablamos de un “urbanismo feo” es que existe un “urbanismo bello”, y por tanto una gran gama de matices que es preciso matizar, pues una mirada escorada sobre nuestro entorno urbanístico conduce a una lectura unidimensional que simplifica en exceso un urbanismo insular que responde a diferentes necesidades y/o aspiraciones socioeconómicas. Y es que lo que ayer era visto como una aberración hoy puede leerse como algo pintoresco, lo que considerábamos un desastre hoy puede apreciarse como una oportunidad, lo que ayer era feo en el paisaje se puede valorar a día de hoy bajo un prisma objetivo de adaptación al sistema ecológico en el que se posiciona.

Ilustración sobre el urbanismo en Canarias

Ilustración sobre el urbanismo en Canarias / Adae Santana

Movimiento Ciudad Bella

A finales del siglo XIX surgió en Estados Unidos el movimiento City Beautiful (o Ciudad Bella), liderado por arquitectos, paisajistas que defendían que el diseño no podía estar separado de las necesidades sociales y que debería aportar compromiso y orgullo cívico. El movimiento surgiría como reacción a la ciudad industrializada, atractora del éxodo rural, congestionada, sucia, insegura y en ojos de los nuevo urbanitas, fea.

El City Beautiful ganaría notoriedad con la propuesta de la propuesta de la “Ciudad Blanca” planificada por el arquitecto Daniel H. Burham para la Exposición Mundial Colombina en Chicago de 1983. El diseño de la laguna y los espacios verdes fueron resueltos por el paisajista Frederick Law Omstead, uno de los autores del proyecto de Central Park (1957) de Nueva York. Para este proyecto, Burham coordinó un proyecto holístico en el que se prestaba atención a la coordinación exquisita de todos los aspectos de esta ciudad efímera, esto es, las grandes avenidas, los parques y los edificios dotacionales. 

Constante transformación

Pero la ciudad es un sistema complejo, en constante proceso de transformación. Se construye en espacio y tiempo, en líneas históricas discontinuas, proponiendo polos de centralidad de intensidad variable que crecen y/o desaparecen para emerger imprevisiblemente en otros escenarios de especulación de consecuencias previsibles. El resultado de la ciudad percibida es un palimpsesto de voluntades en el territorio en el que confluyen necesidades objetivas y oportunidades. Frente al germen histórico urbano surgen lógicas perimetrales o periféricas con diferentes grados de planificación y diseño, que constituyen un territorio collage más o menos sensible a su disposición relativa.

Estructuras indeseadas o consideradas la otra ciudad, cuando son producto de la necesidad social; o suelos urbanos que son fruto de una ambición desmedida frente a la fragilidad de un paisaje que es preciso respetar. Espacios informales, seriados, excesivos, desproporcionados y de naturaleza caprichosa que constituyen un irregular collage urbano que inducen a su atribución antiestética o indecorosa cuando no deshonesta. Una taxonomía improvisada de parches cuyo resultado físico distorsiona el paisaje en el que se posicionan, espacios intermedios con lógicas ajenas al territorio, cuyo impacto es más sensible en un “archipiélago atlántico y volcánico, cercano al continente africano, con una extraordinaria variedad de ecosistemas terrestres y marinos, la ciudadanía sensible, tanto entre los habitantes de las islas como entre los visitantes habituales.” (Rubio, 2024).

Adefesios arquitectónicos de Fuerteventura

Soraya Déniz

Bocetando una taxonomía de la fealdad

Siempre han existido áreas de nuestras ciudades insulares que no hemos aceptado con orgullo como parte de nuestro tejido urbano. Al tiempo que se consolida la ciudad histórica, noble, religiosa y administrativa, como modelo de urbanismo colonial hacia América, surgen en su periferia las áreas improvisadas y espontáneas, que han ido acogiendo paulatinamente a las familias atraídas por las oportunidades que ofrecía la urbe frente al entorno rural. Lugares sin planificar, la ciudad informal que se aferra a lugares de difícil acceso y de gran riesgo, en lomas, barrancos o riscos. La topografía cristalizada sin planificación, sin diseño, es la ciudad informal. 

En el extrarradio desde la década de los cincuenta y sesenta, surgirían las nuevas barriadas sociales de respuesta seriada de bloques vivienda para dar respuesta a un déficit alojativo carente de los preceptivos espacios libres o necesarios equipamientos y dotaciones. Lugares aislados, inseguros mal, conectados al centro, no atendidos por las administraciones locales, donde se produce una brecha social y económica. Arquitecturas homogéneas, repetitivas, carentes de ornato, funcionales, eficientes como la máquina de habitar que propugnaba el arquitecto Le Corbusier. Ideas de modernidad para una ciudad asequible tras el periodo de guerras del s. XX, malinterpretadas en nuestro territorio por voluntades especulativas, es la ciudad seriada.

Casi al mismo tiempo, desde mediados de los cincuenta surge la oportunidad de un cambio de paradigma urbano de la mano del turismo, dando lugar a una ocupación frenética del litoral, en propuestas de hoteles y apartamentos que recibían luz verde tapizando la majestuosidad de su orografía escarpada volcánica. La presión costera, más allá del incumplimiento de la Ley de Costas, continúa provocando problemas de contaminación y subida del nivel del mar provocados por el cambio climático, tal y como se recoge en el estudio “Crisis a toda Costa 2024” de Green Peace. Una ciudad amenazada, sobreexplotada, es la ciudad costera turística.

Desde la década de los setenta y ochenta se producen nuevos modelos urbanos en forma de promociones que buscan la mayor rentabilidad especulativa, como son las soluciones en torres o de bloques lineales en altura. Soluciones que signan el paisaje, desfigurándolo con gestos de hormigón armado en cuencas de alta visibilidad en la entrada de los núcleos urbanos y que sin embargo abandonaron el cuidado del desarrollo de sus espacios libres y zonas verdes. Una ciudad especulativa, desarraigada, la ciudad de las torres.

Ante la falta de una normativa estética específica o la falta de rigor administrativo por su incumplimiento, surge una ciudad desfigurada en formas, colores, publicidad, artefactos, una ciudad circense donde todo es posible. Una ciudad descuidada, la ciudad del delirio.

Ilustración sobre el urbanismo feo de Canarias.

Ilustración sobre el urbanismo feo de Canarias. / Adae Santana

De lo feo, lo imperfecto y la oportunidad

En una entrevista con el arquitecto y urbanista Rem Koolhaas, en relación de un edificio que el entrevistador consideraba feo, aquel manifestó que la “fealdad tiene el derecho de existir, […] El Panteón de Roma, por ejemplo. ¿No es extraordinario? Si se habla de belleza, se obtienen respuestas aburridas, pero si se habla de fealdad, las cosas se ponen interesantes”. El arquitecto Japones Kazuhiro Kojima (1958-2016), discípulo del maestro Hiroshi Hara, visitó en 2012 la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Cuando cruzamos la Plaza Santa Catalina se sintió subyugado por la capacidad de condensar tal cantidad de personas y programas urbanos, un sistema con gran capacidad de transformación y opciones, más allá de sus valores estéticos.

En el siglo XVII los japoneses alcanzaron la quintaesencia de su idea estética, el wabi sabi, un concepto que viene a incidir en la imperfección como forma de belleza. Por tanto, podemos denostar nuestros errores o recuperarlos con el cuidado que se merece el espacio colectivo, el espacio urbano, el espacio de todos.

Territorio de oportunidad

Una ciudad “fea” o “imperfecta” es un territorio de oportunidad que puede recuperarse. Entendiendo la ciudad como una estructura compleja, mineral y orgánica que se posiciona en un espacio con sus claves ecológicas y que está en constante mutación. Un sistema de código abierto, cuyas decisiones tomadas, pueden revertirse, siempre y cuando exista una voluntad convergente reflexiva, política y empresarial.

Recorte de una entrevista a César Manrique.

Recorte de una entrevista a César Manrique. / LP / DLP

Andrés Rubio relata en su ensayo el activismo de César Manrique por la isla de Lanzarote en su alegato de la España Fea”en Canarias. Es cierto, que la isla, Reserva de la Biosfera, no puede permitirse la distorsión de su majestuoso paisaje. Y hay ocasiones que las personas, y solo estás pueden cambiar el curso de su devenir. El alcalde de San Bartolomé, Alexis Tejera (1982-2021) decidió tomar una decisión histórica y valiente sobre la zona industrial de Playa Honda, puerta de entrada a la isla de Lanzarote.

Sobre la base del estudio BIOCRIT promovido por la Reserva de la Biosfera del Cabildo de Lanzarote, y con el consenso de su empresariado, lideró con éxito en 2020 una apuesta por corregir con una normativa estética, una imagen de fachadas de colores y publicidad desproporcionada, y volver a los valores de silencio albino insular. Hoy podemos contemplar, al salir del aeropuerto César Manrique y cruzar la nueva fachada industrial, el resultado de su legado en el municipio de San Bartolomé, buscando la belleza de Lanzarote, buscando la España Bella.

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