Los científicos emplean los gliders para la exploración oceanográfica y gracias a estos artefactos no tripulados y guiados por control remoto toman datos (parámetros biológicos, químicos y geológicos del agua). "Puede sernos muy útil para monitorizar las manchas que está provocando el volcán en superficie y conocer, por ejemplo, el grado de autodepuración del agua", explica Antonio González Ramos, investigador de la ULPGC.

Sin embargo, en plena fase eruptiva, el uso del planeador submarino presenta limitaciones. "Para trabajar en la Zona Cero, sobre la boca, habrá que esperar a que finalice esa fase y no haya emisión de piroclastos u otros materiales. Ahora mismo es impensable". Entonces, el glider podría fotografiar y tomar datos haciendo perfiles de la columna de agua de 0 a 150 metros de altura, teniendo en cuenta que el foco en la actualidad se encuentra a 200 metros.

La monitorización de la realidad del océano en la zona afectada podría efectuarse, también, sin aguardar a que concluya la erupción. "El glider podría navegar en aguas cercanas, dependiendo de dónde esté el cono volcánico, pero fuera de la zona donde está la mancha".