Canarias es la primera comunidad que hace obligatoria la Educación Emocional en los colegios. Esta asignatura surge a raíz de las exigencias de la sociedad de implantar una educación que evalúe las capacidades sociales y emocionales en un sistema en el que solo se evalúan las cognitivas, con el objetivo de trabajar una inteligencia emocional que permita a los niños prevenir situaciones de depresión, de ira o de baja autoestima que generan fracaso escolar o aislamiento social.
Además, una correcta formación emocional provoca que en la vida adulta sean ciudadanos competentes, que trabajen por un bienestar social y que gestionen los problemas laborales de la mejor manera posible.
Así, desde 2014 los alumnos de primero a cuarto de primaria, de seis a nueve años, tienen 90 minutos semanales de educación emocional en la escuela. Una asignatura obligatoria que les enseña a identificar sus estados de ánimo en un horario arañado a las clases de Matemáticas y Lengua, algo que al principio sublevó al profesorado.
Ya tienen, de hecho, algún fantástico resultado: «Ha cambiado el clima del aula, ahora se lo piensan mucho antes de insultar a un compañero o juzgarle. Han perdido el miedo a decir que se sienten tristes, y buscan soluciones», cuenta una directora de un centro público de Canarias.
Ante el éxito de la iniciativa, el Gobierno de Canarias estudia la posibilidad de ampliar el periodo de obligatoriedad de la asignatura de Educación Emocional entre los estudiantes de los cursos de cuarto y quinto de primaria.
En concreto, el documento de esta propuesta considera «de vital importancia» que no solo se insista «en el compromiso de seguir impartiendo en todo el sistema educativo canario de forma obligatoria esta asignatura de alto valor formativo, sino ampliar su implantación al resto de cursos de educación primaria».