Falta de transparencia, complejidad del producto y la falta de información son algunos de los motivos por los que ahora unos 46.500 europeos, de los que 7.000 son españoles, podrían poner contra las cuerdas a Triodos Bank por la venta de los CDA. “Todos estos clientes han perdido en el último año el 30% del valor de su inversión, además al no estar protegidas ni garantizadas por el Fondo de Garantía de Depósitos, no se garantiza de ninguna manera la recuperación del capital invertido”, señala María Serrano de Arriaga Asociados.

En concreto, los CDA se intercambiaban en enero de 2021 por 84 euros y en febrero de 2022 anunció un programa de recompra por 59 euros por título. Sin embargo, este mes de agosto Triodos Bank ha descartado la recompra de sus CDA y propone un dividendo extraordinario de 1,01 euros, antes de impuestos, por cada CDA.

Desde este bufete de abogados explican que el funcionamiento de los CDA en la entidad era muy similar a un sistema piramidal; puede entenderse que con la compraventa de estos certificados se financiaba el banco que pagaba los dividendos de los titulares a través del precio de abono de compra que pagaban los nuevos clientes.

Pero, ¿qué son los CDA? Los Certificados de Depósito para Acciones de Triodos Bank (CDA) son un producto de inversión en los que sus dueños poseen derechos económicos de las acciones, pero sin derecho a voto. Están remuneradas con un tipo de interés que puede ser fijo o variable y que viene determinado por el volumen de participación.

La inversión en CDA no está protegida ni garantizada por el Fondo de Garantía de Depósitos o similar. Es decir, no garantizan de ninguna manera la recuperación del capital invertido. “Pese a su nombre, no son depósitos ni acciones. Se trata de un producto clasificado como complejo y que guarda gran similitud con las participaciones preferentes. Es un producto bancario de riesgo 6 en una escala de 6, por este carácter complejo y su perpetuidad”, explica María Serrano.

Por su parte, Antonio Gallardo experto de Banqmi, el comparador financiero de iAhorro, destaca que ahora hay que dilucidar si a la hora de comercializar estos productos no se informó de forma adecuada a quien los adquiría sobre sus riesgos. “Por ejemplo, la inclusión de la palabra “depósito” sin esta adecuada explicación de los riesgos ha podido conllevar que algunos usuarios lo adquirieran creyendo que era un valor seguro”, matiza.

Los CDA han sido clasificados como producto complejo, no tienen un plazo de vencimiento esto provoca que tenga un carácter perpetúo. El banco no puede abonar dividendos y no son canjeables por acciones, es más fuera de este mercado interno, los CDA no tienen ningún valor. Tampoco cotizan en un mercado abierto, como ocurre en la Bolsa, sino que su precio se fija de manera interna, en función de distintos aspectos contables y de la evolución del banco en el año. Es decir, la ley de la oferta y la demanda no marca este precio, sino que se actualiza anualmente.

Estas características acercan a los CDA a las preferentes más que aun depósito. “Ambos no son productos de ahorro, sino de inversión, en concreto refuerzan el capital de quien los emite. Al ser productos de inversión no se asegura su capital y a la hora de vender pueden encontrarse no solo con problemas para su venta sino también con importantes pérdidas”, comenta Antonio Gallardo.