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Javier Ponce Historiador

«Se registraron motines por la subida del precio del pan»

El historiador Javier Ponce con el barrio de Vegueta al fondo. José Carlos Guerra

Las principales líneas de investigación del especialista en Historia Contemporánea de la ULPGC Javier Ponce son la proyección Internacional de Canarias y la política exterior española desde finales del siglo XIX, especialmente durante la Primera Guerra Mundial.

Con una potente presencia de alemanes y británicos en Canarias a principios del siglo XX, ¿cómo se vive el inicio de la Primera Guerra Mundial en el Archipiélago? 

Como en todos sitios, la guerra se convirtió en un fenómeno informativo y al principio se jugó como una partida entre los aliadófilos y germanófilos. Además, la idea que se había extendido era que la guerra iba a ser muy corta. At home for Christmas -en casa por Navidad- decían los británicos pensando que la contienda acabaría en unos meses y que ellos iban a ganar, igual que lo pensaban los alemanes. Visto ahora con la lejanía sorprende que ambas partes pensaran que iba a durar poco.

La guerra enseguida va a tener efectos económicos y en un archipiélago como Canarias, con una importante presencia extranjera y una dependencia del comercio exterior tan grande pues va a ser vivida con preocupación porque la colonia británica era hegemónica, dependíamos de la navegación británica, pero la colonia alemana era también muy importante. Ya desde el inicio hubo preocupación y se vivieron algunos efectos como la subida del precio del pan, lo que generó motines.  

 ¿Estuvimos posicionados?

Los canarios dependíamos del comercio británico y muchas de las empresas británicas instaladas aquí tenían contratada mano de obra canaria. La mayoría de la población era anglófila pero eso no quiere decir que no hubieran algunos intereses germanófilos ligados a algunos empresarios y comerciantes canarios que en su intento de competir con los británicos se habían posicionado con los intereses alemanes, básicamente con la Woermann, que fue el único depósito de carbón en Canarias que no dependía de los británicos.

¿Y las autoridades qué papel jugaron?

Ahí sí se intentó mantener una neutralidad aunque yo defendí que la neutralidad española, que fue muy benévola con los aliados, provocó que en Canarias se interpreta esa neutralidad a favor de los intereses británicos.

¿Qué papel jugó la prensa del momento?

Con la prensa de la época había una ventaja: todo el mundo sabía a quién representaba. De manera explícita declaraba sus intenciones políticas y en ese sentido ya existían gran parte de los periódicos que hay en la actualidad junto a otros muchos que han desaparecido. En su mayor parte eran anglófilos o francófilos, como el Diario de Las Palmas, que era, digamos, el órgano de León y Castillo; LA PROVINCIA, por su parte, era de los pocos periódicos germanófilos debido a que tenían intereses comerciales con empresarios competencia de los británicos. De hecho, su postura termina por provocar que los británicos bloqueen el suministro de papel para imprimir el periódico. Asimismo, hay que recordar que la prensa entre gran parte de la población era leída en público porque en gran medida se trataba de una sociedad que era analfabeta en su mayoría.

 ¿Hubo algún momento complicado relacionado con la seguridad de las Islas a raíz del conflicto bélico?

Sí, al menos así lo percibieron las autoridades. Canarias durante la guerra se convierte en frontera de la guerra submarina y antes, en espacio de operaciones de la guerra de cruceros, corsarios que se llamaban en la época. La guerra de cruceros era la que se emprendió a cuenta de que los alemanes, claramente inferiores a los británicos, fueron refugiándose en puertos neutrales, sin embargo, algunos grandes cruceros, mercantes alemanes, se camuflaron con bandera neutral, y empezaron a surcar los mares del mundo en el Atlántico. Por aquí estuvo el SS Kaiser Wilhelm der Grosse, que fue hundido en el Sáhara español en agosto de 1914. Bueno, pues con esa bandera neutral se dedicaron a atacar el comercio británico. Eran pocos pero crearon el pánico.

En Canarias, entonces los británicos, durante los primeros meses de la guerra, tuvieron la percepción de que se ponía en peligro su hegemonía y entonces insistentemente reclamaron a las autoridades portuarias de las islas principales y al gobernador en Tenerife que se limitara el movimiento de todos los buques mercantes alemanes que en gran medida habían salido de los puertos a principio de la guerra para llevar carbón a los barcos alemanes. 

En esa coyuntura, Rhodes James Robert, que va a ser el segundo oficial en Gallipoli, se empleó con mucha contundencia reclamando a las autoridades el internamiento de esos buques, reclamando que habían sido enviados mensajes cifrados a los cruceros desde estaciones radiotelegráficas canarias, y en algún momento las autoridades sintieron que aquella presión se parecía más a una amenaza.

De hecho, Rhodes envió a otro oficial a La Palma que, en un momento dado, pidió a las autoridades que internaran el Macedonia, que estaba allí refugiado, o si no tomarían las medidas pertinentes que consideraran oportunas. El gobernador en Tenerife telegrafió esa noche a la Gobernación en Madrid para informarle de que necesitaba tener instrucciones claras si, como parecía, los británicos seguían forzando la situación y empujaban a que se tuviera que romper la neutralidad.  

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