Los vulcanólogos que estudian el volcán de El Hierro consideran que el proceso eruptivo que se inició el pasado lunes con la señal "evidente" en los sismógrafos de la existencia de tremor volcánico camina a pasos agigantados por las diferentes fases y, posiblemente, a más velocidad de lo esperado. Tras lo ocurrido el pasado lunes 10 de octubre, en que los investigadores dieron por iniciado dicho proceso, todas las fases se han acelerado hasta encontrarse en la actual situación, con una gran mancha de azufre ya casi más grande que la propia isla y, hasta última hora de anoche, unas notables burbujas en superficie que aparecen y desaparecen provenientes de las profundidades. Si todo continúa como va, en horas o días se podrían llegar a ver las siguientes fases, esto es, unas enormes columnas de humo que pueden alcanzar hasta los quinientos metros de altura tras ser despedidas a gran presión por los gases emanados del fondo del mar y, lo más espectacular de todo, unas explosiones producidas por el contacto del magma a 1.200 grados de temperatura con el agua a medida que el edificio volcánico coja altura desde la fisura abierta en el fondo del mar, estimada a unos ciento cincuenta metros de profundidad.

Pero todo va más rápido de lo esperado. Ayer, a lo largo de todo el día, la enorme mancha de azufre que se extendió desde los alrededores de La Restinga hasta el Faro de Orchilla, es decir, toda la zona sur de la Isla, producía en su interior una especie de 'jacuzzi' debido a los gases que emanan desde el fondo. Unos científicos consideran que son gases y otros apuntan a pequeñas explosiones que se están produciendo aún a bastante profundidad y que no tienen la fuerza suficiente como para despedir material magmático por encima de la superficie.

Ayer fue un día movido para la comunidad científica. A lo largo de toda la jornada los investigadores que estuvieron cara a cara con la 'bestia', sobre todo los que se embarcaron a bordo del buque Profesor Lozano, la embarcación del Instituto Canario de Ciencias del Mar (ICCM) desplazada hasta El Hierro para colaborar con los científicos en la investigación. Allí se tomaron muestras de piedras de lava con el interior repleto de gases que, al contacto con cualquier superficie sólida, partían con facilidad. También se recogieron peces, fundamentalmente cabrillas y gallos, que por la supuesta emanación de gases procedentes de la erupción quedaban casi en estado terrorífico e inerte.

Lo siguiente ahora será calibrar la calidad ambiental de La Restinga, detalle que permitirá evaluar con mayor precisión la decisión de permitir el acceso de los vecinos al pueblo. Esta decisión, a pesar de que el domingo el presidente del Gobierno de Canarias Paulino Rivero comunicó que los vecinos podrán volcer a sus casas debido a que la aparición de la parte peligrosa de la erupción se podría prever con unas siete u ocho horas de antelación, se adoptó en vista de "la evolución en las últimas 24 horas del proceso eruptivo que se desarrolla cerca de la costa de La Restinga" y a la espera de que se realice un análisis de la calidad ambiental de la zona. Debido a la cercanía de la mancha de azufre que se expande por el Mar de Las Calmas y que hoy podría afectar incluso al propio muelle de la pequeña localidad pesquera, la decisión de la vuelta al pueblo de los vecinos se pospondrá hasta hoy.

La isla sigue en la 'UVI'

Debido a la aceleración del proceso volcánico, los científicos acentúan también el control sobre la Isla. De esta forma, ayer el buque Profesor Lozano, además de tomar muestras de piroclastos y peces, efectuó un "muestreo hidrológico con sonda multiparamétrica con toma de muestras de agua para caracterización biogeoquímica (temperatura, salinidad, ph, clorofila, turbidez, oxígeno disuelto, gases y nutrientes) del área". Asimismo, se ha procedido a la monitorización en modo contínuo de las concentraciones de vapor de H20, CO2, H2S, SO2, y HCI en el aire ambiente, así como la caracterización de ruido submarino mediante hidrófonos y avistamiento de cetáceos.

En este momento de la erupción volcánica y sin tener del todo claro a la profundidad a la que se encuentra el edifico insular que se construye bajo el agua, los científicos esperan con emoción el siguiente paso del proceso, que no es otro que la aparición de enormes cortinas de vapor de agua sobre la superficie marina que podrían alcanzar entre cien y quinientos metros de altura, producidas por las fuertes emanaciones de gases del fondo. A medida que crece lo conocido como edificio insular, las posibilidades de explosión crecen. Dicha explosión es el fenómeno inmediatamente posterior a las columnas de humo del proceso y, además, el más peligros. Podría expulsar material magmático a varios kilómetros de distancia. La ciencia aguarda el espectáculo.