Suplemento de la fusión
Cuando mis dos ‘casas’ se convirtieron en una
Vinculada durante tres años a ‘Diario de Las Palmas’, en 1986 comienza a trabajar en ‘La Provincia’ donde continúa desempeñando su labor como periodista especializada en temas sociales que inicia en el vespertino al cual vería, catorce años después, fusionarse al periódico matutino bajo la cabecera ‘La Provincia/Diario de Las Palmas’ en el 2000

Vista aérea del edificio sede de los dos periódicos cuando aún eran cabeceras separadas. / .

Cuando en enero de 2000 La Provincia y Diario de Las Palmas comenzaron a publicarse bajo una única cabecera, La Provincia/Diario de Las Palmas, recuerdo tener una emoción especial porque yo había llegado en 1983 al Diario y en 1986 me fui a La Provincia. Así que viví aquel primer domingo del 2000, cuando tuve en mis manos un ejemplar del nuevo periódico surgido de la fusión de ambas cabeceras históricas, como la unión de dos lugares que en distintos momentos de mi carrera profesional habían sido mi casa.
Desembarqué en Diario de Las Palmas con más ganas que experiencia. Yo había trabajado en Eco de Canarias durante mi juventud pero en 1983 ya llevaba años trabajando en otras actividades alejadas del periodismo por eso quizá la redacción del Diario, aún en El Sebadal, me pareció un lugar frenético. Allí estaban Adolfo Santana, María Isabel Rodríguez o, entre otros muchos compañeros, Fernando Berenguer, que se encargaba de los sucesos.
Como el vespertino se cerraba a eso de la una de la tarde, las mañanas eran tan vibrantes, con decenas de periodistas afinando titulares y textos o remaquetando páginas para incluir informaciones surgidas durante las primeras horas del día, que cuando tres años más tarde pasé a La Provincia, cuyo cierre tenía lugar sobre las doce de la noche en una redacción donde a esa hora quedaban ocho o diez personas, eché de menos aquel ambiente que a los jefes, redactores, fotógrafos, maquetadores, correctores y el equipo de composición nos llenaba de vidilla.
No tenía ni mesa propia cuando empecé en Diario de Las Palmas, a donde llegué de la mano de su director, Santiago Betancort Brito, quien sabía de mi pasión por el periodismo, que él también compartía, y conocía el trabajo que yo había realizado en el Eco. Recuerdo pegarme a Adolfo Santana porque era el periodista al que vi más próximo a mi cuerda de abordar aquellos temas sociales en los cuales, junto a la información de Sanidad, acabé especializándome.
Las noticias están en la calle
Diario de Las Palmas era un referente, principalmente, en Deportes y Sucesos pero destacaba también por ofrecer reportajes brutales que a la competencia se les escapaban y marcaban la agenda informativa de Canarias. Me vienen a la cabeza aquellos viajes en coche por Gran Canaria junto a Adolfo Santana y los fotógrafos Juan Gregorio y Juan Santana para realizar los reportajes que nos encargaba Betancort Brito. A todos nos encantaba la calle -"las noticias están ahí fuera", repetía Santiago, "no en la redacción"- y recuerdo cómo estaban de implicados los dos redactores gráficos que incluso traían noticias al Diario.
La redacción de Diario de Las Palmas compartía edificio con la de La Provincia, por lo tanto, era común que los periodistas de uno y otro periódico nos encontrásemos en los talleres, en la cafetería o acabáramos comiendo juntos en algún bareto de mala muerte en La Isleta.
Fue entonces cuando, sin darme cuenta, comenzó mi acercamiento a La Provincia, una relación que culminaría con mi traslado en 1986 a La Provi.
En aquella época Paco de la Iglesia dirigía el periódico y rápidamente, gracias a su privilegiado olfato periodístico, detectó también mi predilección por los temas sociales. Con el bagaje que Diario de Las Palmas me había proporcionado como si de la mejor escuela posible se tratase, continué cubriendo esa área a la cual se añadirían las informaciones de Tribunales, Sanidad e incluso la cobertura del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, consciente Paco del interés que entre los lectores generaba la fiesta más importante y popular de la Isla.
Por mi nuevo destino laboral y los diferentes horarios de trabajo comencé, lógicamente, a distanciarme un poco de quienes habían sido mis compañeros en Diario de Las Palmas aunque no de aquellos que se habían convertido en mis amigos, en especial de Adolfo Santana con quien mantuve hasta su fallecimiento una relación de fiel amistad, y lo mismo me sucedió con los ya también desaparecidos Fernando Berenguer y el propio Santiago Betancort Brito pero surgirían en La Provincia otras personas a las cuales me uniría de forma incondicional el resto de la vida, sobre todo Paco Cansino, quien, pese a morir en 2004 sigo considerando uno de los mejores periodistas que he conocido, y Javier Durán, otro referente de la prensa en Canarias que continúa siendo a día de hoy uno de mis grandes amigos además de uno de los brillantes profesionales de los cuales a lo largo de mi carrera más he aprendido como mi jefe durante décadas en la sección de Sociedad y Cultura y que en la actualidad ocupa el cargo de redactor jefe de La Provincia.
Emoción
Aunque en la redacción nunca se habló, que yo recuerde, de la posibilidad de que Diario de Las Palmas pudiese dejar de editarse como cabecera independiente, ante el nuevo escenario informativo que a finales de la década de 1990 planteó, en especial, la llegada al Archipiélago de las ediciones de prensa digital además de la creación de las televisiones locales y el éxito del canal Autonómico de Canarias, la existencia de un periódico de tarde como Diario de Las Palmas, el último vespertino que se publicaba en España, se antojaba un hecho editorial anacrónico.
En lo personal me dolía imaginar que se cerrara el Diario ya no solo por lo que había aportado a mi vida sino porque significaba, en principio, la pérdida para decenas de personas con las cuales había compartido redacción de su puesto de trabajo. Por eso, quizás, cuando supe que aquel periódico que había sido mi casa no iba a desaparecer sino que su cabecera y su ejemplar plantilla se sumarían a la de La Provincia y su redacción, la iniciativa editorial me resultó acertadísima. Tanto como para que me inundase la emoción ese 2 de enero de 2000, hace ahora 25 años, en el cual se publicó el primer ejemplar de La Provincia/Diario de Las Palmas donde acabé jubilándome.
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