El concepto de tiranía ha degenerado con los siglos. Ahora está relacionado con ese gobierno o dictador que ejerce el poder de una manera cruel y abusiva, pero en su origen, en la Antigua Grecia, el tirano podía ser justo con el pueblo y hasta benévolo con la oposición. En la mayoría de los casos incluso acababan desarrollando de una manera notable la economía, la cultura y hasta la igualdad social en sus ciudades-Estado y respetaban la libertad de expresión. Así, lo único que tienen en común el significado antiguo con el actual es que el poder está concentrado en una sola persona.

Varios siglos después, en la España baloncestística el poder está concentrado en el Real Madrid, que ejerce su dominio de una manera aplastante para alegría de sus seguidores y admiración de todo el continente. Ya llevan tres Copas del Rey consecutivas y cuatro en las últimas cinco ediciones; así como tres de las últimas cuatro Ligas y una Euroliga. Todo ese festival de títulos ha llegado con Pablo Laso, Sergio Llull y Felipe Reyes en el equipo. La última evolución a un proyecto en el que también han sobresalido Sergio Rodríguez, Nikola Mirotic o Rudy Fernández, todavía en el plantel, es la que ha dado el fenómeno Luka Doncic, que está ante su primera Copa del Rey con un papel protagonista.

Los ojos en Luka Doncic

El esloveno, un prodigio que apunta a ser uno de los primeros en el draft de la NBA en 2018, ya se ha vestido de líder del equipo a sus 17 años. Ha sido capaz de meterle 23 puntos al Fuenlabrada, 17 al Efes y al Zalgiris Kaunas y 16 al Baskonia. Es una barbidad. Ha llenado el vacío que dejó Sergio Rodríguez, la baja más sensible de los blancos en el pasado verano. Pero el verdadero líder del equipo sigue siendo Sergio Llull y su pasmosa facilidad para ser el héroe en los finales igualados. Además, Pablo Laso dispone de un enorme poderío interior con Anthony Randolph y Gustavo Ayón, de la puntería exterior de Jaycee Carroll y de la experiencia de Rudy Fernández, Felipe Reyes y Andrés Nocioni.

La impresionante plantilla de Pablo Laso tendrá como primer rival al MoraBanc Andorra en la eliminatorio a priori más desequilibrado, pues el cuadro del Principado llega como octavo clasificado y los blancos como líderes de la Liga y de la Euroliga. Giorgi Shermadini es la referencia de un equipo que vuelve a la cita 22 años después. El gigante georgiano, de 2,16 metros, tiene un espectacular promedio de 14 puntos y 7 rebotes, lo que le convierte en el tercer mejor jugador de la temporada en cuanto a valoración con 21.

Shermadini y mucho más

Pero el Andorra no acaba en Shermadini. Empieza en Andrew Albicy, un base francés que lidera el apartado de asistencias de la Liga con 7,7 y ordena a su equipo a la perfección. La puntería desde el exterior la ponen el estadounidense David Walker y el checo David Jelinek con 8 y 11 puntos anotados por partido, respectivamente. La perla también georgiana Beka Burjanadze, con 10 puntos, amenaza por todas partes con su 2,01 de estatura. Burjanadze, junto al serbio Oliver Stevic, aportan una valiosa ayuda a Shermadini en la pintura. Y la potencia física la pone Thanasis Antetokounmpo, hermano de Giannis, una de las sensaciones de la NBA y que se asemeja a su hermano pequeño en su capacidad para correr, defender y saltar.

Con todo ello el Andorra busca una misión casi imposible. Pero el conjunto de Joan Peñarroya, que no cuenta con el ex del Granca Nacho Martín por lesión, ya puso en serios aprietos al Madrid en el duelo de Liga. Exigieron hasta el límite a los de Pablo Laso y solo cedieron en la prórroga (96-92) por culpa de otra imponente actuación de Sergio Llull, autor de 23 puntos.

Y el duelo que se antoja clave, el de Shermadini contra Ayón en la pintura, resultó colosal. 21 puntos y 15 rebotes registró el georgiano para 41 de valoración, mientras que el mexicano sumó 14 puntos y 15 rebotes para 30 de valoración, en ambos casos la mejor marca de la temporada. Con ese currículum, y después de que el Real Madrid recordara el domingo en Málaga, con su derrota frente al Unicaja, que también es humano, el MoraBanc quiere retar al tirano.