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Entrevista | Benito Cabrera Timplista

Benito Cabrera: «Es simplista decir que el timple se benefició del nacionalismo»

Intérprete de timple, divulgador cultural y autor de melodías y letras, interpretadas por diversos cantantes y grupos, el tinerfeño está ligado a múltiples proyectos

Benito Cabrera

Benito Cabrera

Miguel Ayala

Miguel Ayala

Las Palmas de Gran Canaria

Intérprete de timple, divulgador cultural y autor de melodías y letras, interpretadas por diversos cantantes y grupos, el tinerfeño ha actuado en las ciudades más importantes de España así como en 21 países en auditorios como el Teatro Comunale de Treviso, Konzetrhaus de Berlín, Majestic Theatre de San Antonio de Texas o Carnegie Hall de Nueva York. Autor de melodías, letras y canciones de gran calado popular, es responsable del texto del Himno de Canarias. Ha publicado varios libros y trabajos sobre música popular. Asimismo, trabaja eventualmente como conductor de programas de tv y documentales. De 2007 a 2020 fue director musical de Los Sabandeños. Hoy realiza proyectos y dirige la Casa-Museo del Timple de Teguise.

¿Cuándo se le plantea a la nueva generación de timplistas cuál es el principal motivo de que por fin se haya conseguido que nuestro instrumento tradicional ocupe el lugar que musicalmente merece, todos le mencionan a usted -y a Domingo El Colorao y el fallecido José Antonio Ramos- como herramienta imprescindible de esa recuperación. ¿Le genera presión esa consideración?

Un poco, sí, pero también es reconfortante que los compañeros de nuevas generaciones entendieran que siempre quisimos facilitarles el camino. Es muy hermoso compartir escenario y proyectos con jóvenes que no solo están haciendo un gran trabajo, sino que muestran una actitud proactiva y generosa.

Y sin salir de ese reconocimiento hacia su labor ¿a quiénes mencionaría entre las figuras anteriores a usted que batallaron para dar al timple visibilidad?

Fueron muchos. En el libro que escribí con Daniel Morales hicimos una relación de todos quienes abrieron el camino y la lista es más larga de lo que parece. Pero Totoyo Millares, Rojitas, Casimiro Camacho o Juan Valerón dejaron su gran huella en el camino del timple.

Aunque usted como músico desarrolla diversas actividades ¿cuánto le debe al timple su proyección profesional?

Obviamente, le debo mucho. Como guitarrista -por ejemplo- no hubiera llegado nunca a pisar escenarios como el Carnegie Hall de Nueva York o no habría sido solista con varias sinfónicas. La singularidad del instrumento y su escasa difusión es una debilidad aparente, pero puede convertirse en fortaleza por su originalidad.

¿Qué otros ‘palos’ artísticos completan su día a día?

Escribo, compongo y hago arreglos para diversas formaciones, dirijo proyectos escénicos o culturales en varias islas y -eventualmente- participo en proyectos audiovisuales.

¿Canarias ha sido justa con su instrumento ‘oficial’?

Sí y no. Hay muchos y excelentes intérpretes, el público nos ha seguido y apoyado mucho, se ha logrado implementar su enseñanza en el conservatorio y tenemos una Casa-Museo en Lanzarote. Pero no es suficiente. Puede parecer que las instituciones destinan muchos recursos para la tan cacareada “canariedad”, pero en realidad, sigue prevaleciendo el apoyo a otras corrientes, como la música sinfónica, la ópera o a los grandes festivales de artistas internacionales.

¿Jugó a favor o en contra que se vinculase el timple en las Islas durante décadas con intereses políticos de los partidos nacionalistas durante las décadas de 1980 y 1990?

Algunos piensan que a favor. Y esa visión es simplista y un poco injusta. En la década de 1990 hubo un resurgir de la música de raíz y de revitalización de los instrumentos tradicionales en muchos sitios de España, como Galicia y Asturias con la gaita, el País Vasco con la trikitixa o Canarias con el timple. El público lo aceptó muy bien, las discográficas y las emisoras de radio se interesaron por nuestro trabajo y empezamos a salir del ámbito tradicional y local, para llegar a un público más amplio. Algunas corrientes políticas nacionalistas (no solo de Canarias) instrumentalizaron ese trabajo, pero eso no significa que lo apoyaran tanto como pudo parecer.

–¿Cómo, cuándo y por qué se inicia usted en este instrumento?

–Casi de casualidad y sin pretenderlo. Me presenté a un concurso de jóvenes solistas de timple, organizado por la Dirección General de Juventud. Gané el concurso y empezaron a llamarme para grabar un disco, para hacer conciertos... y, casi sin darme cuenta y sin buscarlo, la gente empezó a verme como timplista.

–¿El timple tiene ya asegurado un futuro prometedor o considera que esa es una batalla ante la cual no se debe bajar la guardia?

–Ambas cosas. Hay un gran momento ahora, pero no debemos bajar la guardia. Hay mucho aún por hacer, por conquistar y por consolidar. Aprovecho para agradecer que existan iniciativas como la Asociación del Timple Canario, que lucha por crear sinergia con todos los que amamos al timple. n

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