Bajando la cuesta del aeroclub de Berriel se esconde una ciudad sobre ruedas. Igual en verano o en invierno, los campistas tienen en la caravana su residencia. Aquí hay duchas, hay agua, vecinos, calles, tienda y hay de todo. Son muchos los que prefieren estar en el camping a un hotel, en la variedad está el gusto.

"Estoy terminando el potaje, pasa para dentro". Pino González está cocinando delante de su caravana. Lleva dos meses sin moverse del lugar, y "¡ni pienso! Me operaron hace poco de las rodillas y el médico me mandó reposo, aquí con la playa ahí al lado estoy mejor que en mi casa". Fuera la espera Josefa Habes, vecinas y ya amigas, "vengo de darme una ducha, que estuve limpiando y recogiendo la rulot".

En agosto es temporada alta en el barrio, por eso hacen una fiesta la semana que viene, como la de cualquier pueblo, pero sin alcalde ni santo. "Aquí lo pasamos muy bien, además los chiquillos están como locos corriendo todo el día arriba y abajo", cuenta Yolanda González, que acaba de venir de fregar la loza y está sentada en el patio de su caravana con dos amigas.

María Marrero y Domingo Medina son un matrimonio que lleva ocho semanas sin moverse, "bueno, de vez en cuando subimos a nuestra casa para limpiar y airearla". Durante este tiempo, se han entretenido en plantar un huerto. Esta mañana recogieron judías, unas calabazas y unas piñas, "y con cuatro cosas que tenía por aquí acabo de terminar un guiso", cuenta María.

La madre de Brian y Derek está preparando macarrones mientras los niños juegan dentro al parchís. Esta familia cuenta con el privilegio de tener la caravana más grande todo el camping. Una litera de tres camas, la cama de matrimonio, el baño, el salón comedor, y en la terraza, cocina, salita con televisor y ropero. Solo se echa de menos un cuarto de aperos. Una suite con ruedas a la que vienen durante todo el año, pero de la que no salen desde que los chiquillos terminan las clases. Muchos se conocen desde que se hacían las acampadas en la zona del barranco, pero el Ayuntamiento las prohibió. Ahora han tenido que pagar una inscripción, además de una cuota mensual, como el alquiler de un piso. Sin embargo, todos reconocen que así están mucho mejor, pues tienen agua, duchas y fregaderos de uso común. Los camping son una alternativa para pasar el verano con la familia en un espacio propio. Con la casa a cuestas las posibilidades se amplían. Y si no se está a gusto, todo se arregla con arrancar el motor, recoger la huerta y aparcar en otro sitio.