La película argentina Sip'Ohi - El lugar del manduré, segunda propuesta de la sección a concurso del 13 Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, plantea una mirada sobre las tradiciones de una comunidad indígena del norte de Argentina en la línea de establecer nexos con la sociedad occidental.

Su director, Salvador Lingiardi, señaló ayer tras el pase de prensa que la película "no es en realidad un documental sobre indígenas sino que son ellos quienes toman el protagonismo de manera directa para hablar de su vida". El rodaje se desarrolló durante un mes y medio en la selva de Chaqueño, en el norte de Argentina, y el hilo narrativo parte de Gustavo Salvatierra, un investigador de la tribu wichi y su cultura, y sobre todo de la implicación de los indígenas que tienen en el lenguaje y la tradición oral la mejor herramienta para conservar su cultura milenaria.

Según Lingiardi hay dos grandes problemas de adaptabilidad para los wichi. El primero parte de su sistema económico ya que los indígenas se basan en la recolección, mientras que en la civilización occidental el dinero es la clave. El segundo sería la religión ya que se les obliga a desprenderse de sus propios dioses.

La cinta se cierra con varios minutos de pantalla en negro "para buscar el ambiente de un cine a oscuras donde sólo se escuchen los relatos" según su director. "Fue una decisión arriesgada pero estamos satisfechos, ha funcionado muy bien". El director se mostró crítico con la política de integración hacia las comunidades indígenas en Hispanoamérica y aseguró que aún hoy "existe mucha marginación con estas personas, a pesar de que más de la mitad de la población en Argentina desciende de ellos". Pero ha sido en el siglo XX cuando más genocidios y matanzas se han producido y han sido por parte del propio gobierno argentino. Sea como fuera, el film propone una visión diferente y fascinante el cine etnográfico.