¿Estudiar un máster aumenta mis posibilidades de empleo?: La 'titulitis' pierde crédito en el mercado laboral canario

La formación de posgrado es una cualidad que aporta valor añadido al perfil, pero los reclutadores de talento priorizan la actitud y predisposición del trabajador antes que los estudios especializados

La 'titulitis' pierde crédito en el mercado laboral canario

La 'titulitis' pierde crédito en el mercado laboral canario / LP/DLP

El mérito académico se valora cada vez menos en Canarias. Un título de máster no es la receta infalible para alcanzar el éxito laboral ni un salario elevado. O al menos, el diploma tampoco supone el único ingrediente a tener en cuenta por los reclutadores de talento.

La cualificación por titulitis se alimenta de redes sociales del trabajo como Linkedin, pero arroja contrasentidos en las dinámicas internas de los procesos de selección de trabajadores, donde ya no solo basta con poseer un estudio de posgrado. Únicamente el 37% de las empresas que requiere universitarios en sus ofertas valora la posesión de una certificación de idiomas, título de máster o cualquier otro estudio superior realizado después del grado universitario, según valora un informe elaborado por Adecco, Spring Professional e Infoempleo.

La formación de posgrado, más que un requisito imprescindible, se ha convertido en un distintivo de especialización que, aunque puede aportar algo de valor al currículum, no garantiza un trabajo de ensueño. De hecho, los estudios de postgrado solo se incluyen como requisito indispensable en el 2% de las ofertas de empleo que se publican en plataformas de empleo como Adecco.

Un informe sobre la demanda de cualificaciones profesionales en la empresa canaria, elaborado por la CEOE Tenerife, el Gobierno de Canarias y SAO revela una realidad preocupante: el mercado laboral nacional presenta retos para quienes tienen estudios superiores, sobre todo al inicio de su carrera profesional. Pero en Canarias, la situación es aún más crítica. Una proporción más alta de graduados universitarios y de formación profesional no logran incorporarse al sistema de la Seguridad Social en sus primeros años. Estos perfiles no se absorben por la economía local, dejando a muchos jóvenes fuera del radar laboral.

¿A qué responden estas dificultades para la inserción laboral? En lugar de titulación, los reclutadores de talento y especialistas en relaciones laborales optan por competencias relacionadas con la actitud, es decir, la predisposición de una persona a realizar una tarea. Habilidades como el trabajo en equipo, la adaptación al cambio, la proactividad o la motivación, se postulan como las principales competencias "blandas" o soft skills, más demandadas en el mercado laboral.

Según defiende el director de Adecco Staffing en Canarias, Alejandro Pérez, las habilidades sociales parten desde una posición ventajosa frente a la formación, ya que "cuando una persona tiene estas competencias muy desarrolladas se adapta a la empresa independientemente de que tenga o no la formación o posgrados necesarios. Esas cuestiones se pueden ir adquiriendo".

De hecho, los expertos en selección de personal advierten que la actitud de los candidatos adquiere tal grado de relevancia en la contratación que en ocasiones eclipsa a la especialización formativa. Así lo explica el asesor laboral y graduado social J. Adalberto Luis Bethencourt: "Llegamos al punto en que algunos clientes me dicen: 'Con que el candidato tenga ganas de trabajar, me basta'".

Diferenciador, pero no decisivo

La formación de posgrado sigue siendo un elemento positivo y diferenciador, pero no decisivo cuando se aplica a un puesto vacante en una empresa. En esta línea, el director de Adecco Staffing en Canarias asegura que "si bien es cierto que cuanta mayor formación tenga una persona, mayor será la probabilidad de encontrar empleo, esto no significa que el candidato acabe necesariamente por encontrar trabajo".

Otro factor a valorar cuando se aspira a un puesto es la coherencia y la aptitud del currículum de acuerdo a la empresa. "En muchos casos nos encontramos con personas que poseen diferentes formaciones, en distintos campos sin alinear y que tampoco aportan a la empresa", apunta Pérez.

No es de extrañar que a aquellos estudiantes que finalizan su instrucción académica les acabe por llegar el San Martín del "¿Y ahora qué?". Y como parte de un órden lógico del estudiante, el grado se prorroga en algún máster o un trabajo discordante con su formación. Por ello, el profesor de Relaciones Laborales y Recursos Humanos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) Domingo Verano considera necesario el asesoramiento de un orientador profesional en las aulas. "Un máster te sirve cuando te aporta un conocimiento especializado en un área de trabajo en el que estés implicado", defiende.

El factor clave de la experiencia

Por otro lado, la experiencia laboral se erige como uno de los factores más determinantes a la hora de valorar a un candidato. La habilidad para desempeñar un trabajo no solo se basa en los conocimientos teóricos adquiridos en una formación académica, sino también en la capacidad para enfrentarse a situaciones reales, adaptarse a cambios y resolver problemas prácticos.

El asesor laboral de CE Consulting Canarias, Sebastián Páez, evidencia que la veteranía de un trabajador demuestra su dominio del oficio y su capacidad de adaptación a las dinámicas del mercado laboral. Esto lo convierte en un activo mucho más valioso que cualquier título, ya que la experiencia da cuenta de la aptitud y adaptabilidad del trabajador. "Hemos visto que lo que se busca no es un título en un máster específico. Buscamos la experiencia del profesional. Lo que más importa es que pueda desempeñar su trabajo de manera correcta y nosotros podamos verlo", advierte.

El Archipiélago cuenta con una oferta académica de posgrado que aglutina 89 másteres, distribuidos en diversas áreas como ciencias, humanidades y tecnología. Entre ellos, se distinguen los másteres habilitantes, esenciales para el ejercicio profesional en campos regulados por ley. Un ejemplo notable es el máster de Abogacía, que no solo es uno de los más relevantes en Canarias, sino que también registró el pasado año una tasa de inserción laboral del 43%, según datos del Instituto Canario de Estadística (ISTAC).

Frente a estos, los másteres de especialización se enfocan en perfeccionar habilidades en ámbitos específicos, proporcionando un valor añadido al currículum, aunque su impacto en la empleabilidad depende del sector y del prestigio de la institución que los imparte. Consultores especialistas en empleo como Sebastián Páez recalcan que la integración de los estudiantes de este tipo de programas en el mercado laboral depende en gran medida de las prácticas académicas, que actúan como un puente directo hacia el tejido productivo.

La evolución de esta oferta formativa se atribuye al crecimiento de un mercado laboral cada vez más digitalizado en las Islas Canarias. Al incrementar la demanda de titulaciones derivadas de universidades, aumenta de manera directa la competencia entre candidatos a un puesto. "Ya no es tan crítico como podía ser hace 20 años el tener una serie de conocimientos técnicos, que eran prácticamente imposibles de conseguir en el mercado laboral", recalca Pérez. Esto resulta en un mayor movimiento de los perfiles en diferentes empresas.

Los cambios observables en el empleo derivan en profesionales acordes a la "modernidad líquida", con experiencia laboral en diferentes empresas. La cultura empresarial o corporativa sitúa las habilidades sociales como uno de los cimientos de los equipos humanos, "mientras los mánagers mantienen una función relevante como gestores de equipo". En este tipo de cargos, cualidades como la empatía desempeñan un rol fundamental dentro de las directivas para mantener una plantilla sólida para evitar la fuga de talento a otras empresas.

En el entramado del mercado laboral isleño, la gran mayoría de vacantes ofertadas en empresas de trabajo están asociadas al sector servicios. "Las necesidades laborales van en consonancia a lo que la industria económica necesita", resume el director de Adecco en Canarias. A pesar de que existen escuelas de hostelería y centros educativos que ofertan ciclos formativos orientados a la restauración, los especialistas coinciden en que no hay coherencia entre la formación y la demanda de profesionales. "El número de plazas hoteleras sube sin descanso y faltan trabajadores que puedan recepcionar esa demanda", se quejan para defender que la enseñanza está desvinculada de la economía.

Aunque las universidades pueden actuar como trampolines hacia el mercado de trabajo, el rector de la Universidad Fernando Pessoa Canarias, Antonio Rodríguez, resalta que su papel va más allá de la simple empleabilidad. "El valor de un título universitario te aporta no solo competencias para el mundo laboral. No somos una agencia de colocación de empleo. Es verdad que un estudiante opta a una carrera universitaria para ejercer una profesión, pero por el camino adquiere otras habilidades, como por ejemplo labores investigadoras para la producción científica", apunta el rector.

Las aulas canarias producen graduados, pero el tejido productivo no sabe qué hacer con ellos. La formación universitaria y los másteres se acumulan en los currículos de miles de jóvenes, pero el mercado laboral no encuentra en ellos la llave para abrir las puertas del empleo. La promesa de un futuro brillante con un título en mano se desvanece cuando, al salir de las aulas, la inserción en el tejido productivo se convierte en una carrera de obstáculos.

El desajuste, lejos de solucionarse, alimenta el temor a la fuga de cerebros. Los jóvenes más preparados, al verse sin oportunidades reales, optan por buscar un futuro mejor más allá de las Islas. Un pez que se muerde la cola y mantiene a muchos atrapados en una espera incierta, mientras los empleadores buscan habilidades sociales que no se enseñan en las clases.

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