Cómo frenar el cambio climático:: ¿Qué hacer a nivel personal?

¿Qué puedes hacer tú para frenar el cambio climático?

Gracias a los fondos de inversión y planes de pensiones éticos, bonos verdes o plataformas de crowfunding puedes financiar proyectos con un impacto positivo sobre el medio ambiente y el conjunto de la sociedad.

por Cecilia Vega | BeContent

El pasado 5 de junio se celebraba el Día Mundial del Medio Ambiente, con China como anfitrión. En esta ocasión, la ONU dedicó la jornada a alertar sobre los riesgos de la contaminación del aire para nuestra salud y la del entorno, recordándonos que el 90% de las personas de todo el mundo respiran aire contaminado. La contaminación atmosférica es, además, la principal responsable del calentamiento global, uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la humanidad.

Nos hallamos ante un gran dilema ambiental que pone sobre la mesa un gran reto: la transición ecológica necesita inversión. “Sin financiación no hay acción posible”, subraya Laurent Fabius, quien presidiera en 2015 la Conferencia de París sobre el Clima (COP21). Y es que cualquier atisbo de avance en el tema medioambiental (fomentar las energías bajas en carbono, mejorar la eficiencia de la energía en el transporte o la industria, impulsar la economía circular, etc.) requiere de una inyección de dinero. El Acuerdo de París ya estableció la necesidad de movilizar 100.000 millones de dólares al año para combatir el cambio climático, pero la cifra podría ser mucho mayor.

cambio climático e inversiones socialmente responsables

Inversiones para mejorar el mundo

El desafío al que se enfrentan los gobiernos es ingente. Por suerte, cada vez más compañías, instituciones e inversores particulares se suman a esta cruzada. Porque sí, está demostrado que es posible combinar propósitos sostenibles y beneficios, es decir, contribuir a la consecución de los restos sociales y medioambientales que nos rodean sin renunciar a ganar dinero.

Entramos en el terreno de las Inversiones Socialmente Responsables (ISR), “aquellas que buscan obtener una rentabilidad extrafinanciera, sobre todo un impacto positivo en el entorno, en la sociedad, en la vida de las personas en general”, describe Alberto Matellán, Economista Jefe de MAPFRE Inversión. Y explica: “Cuando evaluamos una empresa para invertir en acciones, antiguamente en torno al 80% o 90% del valor de la compañía estaba determinada por variables financieras. Hoy en día se calcula que el 15% o 20% del valor de la compañía son estas variables financieras, el resto son variables no financieras (su cultura, su impacto en el medio ambiente, cómo trata a los empleados…)”. En la actualidad los inversores miran el impacto de una manera más global y los fondos y planes de pensiones se centran en compañías comprometidas con el planeta.

Por tanto, la ISR se presenta como palanca de cambio e impulso para aquellas empresas con conciencia que apuestan por mejorar el mundo que nos rodea. Es indiscutible que aún queda mucho por hacer, pero el auge de este segmento de inversión no es un moda pasajera y “en el futuro solo se hablará de inversiones responsables”, asegura Matellán. “La ISR crece un 61% desde 2013”, de acuerdo con el informe de la Alianza Global de Inversiones Sostenibles (GSIA4), y “el 71% de los inversores individuales en activo están interesados en las inversiones sostenibles”, refrenda Morgan Stanley Institute for Sustainable Investing.

Empresas con conciencia medioambiental

En este contexto, la economía sostenible y la protección de la salud pública ante los riesgos medioambientales moviliza numerosas iniciativas. Como ALK-Abelló, empresa danesa con sede en Madrid especializada en la prevención, diagnóstico y tratamiento de la alergia y el asma a través de la investigación. Pero hay muchas más.

ISR y cambio climático
Empresas que usan energías alternativas son empresas socialmente responsables

El estudio “La inversión en la creación y desarrollo de empresas verdes en España”, impulsado por la Fundación Biodiversidad, adscrita al Ministerio de Transición Ecológicas, enumera varios casos de éxito, experiencias que han logrado mejoras sostenibles en el entorno y rentabilidad:

Algaenergy: esta empresa desarrolla un amplio abanico de productos naturales novedosos, derivados de las microalgas (productos nutricionales, agrícolas, cosméticos y energéticos, entre otros).

Ecoalf: compañía de moda sostenible que produce y comercializa ropa y complementos fabricados a partir de materiales reciclados.

Idai Nature: la empresa fabrica fitosanitarios naturales a través de la mezcla de extractos vegetales y minerales como canela, mimosa, extractos de cítricos y soja.

Respiro: su modelo de negocio está basado en el carsharing o vehículo compartido en la ciudad. Ofrece un sistema CeroCO2, neutro en carbono.

Sadako Technologies: startup especializada en robótica y visión por computador para recuperación de residuos.

Sulayr: gracias a su tecnología patentada, los envases plásticos de PET/PE dejan de ser un residuo no reciclable y se transforman en materias primas que se reintroducen en el ciclo productivo.

Destaca este mismo informe que “el mercado mundial de las industrias ecológicas es de alrededor de 1 billón de euros y duplicará su tamaño para el año 2023".

Las áreas con mayores posibilidades para emprendedores e inversores son eficiencia energética, economía circular, movilidad sostenible, gestión del agua, ciudades inteligentes, optimización de los recursos naturales y servicios de soporte (servicios profesionales, innovación basada en TIC, economía colaborativa).

Instrumentos de financiación

En el marco de financiación de iniciativas enmarcadas en la economía verde se incluyen distintos instrumentos que van desde el capital riesgo, business angels y crowdfunding a productos financieros en banca ética y planes y fondos de pensiones.

Existe consenso: la ISR no es solo sostenible, también rentable. Los inversores no solo quieren ya “conocer a dónde va su dinero” – subraya Matellán- sino que ha enraizado la idea de que la integración de los criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) en las empresas contribuye a crear valor. Los inversores han desterrado la idea de que incluir estos principios en su cartera pesa en la rentabilidad. Al contrario, ven una relación directa y positiva entre gestión responsable del medio ambiente y crecimiento empresarial, lo que redunda en mayores beneficios económicos.

Si además, a estos réditos financieros añadimos el impacto positivo en el planeta, la ecuación da un resultado inequívoco: el futuro de la inversión será sostenible o no será.

Fundación MAPFRE también se suma a esta tendencia, y por ello desarrolla contenidos y participa en actividades relacionadas con las inversiones socialmente responsables. Puedes ampliar información en Seguros y pensiones para todos.

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