¿Y si bajo El Hierro hubiera varios procesos eruptivos en curso? El grupo de científicos que le toma las constantes vitales a la isla del Meridiano ya no se atreve a asegurar que bajo el edificio insular de la más joven de las Canarias existe en este momento un solo proceso eruptivo que serpentea en las profundidades. Con el nuevo escenario que se ha generado a lo largo de la última semana, con la expulsión de material magmático en el sur y fuertes temblores en el norte, no se descarta la posibilidad de que en estos momentos existan al menos dos procesos eruptivos diferenciados, que podrían estar actuando por su cuenta a cada lado de la isla.

Lo que sí parece claro es que el volcán de El Hierro esconde una cantidad de magma inmensa. Después de los cálculos más recientes efectuados, a partir, sobre todo, de la deformación de la isla, la cantidad de material magmático que se oculta en las profundidades es de aproximadamente un kilómetro cúbico, esto es, mil millones de metros cúbicos, una cantidad veinte veces superior a la que se creía en un principio. Esto, según los científicos, es magma suficiente como para generar una erupción similar a la que durante seis años en varias etapas desde 1730 hasta 1736 alimentó el Timanfaya, en Lanzarote. Todo ello, claro está, en el supuesto de que el volcán se decida a expulsar todo el material que lleva dentro, algo que no siempre ocurre. No se descarta en estos momentos que en El Hierro se pueda producir un proceso que tarde hasta más de un año en finalizar, aunque también puede concluir en cuestión de días.

Pero los científicos están ya trabajando con la idea de que puedan existir al menos dos procesos eruptivos en curso, uno en el norte y otro en el sur. Una cámara magmática situada por debajo de la corteza terrestre albergaría la cifra del kilómetro cúbico de magma, y desde allí se podría estar trasmitiendo energía en vertical a dos procesos distintos separados entre sí. Con esta teoría se explicaría perfectamente la situación que vive en estos últimos días El Hierro.

Desde el pasado día 10 de octubre, una erupción fisural abierta en el sur, en las profundidades del mar de Las Calmas, expulsa magma a una profundidad de unos doscientos metros. Con casi un mes de erupción y después de que pareciera que se había frenado tras una primera semana de gran actividad, desde el pasado jueves aparecieron nuevas manchas de azufre, esta vez más cerca del mar, que llegaron incluso el sábado a provocar al menos dos explosiones que expulsaron cenizas y piedras a unos veinte metros de altura. Probablemente el edificio volcánico que se construye con la expulsión de magma ha crecido y genera las explosiones, motivo por el cual desde el sábado el pueblo de La Restinga está desalojado ante el riesgo de que se produzcan explosiones mucho más peligrosas.

Diferente escenario

En el norte el escenario es diferente. No se tiene constancia de que el magma está saliendo por ninguna fisura y la situación es de una notable sismicidad, que el pasado viernes llegó a provocar un terremoto de 4,4 grados en las escala Richter que fue sentido hasta en Tenerife y La Gomera. Tras este terremoto se produjeron otros sucesivos a lo largo del sábado y el domingo cuya magnitud alcanzó los 3.9 grados en la escala Richter; el último de ellos, en la tarde de ayer.

Por estos dos escenarios tan diferenciados los científicos empiezan a pensar que es posible que en El Hierro se estén produciendo dos fenómenos eruptivos diferentes, aunque la posibilidad de que sea uno solo cuyo magma circule a lo largo de un carril por las profundidades de la isla tampoco está descartada. Incluso, otra tercera teoría estudia la posibilidad de que un tercer proceso busque también salida por el centro de la isla. Esta se basa en que, dentro de los terremotos que se sienten en El Hierro durante la última semana, un grupo de ellos se asocia en torno a los 20-25 kilómetros de profundidad y, otro, está situado entre los 10-15 kilómetros de profundidad. Lo que sí parece del todo claro es que el volcán de El Hierro no es un volcán cualquiera. Guarda material magmático suficiente como para no descartar ninguna teoría.