La Provincia - Diario de Las Palmas

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Así que pasen 110 años

«Pocos periódicos pueden presumir de haber contado en sus páginas la historia de un siglo»

Pocos periódicos pueden presumir de haber contado en sus páginas la historia de un siglo. LA PROVINCIA, que hoy cumple 110 años, es uno de ellos. Lectores de varias generaciones han leído en sus páginas el estallido de la Primera Guerra Mundial, la revolución bolchevique en Rusia, la pandemia conocida como gripe española en 1918, la dictadura de Primo de Rivera en 1923, la proclamación de la Segunda República, la salida de Alfonso XIII al exilio, el golpe militar de 1936 que provocó la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial, las guerras en Corea y Vietnam, la llegada del hombre a la Luna, la transición a la democracia en España tras la muerte de Franco o la irrupción de la revolución digital en el siglo XXI. También ha contado los temas más domésticos que afectaban a las Islas, desde la Ley de Cabildos y la División Provincial al nacimiento del Régimen Económico y Fiscal que sustituyó a la Ley de Puertos Francos; desde la creación del turismo como nueva industria del ocio al Estatuto de Canarias que hizo de las siete islas una autonomía atlántica. Ciento diez años narrando día a día unos acontecimientos que ya se estudian en las aulas de institutos y universidades, que se dice pronto.

Pero si la Historia, con mayúscula, enseña que en cualquier momento la sociedad puede vivir situaciones dramáticas también es verdad que nada está escrito de antemano porque la gente puede cambiar la realidad de las cosas. Para resolver los problemas se tiene que reflexionar sobre ellos y debatirlos con los demás. A eso contribuyeron los dos fundadores de LA PROVINCIA, Gustavo J. Navarro Nieto y Prudencio Morales, cuando afirmaron en su primer número que no tenían más objetivo que informar a los lectores con independencia absoluta de toda clase de idearios partidistas. Y ayudaron a que la sociedad grancanaria, además de sus aspiraciones divisionistas, fuera también más moderna, más cosmopolita, más libre y justa, con mayor conciencia de su ciudadanía.

Mucho ha cambiado la sociedad insular desde la fundación del periódico hasta hoy. Tanto como pasar del plomo de las linotipias a la era digital. Por eso los interrogantes sobre el futuro de los periódicos persiguen a quienes los hacen y a quienes los leemos. La verdad sea dicha: es una industria con alto índice de mortandad. Para quien, como yo y otros tantos compañeros, comenzamos en esta profesión a principios de los años setenta no podría existir peor noticia, entre otras cosas porque hicimos del periodismo el más bello pretexto para llegar tarde a casa todas las noches. De las numerosas definiciones que se han hecho del periodismo me quedo con la que acuñó Eugenio Scalfari, fundador del periódico italiano La Reppublica: «Hay que contarle a la gente lo que le pasa a la gente». Los periodistas son mediadores entre el lector y la realidad, y un poco se comportan como filósofos de urgencia: les mueve la curiosidad, la capacidad de asombro, y tratan de explicar el porqué de las cosas. También sus consecuencias. ¿Qué ha de quedar de todo ello en un mundo sin intermediarios?, ¿para qué sirve un periodista en la red si no es para diferenciar la verdad de los bulos y las mentiras? y ¿de qué forma va a llegar el aluvión diario de información a la estructura de Internet que, como el Universo, parece no tener fin?

Algo me dice que sobreviviremos al reto que nos espera. Como el arte, como la empresa, el periodismo es un esfuerzo creador, nace del corazón y de las tripas. Tal y como lo conocemos hoy sigue siendo un elemento insustituible para las sociedades democráticas en la formación de la opinión pública y continuará así en el futuro. Ya sea en soporte papel, en la pantalla de un ordenador o en un teléfono móvil, el periodismo seguirá viviendo. Y estoy seguro, aunque posiblemente no lo verán mis ojos, que dentro de veinte, cincuenta o ciento diez años este órgano de opinión que es LA PROVINCIA seguirá alimentando la discusión y el diálogo, en un esfuerzo nunca inútil por buscar la verdad y defender la transparencia. También un rincón para las emociones porque habrá periodistas que le contarán a la gente lo que le pasa a la gente.

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