Actitud: la clave que transforma el talento en éxito

Actitud: la clave que transforma el talento en éxito

Actitud: la clave que transforma el talento en éxito / LP/DLP

Elena Vela

En un mundo laboral en constante cambio, las habilidades técnicas y los títulos académicos han dejado de ser los únicos indicadores del éxito profesional. Aunque el nivel de formación sigue siendo relevante, la actitud de los empleados es un factor determinante que puede superar incluso a las competencias técnicas, lo cual tiene profundas implicaciones tanto para los candidatos como para los empleadores. Menos del 2% de las ofertas de empleo actuales requieren un máster como condición indispensable, según el Informe Oferta y Demanda de Empleo en España. Este dato refleja una tendencia hacia la desvalorización de los títulos académicos como único filtro para los procesos de selección. Si bien contar con formación avanzada puede abrir puertas, las empresas buscan algo más que credenciales en un currículum: buscan personas que puedan adaptarse, aportar y evolucionar dentro de sus equipos.

La actitud de un empleado es uno de los factores más apreciados por los empleadores, ya que la capacidad de trabajar en equipo, la proactividad, la adaptabilidad al cambio, el uso de nuevas tecnologías y la disposición para aprender son elementos que trascienden la formación formal y se convierten en diferenciadores clave. No se trata solo de obtener un empleo, sino de mantenerlo y crecer dentro de la organización. Una persona con habilidades técnicas sobresalientes, pero con una actitud negativa, puede convertirse en un obstáculo para la dinámica del equipo. Por el contrario, alguien con habilidades técnicas promedio, pero una actitud positiva y abierta, puede ser un catalizador del éxito.

Las empresas valoran especialmente a quienes toman la iniciativa para resolver problemas sin esperar instrucciones constantes. Esta proactividad, junto con la disposición para adaptarse a nuevas herramientas y entornos digitales, es fundamental en un contexto donde la tecnología redefine continuamente los procesos laborales. La resiliencia, otra cualidad clave, permite a los empleados enfrentar adversidades y encontrar oportunidades en medio de los desafíos. En un mercado laboral caracterizado por la incertidumbre, ser resiliente no es solo deseable, es indispensable.

La capacidad de colaborar eficazmente también es esencial en un entorno donde las estructuras jerárquicas están siendo reemplazadas por dinámicas más horizontales. Una actitud colaborativa no solo fomenta la armonía en el trabajo, sino que también impulsa la creatividad y la innovación, convirtiéndose en un activo imprescindible para cualquier organización. Aunque las competencias técnicas son necesarias para desempeñar funciones específicas, la actitud puede ser el factor decisivo en los procesos de selección. Muchas habilidades técnicas pueden adquirirse mediante formación interna, mientras que la actitud es intrínseca al individuo y más difícil de moldear. Los empleadores prefieren invertir en candidatos que muestren entusiasmo y compromiso, ya que estos suelen adaptarse mejor a los valores y objetivos de la empresa. Esto es especialmente relevante en roles de atención al cliente, donde una actitud empática puede ser más importante que el dominio técnico.

Para los candidatos, esta nueva realidad implica una reevaluación de cómo presentan sus habilidades y logros. Dar relevancia a experiencias donde se haya demostrado resiliencia, liderazgo o capacidad para aprender rápidamente puede ser tan valioso como destacar un título académico. En las entrevistas, los reclutadores evalúan la actitud a través de preguntas situacionales y ejemplos concretos, por lo que estar preparado para compartir historias que reflejen proactividad o superación de desafíos puede marcar la diferencia. Además, una actitud de aprendizaje constante permite a los candidatos actualizarse en competencias técnicas mientras desarrollan habilidades blandas, reforzando así la percepción de que son trabajadores comprometidos con su crecimiento.

Las empresas también deben adaptarse a esta nueva realidad redefiniendo sus procesos de selección y diseñando procesos que prioricen la evaluación de la actitud, como entrevistas basadas en valores o ejercicios prácticos. Fomentar una cultura organizacional donde la actitud positiva sea valorada y reconocida es fundamental para atraer y retener talento con los valores adecuados.

La pandemia aceleró cambios significativos en el entorno laboral, destacando aún más la importancia de la actitud. El teletrabajo, los desafíos emocionales y la incertidumbre pusieron a prueba la resiliencia y la adaptabilidad de los empleados. Aquellos que mantuvieron una actitud positiva y proactiva se destacaron como líderes naturales, independientemente de sus roles formales. En este nuevo contexto, las empresas valoran más que nunca la empatía, la colaboración y la capacidad para aprender rápidamente. La actitud ha pasado de ser un complemento deseable para convertirse en un requisito esencial.

En conclusión, la actitud es el motor que impulsa el éxito profesional, incluso en un mundo laboral donde las competencias técnicas y los títulos académicos todavía tienen peso. Las empresas están priorizando características como la proactividad, la resiliencia y la adaptabilidad en sus procesos de selección, lo cual significa que, para los candidatos, cultivar una actitud positiva no solo les ayudará a destacar, sino que también les permitirá crecer y prosperar en sus carreras. Para los empleadores, reconocer y fomentar estas actitudes puede ser la clave para construir equipos sólidos y preparados para afrontar los retos del futuro. En última instancia, la actitud es lo que transforma el talento en éxito. n

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