Suplemento de la fusión
Una extraña sensación
«Haciendo un símil deportivo con la competición liguera futbolística de hoy día, la sección de Deportes de ‘Diario de Las Palmas’», cuenta el periodista José Miguel Santana, «era como es hoy el Barcelona de Hansi Flick. Un equipo dinámico de juego fácil y alegre, vertical y goleador. En definitiva, una máquina de hacer fútbol», recuerda sobre la fusión

Los jugadores del Barça celebran su victoria frente al Fenerbahce. / EP
José Miguel Santana
La llegada del nuevo milenio supuso un antes y un después para Editorial Prensa Canaria y su plantilla de trabajadores. El centenario Diario de Las Palmas, cuya cabecera había cambiado de tipografía pocos años antes, dejaba de publicarse como cabecera independiente y se fusionaba con La Provincia. Veinticinco años han pasado ya desde entonces.
La llegada a la nueva redacción del equipo del ‘viejo’ Diario en general y de los componentes de la sección de Deportes en particular, dejó en todos una extraña sensación. No era una mudanza al uso, pues no en vano seguíamos en el mismo edificio y muchos incluso en la misma mesa. Pero sí que era extraño. Sobre todo, porque la acogida no parecía ser de bienvenida y la incertidumbre campeaba en el ambiente.
La sección deportiva de Diario de Las Palmas era uno de sus buques insignia pero, sin embargo, su desembarco en la nueva redacción no fue como cabía esperar y más que un potente acorazado, parecía haber atracado un bote pero no de vela latina, porque estos compiten, sino un bote a la deriva, toda vez que los recién llegados no parecían ser bien recibidos.
Haciendo un símil deportivo con la competición liguera futbolística de hoy día, la sección de Deportes del Diario era como es hoy el Barcelona de Hansi Flick. Un equipo dinámico de juego fácil y alegre, vertical y goleador. En definitiva, una máquina de hacer fútbol.
Así era el área de Deportes de Diario de Las Palmas: una máquina bien engrasada que abarcaba todos los aspectos del juego, tendiéndole su mano a través de sus páginas a todas y cada una de las modalidades deportivas. Por su parte, la sección deportiva de La Provincia era como es hoy el Real Madrid de Carletto: un campeón, sí. Pero un equipo, desde mi punto de vista, carente de visión de juego y siempre a expensas de que alguno de sus redactores estrella realizase alguna genialidad que los lleve al triunfo. En definitiva, un equipo sin patrón de juego.
El Barça, como el Diario, ha tenido sus patinazos, el más reciente sin ir más lejos frente a nuestra querida Unión Deportiva Las Palmas; pero en los momentos decisivos siempre ha sabido, como aquella redacción, solventar las papeletas. No así, el Real Madrid.
Poco antes -algunos meses- del desembarco en la nueva sección deportiva, ya la ‘dirección técnica’ de Diario de Las Palmas, capitaneada por el no menos querido y añorado Santiago Betancor, nos había enseñado a todos a lidiar con cualquier circunstancia de tal manera que cada uno de los componentes del equipo de redacción del vespertino, en gerenal, valía para un zurcido y un fregao. Todos y cada uno sabíamos desenvolvernos ya fuera en Deportes, en Sociedad, en Cultura, en Sucesos o en cualquier otra sección del portaviones que era el centenario vespertino. De manera que algunos hubieron de adaptarse a las necesidades que marcaba la nueva dirección tras la fusión sin que ello supusiese ningún tipo de problema para los componentes del equipo.
Un proyecto que no llegó a fraguar
Hubo incluso cuando se nos notificó la fusión de ambos periódicos un momento de ilusión en algunos de nosotros. El jefe del equipo, Santiago, nos solicitó desempolvar una idea llevada a cabo algunos años atrás cuando comenzamos con la impresión del suplemento de los lunes, en el que incluso llegamos a editar hasta 56 páginas, así como las casi veinte más que completaban dando cobertura al resto de informaciones del resto de secciones aquella edición del lunes, con un diseño y una maquetación acordes a los nuevos tiempos que nos llevaba a pensar que el ‘viejo’ Diario podía reconvertirse en un diario deportivo al estilo que Editorial Prensa Ibérica, nuestra empresa máter, editaba en Valencia. Una amplia cobertura de todos los deportes con representación nacional que se disputa en Gran Canaria, aderezado todo ello con amplias entrevistas, entretenimiento y con un equipo de colaboradores entusiasta y diligente. Sin embargo, todo quedó en eso, en una ilusión que fue agua de borrajas.
Así, la historia comenzó de nuevo para muchos de los componentes de aquel buen equipo. Los de plantilla tuvimos distinta suerte pero a algunos de los colaboradores de Diario de Las Palmas no les fue tan bien y acabaron quedándose aparcados profesionalmente en la cuneta, una situación que aunque dolorosa también estaba justificada por el volumen de redactores –en torno a cien empleados– que tras la unión de ambas cabeceras asumió a partir del dos de enero de 2000 La Provincia/Diario de Las Palmas.
Todo por la empresa
De aquellos, unos continuaron con su misma labor y otros hubimos de hacer de tripas corazón y al poco tiempo pasar a ser hombres de empresa y acometer nuevas labores que con el paso del tiempo nos llevaron a realizar desde labores en los inicios de la era digital, hasta comandar otras secciones. Pero, en definitiva, contentos siempre de servir a la empresa como nos habían enseñado desde nuestro ‘cuerpo técnico’.
Veinticinco años han pasado desde entonces y muchas han sido las vicisitudes pasadas por todos y cada uno de los compañeros de la nueva redacción, tanto los del ‘hermano pobre’ como los del ‘hermano rico’, pero poco a poco integrando una nueva familia como la que conformábamos en el ‘viejo’ Diario.
De tal forma que La Provincia/Diario de Las Palmas continuó siendo cabecera señera de la prensa regional. Y, aunque la era digital se va imponiendo cada vez más, queremos pensar y seguimos haciéndolo, que el formato de papel no se perderá y los ‘viejos rockeros’ continuarán llevando noticias a todos los hogares como han hecho durante toda la vida quienes nos precedieron y pensamos que también harán quienes nos sucedan.
Aún así hoy en día, veinticinco años después de aquel hito editorial, la extraña sensación de entonces sigue perdurando en nuestros pensamientos porque el Diario no dejó de existir.
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