Tengo la sensación de haber vivido plena y apasionadamente mi vida en todas las épocas. En el año de los tres papas, mi única preocupación era que llegara pronto el fin de semana para salir con mis amigos y disfrutar por los barrancos que nos recibían seductores como si supiesen cuánto los necesitábamos. Aquella época, en la que entraba la televisión en color a muchos hogares españoles y la exposición de El Museo Canario incluía salas de zoología, la viví encaramándome a los árboles y tirándome desde las ramas más altas para intentar descubrir hasta dónde era capaz de arriesgar.

Hace 40 años, cuando corría tras el tiempo con la mirada, se aprobó la nueva Constitución culminando así uno de los pasos decisivos para la transición democrática. Nuestros padres se preparaban para entrar en la colorida década de los 80. A principio de este periodo El Museo Canario recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y antes de terminar este decenio las salas de la Sociedad Científica El Museo Canario se reformaron para centrarse en la arqueología de Gran Canaria. Nosotros vivíamos en una zona preciosa de esta isla, llena de vegetación, sin peligro, sin ninguna preocupación, con el espíritu y la mente libre; y perdiéndome por todos los caminos que encontraba e intentando descubrir cuál de ellos me conduciría a la felicidad, se esfumó mi infancia.

Rememoro mi adolescencia como un lugar maravilloso a pesar de que en esos años a la sociedad le costó un poco desprenderse de los grises y las sobras de la dictadura. Palabras como democracia, libertad, divorcio, igualdad, feminismo… atentaban contra el pulso de los tiempos. El 22 de junio de 1981 el pleno del Congreso de los Diputados aprobó la Ley del Divorcio; comenzaron años de conquistas sociales y España empezó a ser más abierta, más igualitaria y más moderna. La percepción que teníamos de las grandes empresas era muy distinta a la actual; por citar algún ejemplo, Zara era una tienda de ropa en una calle de La Coruña abierta por el hijo de un ferroviario leonés llamado Amancio Ortega. En 1989 se incorpora El Museo Canario al Sistema Español de Museos, en 1995 fue declarada de Utilidad Pública y un año más tarde fue Premio Canarias de Acervo Histórico.

“En El Museo Canario se atesora parte de nuestro patrimonio histórico como se protegen cosas precisas y preciosas, tal como salvaguardamos los lugares secretos de la infancia”

Es evidente que otro de los grandes cambios en los últimos 40 años han sido las tecnologías que han transformado nuestra manera de relacionarnos. Crecí libre, sin redes sociales, sin estar conectada las 24 horas y mirando el teléfono como ese gran objeto de deseo. Igual que mi madre nos controlaba para que no consumiéramos más teléfono de lo estrictamente necesario, yo controlo a mis hijas para que no consuman más mundo virtual de lo necesario. No se dan cuenta de que están sepultando un momento vital que pasa y si no lo atrapas cuando corresponde es imposible volver a capturar. Si no vives no hay experiencias y, por lo tanto, no hay nada.

Ahora dirijo una sociedad de la que me siento tremendamente orgullosa. Una institución que en estos últimos 40 años ha estado presidida por un elenco de personas que han sido y son referentes del mundo intelectual y de la sociedad civil grancanaria. Personas que atesoraron y que atesoran parte de nuestro patrimonio histórico como se protegen las cosas precisas y preciosas, tal y como salvaguardamos los lugares y secretos de la infancia.