La Provincia - Diario de Las Palmas

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«No te hagas histórica»

«En LA PROVINCIA tenemos en la memoria esas llamadas a compañeros jubilados, que han sido todo generosidad, para tirar de su experiencia»

Vista de la redacción de LA PROVINCIA/DLP en 2004

El día que firmé mí adiós de LA PROVINCIA, decisión que facilitó Editorial Prensa Ibérica atendiendo así a un deseo manifestado en varias ocasiones, sabía que no lo echaría de menos porque era y es mi casa y la seguiría transitando con naturalidad. Allí dejaba a los míos, así que ese día en el trajín de recoger mi mesa y vaciar los cajones para decir adiós después de 35 años de periodismo, 30 de los cuales en LA PROVINCIA, para despedirme de los compañeros, a la mayoría de los cuales vi llegar a la redacción como becarios, con la ilusión lógica de pisar la redacción de un diario con la historia y el prestigio de LA PROVINCIA, yo no estaba triste. De hecho, nunca me fui. Continué entrando y saliendo de esa casa hasta la fecha. Toda una vida.

La casualidad quiso que uno de los días de mudanza sonara mi teléfono y en la pantalla asomara un nombre: Rafael Inglott. Un gran amigo al que nunca le he contado la importancia de aquella llamada. Yo estaba tomando café y despidiéndome de uno de los mejores periodistas y compañeros que he tenido, Javier Durán, en ese momento Jefe de Cultura. Aquella llamada tuvo su importancia. ¡Vaya que sí! Alguien le había dicho a Rafa, supongo, que me estaba despidiendo del periódico y quería escucharme. Risas y el cariño de tantos años. «Bueno, ¿y qué harás ahora?», preguntó. «Algo haré Rafa, ahora soy una histórica…», le dije entre bromas. «¡Ni se te ocurra! No dejes que te hagan histórica de nada, por favor. Queda mucho por hacer Marisol. Cuidado ¿eh?». Ahora tengo que contar qué es para los periodistas un histórico en la profesión. Viene a ser una persona a la que se le presupone que sabe de todo, de todo escribe y de todo habla. Y si no lo sabe adorna cuatro datos para salvar los muebles. Todos hemos conocido a históricos, que es una manera de mantener su estatus a veces desde un banco de Triana. Le preguntas por el número de la Lotería de hace 25 años y si no lo busca se lo inventa. Juega con ventaja porque nadie se atreve a dudar de tanta sabiduría periodística.

Los que hemos compartido la redacción de LA PROVINCIA tenemos en la memoria esas llamadas telefónicas que hacíamos a compañeros jubilados para tirar de su experiencia, que han sido todo generosidad. Primero le hacíamos la rosca jugando con la vanidad. Ya luego, con mano izquierda, le pedíamos «un artículo que solo puedes hacer tú». Nunca fallaban y si el texto lo adornábamos con una foto suya, más contentos se ponían. Eso es así y todos sabemos que esas firmas son capaces de llenar páginas y huecos que de otra manera era imposible. Hay que mimarlos y reconocerles la ayuda. Históricos arrimando el hombro. Eran y son felices viendo su nombre y foto arriba mismo, en lugar visible. De eso hay muchas anécdotas como la de aquel plumilla que tenía tan elevada su vanidad que escribía dos parrafitos y su foto era tan grande que había que reducir su texto. No crean que yo misma, sin ser histórica de otra cosa que no sea de hacer periodismo, también caí alguna vez. Pero también los queridos históricos hacían trampas que eran conocidas y admitidas. Por ejemplo, frente a una conmemoración importante o un obituario rumboso del cual ese periodista había escrito mucho una actúa igual: rosca y petición. Corto pero fructífero recorrido.

Con anterioridad algún jefe entraba a la hemeroteca para comprobar que el dardo estaba bien dirigido y que había escrito del tema del momento y entonces daban el paso: «Oye, he leído un texto tuyo sobre…» El plumilla recuperaba su texto, le daba un poco de barniz y lo entregaba como «el duro» trabajo que había hecho. En fin.

En todos los casos ese día, el que sea, son felices al ver de nuevo su firma en una de las páginas nobles de LA PROVINCIA o en el suplemento que están leyendo para celebrar los 110 años del periódico. Hace unos días hablaba con amigos, fieles lectores de nuestro periódico, y ellos reconocían su implicación con nuestro trabajo y cómo se enamoraron de una profesión que no conocían pero sabían de su importancia. Poco a poco les cautivó una manera de informar que nada tenía que ver con informaciones de otros tiempos. Trabajaron en la Administración de Justicia y los Servicios Sociales y recordaban con orgullo cómo acabaron siendo cómplices. Les cuento que hay lectoras que tienen mucha memoria y que recuerdan con precisión los temas estrella que publicaba LA PROVINCIA. Cómo será que yo antes de buscar un tema en la hemeroteca, las llamo.

El área de tribunales, por remover mi memoria, ha sido y es muy importante en cualquier medio de comunicación. Yo comencé en periodismo cubriendo tribunales, juicios y noticias para el Diario de Las Palmas, un vespertino que tenía su gancho de venta, entre otras muchas cosas, por abordar informaciones que estaban a medio camino entre tribunales y sucesos. Los episodios más duros que cubrí en mis inicios fueron para el vespertino. Un periodismo descarnado.

Me han preguntado muchas veces cómo fui recibida en ese medio por las mujeres de la redacción y sinceramente no recuerdo más que cariño. Eran Mª Isabel Rodríguez y Anglae Masine que iban camino de la jubilación y yo llegaba a comerme el mundo. Y ya ven, fue un jefe varón el que un día me echó del periódico cuando escribí de una amiga suya y a gritos este señor me pidió que le revelara una fuente. No lo hice y perdí mi trabajo. Meses más tarde me contrataron en LA PROVINCIA. Siempre se lo agradecí. Y hoy felicito sus 110 años.

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