Tres cosas quedan claras cuando se pasa media mañana con la estrella americana de cine Willem Dafoe: que, afortunadamente, no se ha hecho la cirugía plástica; que está harto de responder cuestiones sobre su papel de Duende Verde en la saga Spiderman y que sus interpretaciones surgen de "implicarse emocionalmente en los proyectos". "Si no es así, si no me sale del estómago, no entiendo este trabajo", dijo ayer en Las Palmas de Gran Canaria.

Aseguró que "poder moverse profesionalmente entre los grandes taquillazos y los títulos más alternativos" es lo que "me sigue motivando de esta profesión. Creo en las historias diferentes y en los tiempos diferentes para cada una de ellas. Es como lo que sucede con la comida: siempre no quieres alimentarte de lo mismo; apetece cambiar", añadió antes de asegurar que "lo importante es buscar el equilibrio entre grandes y pequeñas producciones".

En una multitudinaria rueda de prensa celebrada en el Cicca, el intérprete de El paciente inglés o Arde Misisipí, no dejó pasar tampoco la oportunidad para agradecer el homenaje del certamen grancanario, aunque pretende "seguir rodando películas durante muchos años". "Ustedes dirán que soy un loco", dijo a los periodistas, "pero en mi cabeza yo me sigo viendo como un chico de 22 años".

Vocación: la justa

Ese chaval, hijo de un cirujano y una enfermera de Wisconsin, que, a la vista está, no heredó la pasión familiar por la medicina, tuvo sus inicios en el teatro "y todavía hoy trato de colaborar con ellos cuando puedo, aunque nunca tomé la decisión de ser actor. Es ahora, con el tiempo, cuando miro para atrás y veo tantas películas mías que pienso: ¡soy actor!", explicó este intérprete, que actualmente reside en Italia, donde vive con su esposa, Giada Colagrande, que lo ha dirigido en dos películas.

"Es complicado trabajar siempre con tu mujer, pero también es una experiencia muy buena porque con tu pareja alcanzas grados de intimidad mayores. También es un placer", prosiguió, "participar de todo el proyecto, desde su gestación hasta su desarrollo y, finalmente, su filmación". Según Dafoe, nacido en 1955, "es un lujo en esta profesión vivir desde dentro una película, desde el inicio al final".

Sobre la relación que ha mantenido con los directores que ha trabajado, contó que "las hubo de todas las maneras, porque con cada director o cada película la situación es distinta. Con unos, logras una relación de intimidad enorme, que ayuda a la hora de interpretar por el grado de implicación que logramos ambos. Sin embargo, hay otros casos en los cuales todo está medido de manera muy profesional y entonces tú llegas, haces lo que te han dicho que debes hacer y te vas. Trabajas al lado del director, pero no codo con codo, y como yo soy víctima de mis contradicciones, diría que también en esas ocasiones el trabajo es muy satisfactorio", admitía con esa sonrisa enorme, maligna incluso, que le ha hecho famoso en todo el planeta.

Elección de guiones

Resultó ayer también curioso ver en Las Palmas de Gran Canaria a una megaestrella, con un recorrido como el de Dafoe, tratando de ocultar, o de darle un toque romántico, a cuáles son realmente las teclas que activan su olfato interpretativo. "Decido los papeles que hago dependiendo de cómo me deje el guión tras una primera lectura. Luego te preparas, pero te preparas para todo igual. No por hacer un tipo de papel, más duro si se quiere, trabajo de forma diferente", contestó acerca de si le fue más difícil hacer de bueno buenísimo en La última tentación de Cristo o del malo de las dos primeras Spiderman.

Fue precisamente hablando sobre ese papel del Duende Verde cuando explicó que no le gusta "nada" la novela gráfica. "No me interesa el cómic, no lo leí de niño y no la leí para preparar los filmes de Spiderman", dijo con la sonrisa congelada y fulminando, amablemente, con sus ojos azules al periodista que le interrogó sobre la saga del hombre araña. Ni uno más de los presentes mentó la bicha en lo que quedaba de rueda de prensa.

Como dato simpático de la jornada, la presencia ayer en la sala del Cicca de la suegra del actor, "que vive en La Palma", dijo él. "A mí me habían hablado bien del festival grancanario", contó, "pero también fue importante venir y aprovechar el viaje para ver a mi suegra". Ella se partía de risa entre el público.