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Ramón de la Rocha (EFE) | Europa Press
Ver galería >Silencio en el muelle. De fondo, algún grito desde la playa y el pueblo. La Guardamar Talía entró en la bocana del Puerto tinerfeño de Los Cristianos pasadas las 20:20 horas de ayer con los 24 cuerpos sin vida en el fondo del cayuco fantasma que ha puesto un nuevo hito trágico en el proceso migratorio desde África hacia Europa a través del Atlántico. Entre los fallecidos había 22 adultos y dos menores, todos varones y de origen subsahariano. Los colores de su casco, blanco y azul, difícilmente hacen posible imaginar el sufrimiento que pasaron sus ocupantes durante 22 días en medio del océano. Cinco minutos antes de las ocho y media de la tarde, la embarcación de Salvamento Marítimo soltaba la barcaza y entregaba el cabo a los ocupantes de una lancha para remolcarla hasta el punto de atraque.
Silencio en el muelle. De fondo, algún grito desde la playa y el pueblo. La Guardamar Talía entró en la bocana del Puerto tinerfeño de Los Cristianos pasadas las 20:20 horas de ayer con los 24 cuerpos sin vida en el fondo del cayuco fantasma que ha puesto un nuevo hito trágico en el proceso migratorio desde África hacia Europa a través del Atlántico. Entre los fallecidos había 22 adultos y dos menores, todos varones y de origen subsahariano. Los colores de su casco, blanco y azul, difícilmente hacen posible imaginar el sufrimiento que pasaron sus ocupantes durante 22 días en medio del océano. Cinco minutos antes de las ocho y media de la tarde, la embarcación de Salvamento Marítimo soltaba la barcaza y entregaba el cabo a los ocupantes de una lancha para remolcarla hasta el punto de atraque.
Silencio en el muelle. De fondo, algún grito desde la playa y el pueblo. La Guardamar Talía entró en la bocana del Puerto tinerfeño de Los Cristianos pasadas las 20:20 horas de ayer con los 24 cuerpos sin vida en el fondo del cayuco fantasma que ha puesto un nuevo hito trágico en el proceso migratorio desde África hacia Europa a través del Atlántico. Entre los fallecidos había 22 adultos y dos menores, todos varones y de origen subsahariano. Los colores de su casco, blanco y azul, difícilmente hacen posible imaginar el sufrimiento que pasaron sus ocupantes durante 22 días en medio del océano. Cinco minutos antes de las ocho y media de la tarde, la embarcación de Salvamento Marítimo soltaba la barcaza y entregaba el cabo a los ocupantes de una lancha para remolcarla hasta el punto de atraque.
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