Suplemento de la fusión
Tiempos de ‘Cartel’ y ‘Cultura’
Cartel de las Letras y las Artes de Diario de Las Palmas y Cultura de LA PROVINCIA tienen un hilo conductor. Ambos soportes, creados con una diferencia de 26 años, mantienen en el tiempo unas preocupaciones comunes pese a las transformaciones que se van a dar en los contenidos, hábitos, contexto, diseño, tipografía e ímpetu del color. Pero no fue una fusión.

Primeras páginas del último suplemento de Cultura de La Provincia/Diario de Las Palmas en 2024. / LP / DLP

«Durante una primera etapa fue el espacio literario más significativo de la entonces pujante literatura local», destaca sobre el Cartel de las Letras y las Artes el crítico y escritor Jorge Rodríguez Padrón en su imprescindible Diccionario de la Literatura Canaria (1992).
Nace el 2 de noviembre de 1963 bajo la dirección del poeta y ensayista Manuel González Sosa, también creador del semanario de una sola página, cuya aparición marcaba un ante y un después en el territorio de la oficialidad cultural franquista. La publicación daba voz a una efervescencia narrativa y poética que, con sus singularidades isleñas, iba en paralelo a los resquicios aperturistas de la Dictadura. Transformaciones leves que contrastaban, en todo caso, con la gravedad de hechos como la condena a muerte por consejo de guerra del comunista Julián Grimau el 20 de abril de 1963.
¿Cuáles eran los contenidos que primaban en esta primera etapa? Siguiendo a Rodríguez Padrón: información diversa sobre la actualidad de la literatura, tanto la canaria como la externa; compromiso para la recuperación de escritores canarios clásicos y modernos; atención a los jóvenes; textos poéticos o narrativos firmados por escritores insulares; ensayos sobre Rilke, T. S. Elliot; Dylan Thomas o Cesare Pavese, y traducciones de Eugenio Montale, Kavafis o Shelley por Felipe Baeza, Lázaro Santana o García Ysábal.
Del Cartel al Cultura
Basta un análisis de las propuestas editoriales de esta primera etapa tutelada por González Sosa para encontrar conexiones con el Cultura de LA PROVINCIA, que saldría a la luz en el 26 de enero de 1989. El nuevo cuadernillo está impulsado por el periodista y crítico musical Guillermo García-Alcalde, en aquel momento director general de Prensa Canaria. Al cuidado del mismo se encuentra Diego Talavera Alemán, que un año después de la gestación del suplemento sería nombrado director del rotativo.

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La complementariedad entre lo insular y los extrainsular va ser una constante. En 1971 se pone al frente del Cartel el escritor y crítico Lázaro Santana con monográficos dedicados a Alonso Quesada, Domingo Rivero, Saulo Torón, Tomás Morales, José Luis Cano, Antonio Padrón o Baudelaire. Estos especiales, tanto en el apartado de las letras como en las artes, será (y es) también una predilección del Cultura.
Contenido potente
«El Diario de Las Palmas realizó en su día una excelente, y pionera, labor de difusión cultural con Cartel; contaba con una sola página del periódico, pero siempre tuvo un contenido potente, creo», afirma Santana. En cuanto a los mismos, destaca: «Cuando lo tuve bajo mi responsabilidad animaba a los integrantes de mi generación -Padorno, Jorge, Baltasar Espinosa, Jiménez, etc. a colaborar; todos lo hicieron con textos -prosa o verso- muy significativos. En este sentido siempre se me acusó de partidista».
Se refiere, asimismo, «al rescate de escritores precedentes: allí di a conocer textos inéditos de Domingo Rivero y Alonso Quesada, entre otros. En cierta manera, Cultura es heredero de Cartel; con más espacio ha podido ofrecer una variedad mayor de temas, pero esencialmente los asuntos tratados siguen siendo los mismos, ya que muchos de los colaboradores de Cartel lo son, o han sido, de Cultura. Atención por lo propio sin olvidar lo foráneo, una forma de no ser locales y ser provincianos, en el mejor sentido del término. No obstante, noto una diferencia: Cartel prestaba más atención a la poesía, cosa que raramente hace Cultura. Me refiero a publicar poemas».
Explosión cultural
El nacimiento del Cultura entronca con un país sumido en la explosión cultural de los 80 y 90, en que la inversión cultural empieza a tener una presencia importante en los presupuestos públicos. Gran Canaria no es ajena a esta circunstancia. Y una prueba de ello está en las páginas del Cultura, con importantes contenidos alrededor de la extraordinaria programación del Festival de Música de Canarias o el CAAM, iniciativas ambas al amparo de lo público. A esta particularidad se unen novedades como el diseño, la arquitectura, filosofía o etnografía. En cuanto a la literatura, hay un cambio de criterio: un mayor seguimiento de las predilecciones del lector, del mercado editorial.
«En ningún momento en el Diario me pusieron pegas por el material que yo les llevaba; y de ese material eran autores todo tipo de gente, unos más ortodoxos, políticamente hablando, y otros más heterodoxos», afirma Lázaro Santana. «En Cartel se habló sin cortapisas de lo que era la actualidad del arte en Canarias. Yo hice numerosas recensiones de las exposiciones que se celebraban en Las Palmas, especialmente de los artistas entonces jóvenes. La represión en materia de arte fue leve; un paisaje o un retrato no se presta a a la censura; y menos una superficie abstracta; incluso el régimen utilizó, principalmente a los artistas más de vanguardia, para mostrar una máscara civilizada de su política. La represión afectó más a la literatura, con el ejercicio de la censura a todas las publicaciones. Ahí sí que hilaban fino los censores», añade.

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¿Experiencias en este sentido? «Sólo en dos ocasiones Andrés Ruiz, que entonces dirigía el periódico, mutiló un texto y rechazó otro. Pero, paradójicamente, esos textos no eran de autores contemporáneos, sino de una época anterior: Alonso Quesada y Tomás Morales. Del primero, tachó unos versos en un poema inédito Poema del Hijo, que hacían alusión a la idiotez de un ministro de Trabajo; y de Morales se negó a publicar un artículo mío en el que rescataba una estrofa, suprimida por el autor, de su poema Las campanas de Vegueta, y en la que hacía alusión al suicidio colectivo de los aborígenes canarios ante el exterminio a que los sometían los conquistadores españoles.Yo quería dar una versión del Morales comprometido , palabreja entonces de mucho uso y crédito, y no me dejaron», recuerda el excoordinador de Cartel.
Entusiasmo por las letras
El hilo conductor entre la iniciativa de Diario de Las Palmas y LA PROVINCIA queda inequívocamente plasmado en la entusiasta acogida que tiene el segundo, especialmente por algunos de los firmantes de Cartel. Sin ir más lejos, el histórico Manuel González Sosa mandará sus originales para publicar en el Cultura, siempre llenos de aclaraciones a lápiz sobre las cursivas o las mayúsculas. También Eugenio Padorno, que junto a Fernando Ramírez dirigió Cartel en 1969. O Víctor Ramírez, el mismo Lázaro Santana, Yolanda Arencibia, Juan Jiménez, Pedro Lezcano, Andrés Sánchez Robayna o Luis León Barreto, encargado en 1979 de Cartel pero ya integrado en La Cultura, un suplemento que publicará Diario de Las Palmas hasta 1982. Algunos como autores y otros siendo noticia por sus títulos.
Las etapas de Alfonso O’Shanahan (1967), y de Eugenio Padorno y Fernando Ramírez (1970), «se caracterizan por la progresiva aparición del grupo de escritores que luego se reunirán en la antología Poesía Canaria Última (1966) y por la secuela polémica que el mismo generó», destaca el autor de Diccionario de la Literatura Canaria. Es también el momento de la poesía social con dos revulsivos: Consejo de Paz de Pedro Lezcano, o Poesía Unánime de Agustín Millares Sall.
En 1991 se certifica el final de Cartel tras una agitada trayectoria de 28 años. Nueve, arriba o abajo, antes de la fusión (1999-2000) de Diario de Las Palmas con LA PROVINCIA. Santiago J. Henríquez, profesor y ensayista, sustituye a González Sosa en 1988, que había vuelto un año antes a la publicación. Para el último coordinador, Cartel mantuvo ese carácter artesanal que traía de atrás y también el tono apasionado del debate de las letras y las artes.
El catedrático jubilado de la ULPGC no escatima agradecimientos a los que le permitieron participar en la experiencia. Colaborador habitual ahora del Cultura de LA PROVINCIA subraya, al respecto, la estrecha relación de esta publicación con Cartel, especialmente por el hecho de que algunos de los que estuvieron durante aquellos 28 años sigan firmando o siendo protagonistas del Cultura. «Las páginas originales de Cartel así como la correspondencia escrita que mantuve con muchos colaboradores en aquel momento pretecnológico las doné a la Casa Tomás Morales recientemente», finaliza Santiago J. Henríquez.
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