Diana Cortés Pardo, nacida en Barcelona hace 83 años pero afincada en Gran Canaria, junto a su marido, el isleño Nicolás Cáceres, trazó una estrategia con el corazón. Admiradora del piloto polaco Robert Kubica, la gran atracción del Rally Islas Canarias El Corte Inglés, redactó una emotiva carta, en la que le hacía llegar su misión. Una aventura que acabó con la epístola en mil pedazos y en la basura.

La veterana seguidora, ayer, y al término del sexto tramo de la primera etapa -sobre las 15.00 h.-, esperó junto a la carpa de asistencia de Citroën. Iluminada, abre el sobre y lee la carta escrita con su puño y letra. 'Señor Robert Kubica: Me dirijo a usted, con todo el cariño del mundo, deseándole una recuperación total de su mano. Mi esposo y yo no tenemos hijos, y hemos cumplido ya los ochenta años. Nos encanta la fórmula uno pero nos falta un magnífico piloto que es usted. El motivo de estas letras es que mi esposo y yo vamos a cumplir sesenta años de matrimonio y yo quisiera hacerle el regalo que más feliz le hiciese. Y saber como se encuentra; ya que le consideramos como un miembro de nuestra familia. Vemos las carreras por televisión y siempre la tenemos presente, muchas veces hemos tratado de localizarlo pero no lo hemos conseguido (...) Hoy -ayer para el lector- lograremos nuestro gran sueño. Felicidades'.

El corazón de Diana se dispara. Detrás del Edificio Miller, en la zona de asistencia, aparece el ídolo. El polaco no se detiene, ante la insistencia de los seguidores, y tampoco responde a su fan número uno, que ha trabajado toda su vida de ama de casa. Cortés no se rinde. "Tengo una carta para ti...".

El piloto, junto a su equipo, solo piensa en la carrera. "Tengo que comer; más tarde", exclama .

Pasan los minutos y las plegarias de la veterana incondicional acaba con el manuscrito en un contenedor. "No merece la pena".

El hastío de Diana Cortés llega tras unos meses pegada al teléfono."He llamado a Maranello (Italia), donde se encuentra la sede de Ferrari, para hablar con Fernando Alonso. Me han dicho que era muy amigo de Kubica. Al final, supe que venía a la Isla y he llamado a los concesionarios para llevar a cabo el regalo -los sesenta años de matrimonio, que se cumplen el próximo 17 de abril-. "Sé que a él -a Nicolás- le hubiese hecho ilusión, he venido sin decírselo".

Los accidentes de Kubica abrieron el corazón de Cortés, que apadrinó al polaco. "Era como un hijo, por eso le escribí con el corazón". Decepcionada, vuelve a casa. Le espera su marido, recién operado de cataratas y casi ciego. El gesto de amor terminó en la basura.