Giada Colagrande (1975) presentó ayer en el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria su última película, A woman, protagonizada por su marido, Willem Dafoe. Un filme que gira sobre la obsesión de una mujer respecto a la anterior esposa de su pareja. La cinta que contó con un ajustado presupuesto y fue rodada en sólo cuatro semanas.

- ¿Cómo fue la experiencia de dirigir a su marido, Willem Dafoe?

- Esta es la segunda vez que Willem participa en una de mis películas. En esta ocasión fue bastante duro porque teníamos poco presupuesto y sólo disponíamos de cuatro semanas. Willem se convirtió en una ayuda esencial porque él es muy entregado. Es un actor muy accesible, algo que le viene de su faceta en el teatro independiente, en el que lleva 30 años. A lo mejor llega de rodar Spiderman con un séquito de 20 personas a su alrededor y al día siguiente va a su compañía de teatro donde tiene que limpiar el baño él mismo. Está ahí en los momentos buenos y malos. Además, es una persona que trabaja muy duro, por eso todo lo convierte en algo tan intenso.

- ¿Tuvo claro desde el principio quiénes iban a ser los protagonistas de A Woman?

- Cuando empecé a escribir el guión tuve claro desde el primer momento que el protagonista era Willem. Todos los personajes son gente conocida por nosotros, echamos mano de la madre de la productora, del amigo de alguien... Salvo en el caso del personaje de Jules. Lo bueno es que logramos mantener este clima tan familiar.

- ¿Cómo se rueda una película con un presupuesto tan ajustado y tan pocas semanas de rodaje?

- Lo que peor llevo es la falta de tiempo. Prefiero no tener recursos, pero con suficiente tiempo soy capaz de desarrollar cualquier cosa. Una prueba de ello es mi primera película, que la hice con un presupuesto de 5.000 euros, pero tuve siete meses para rodarla. La verdad es que costó realizar A Woman por esta falta de tiempo, pero al final se hizo. El equipo me lo facilitó mucho y pude concentrarme en los actores. Todo el mundo trabajaba en estrecha colaboración. Desde el principio tuve claro que quería una película muy pequeña, muy independiente y que funcionara con poco presupuesto. Como si se tratara de una película casera. No quería salir a buscar financiación externa, por ejemplo, a través de una productora. Eso tiene una serie de limitaciones, como de recursos económicos, pero también tiene una serie de ventajas, como son el compromiso y la libertad. No contaba con muchos recursos económicos ni mucho tiempo, sólo cuatro semanas, lo que arrojaba cierta incertidumbre sobre el resultado fi-nal, pero tenía la intencionalidad muy clara. Para mí ha sido una grata sorpresa ver el resultado final.