«Cuando regresé de New York, vine con la intención de convertir mi isla natal en uno de los lugares más hermosos del planeta, dadas las infinitas posibilidades que Lanzarote ofrecía»

César Manrique

Sin duda, uno de los personajes más interesantes de la historia creativa de Canarias es el lanzaroteño César Manrique (24 de abril, 1919- 25 de septiembre, 1992). Suya es buena parte de la imagen que ahora tiene su isla natal y que ha convertido Lanzarote en un atractivo internacional.

Tras llegar de Nueva York, Manrique abrió su trabajo creativo hacia otras manifestaciones artísticas y elaboró un nuevo ideario estético, al que denominó arte-naturaleza/naturaleza-arte, que pudo concretar en sus obras paisajísticas, un ejemplo singular de arte público en España: Jameos del Agua, su casa de Tahíche –hoy sede de la Fundación César Manrique–, Mirador del Río o Jardín de Cactus, entre otros.

César Manrique no era arquitecto. El artista nunca tuvo el título oficial de arquitecto, y por lo tanto no tenía la capacidad legal de firmar la realización de un proyecto de arquitectura. Sin embargo, a pocas personas les importa ese detalle cuando se habla de su aportación a la construcción de la isla de Lanzarote.

Su primera obra en Lanzarote, y quizás la más espectacular, fue la gruta de los Jameos del Agua, con la creación de un auditorio natural perfectamente integrado en una caprichosa formación volcánica. Su belleza, sus contrastes de luz y colores la convierten aún hoy en un trabajo universalmente admirado. Esta obra puede resumir en gran medida lo que Manrique realizó durante toda su vida: composición de espacios en los que la aportación humana quedara armoniosamente integrada con el entorno natural, ensalzando su belleza y sus valores.

El mirador del Río es otra de sus actuaciones estrella en Lanzarote, magistralmente integrado en los acantilados del norte de la isla. También su propia casa, en el Taro de Tahíche, es quizás la obra que mejor representa los ideales personales y artísticos de Manrique: expresa su anhelo de vivir con la lava, consiguiendo un ejemplo excepcional de integración de una vivienda en la naturaleza y configurando un oasis en medio de un río de lava azul-negra.

En la actualidad la casa es sede de la Fundación César Manrique, una institución creada en 1992 con voluntad de promocionar el estudio y la difusión de la obra de Manrique, así como la actividad artística y cultural que favorezca el respeto al medio natural.

BOCETO ORIGINAL DEL PROYECTO DE CÉSAR MANRIQUE PARA LOS JAMEOS DEL AGUA, EN LANZAROTE.

BOCETO ORIGINAL DEL PROYECTO DE CÉSAR MANRIQUE PARA LOS JAMEOS DEL AGUA, EN LANZAROTE.

El diálogo constante con la naturaleza 

César Manrique se limitó siempre a afirmar que él era un artista y se expresaba en cada momento con los medios que creía oportunos cuando le recordaban que no era arquitecto. Lo cierto es que sus obras, como este boceto de Jameos del Agua, los soñaba en su mente y luego los plasmaba junto a su equipo de confianza partiendo de su diálogo constante con el entorno natural.  

El edificio fue construido en 1968 sobre una colada lávica, y aprovecha, en el nivel inferior, la formación natural de cinco burbujas volcánicas para configurar un espacio habitable sorprendente; el nivel superior y el exterior de la casa están inspirados en la arquitectura tradicional de la isla.

El monumento al Campesino o el jardín de cactus son otras de las obras que pueden visitarse en Lanzarote, pero César dejó también dejó un importante legado fuera de su isla natal como el Mirador de La Peña (El Hierro), Mirador de Palmarejo (La Gomera) o el Parque Marítimo de Puerto de la Cruz y Playa Jardín (Tenerife), otro de sus hitos.

Para él, la naturaleza no fue sólo la referencia creativa fundamental sino también para su vida. No creó en la naturaleza, sino que creó con ella.