Investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) buscan financiación para realizar una campaña científica que utilice un planeador submarino o glider en las aguas en donde desde hace más de un mes se produce el fenómeno eruptivo volcánico de El Hierro.

La misión es considerada de alto valor científico teniendo en cuenta que el uso en este episodio geológico del droide (un vehículo autónomo submarino que se mueve por control remoto) sería inédito en el mundo, según Antonio González Ramos, profesor de la Facultad de Ciencias del Mar de la ULPGC e investigador del equipo de división de robótica y oceanografía computacional del Instituto Universitario de Sistemas Inteligentes y Aplicaciones Numéricas en la Ingeniería (Siani) de la Universidad grancanaria.

González Ramos y su equipo tienen reconocida experiencia internacional en campañas científicas utilizando gliders pues ellos pilotaron el robot submarino conocido con el nombre de Piolín desde la costa este norteamericana hasta la costa de Vigo en 2009, junto a sus socios de la Universidad de Rutgers (de Jersey, en Estados Unidos).

Además, en la actualidad los investigadores de la Universidad grancanaria y sus mismos socios norteamericanos trabajan en una nueva misión con el droide apodado Silbo, la Challenger 1, que pretende marcar un hito en la investigación oceanográfica con la navegación alrededor del mundo. El glider, que partió de Islandia, se encuentra ahora en el archipiélago de las Azores desde donde navegará hacia Canarias.

A los científicos canarios se les presenta una oportunidad única de explorar el fenómeno que sucede bajo las aguas al sur de la isla herreña. "Sería la primera experiencia en el mundo de poder estudiar una erupción volcánica submarina en el lugar en el que se está produciendo", señaló González Ramos.

El único precedente es el fenómeno que se registró en agosto de 2006 en Tonga, en la Polinesia, que acabó provocando la salida a superficie del volcán y la formación de un atolón. "Fue muy parecido al de El Hierro pero su estudio no ofreció las posibilidades que tiene el volcán canario".

Un glider cuesta alrededor de 150.000 euros aunque el artefacto puede ser subcontratado para una misión científica por unos 70.000 euros.

La cuestión es hallar quienes estén dispuestos a sufragar ese coste y el total que entraña una campaña de investigación de estas características.

Por lo pronto, los socios norteamericanos en las misiones de Piolín y la actual del Challenger 1, parecen no estar por la labor. "Se lo propuse hace tres semanas pero no han respondido, lo que se puede interpretar como un no", reconoce Antonio González Ramos. "Desde luego, no utilizando Silbo. En todo caso, con otro glider", concluyó.