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Andrés Cruz
Ver galería >Nadie puede explicar exactamente qué siente cuando la imagen del Cristo de Telde es descolgada de la hornacina del altar mayor y desciende lenta y solemnemente mientras sus porteadores bajan los 25 peldaños de las dos escaleras habilitadas para tal desempeño. "Es como si Cristo volviera una vez más a la tierra", atina a decir emocionada Dolores Mederos mientras su amiga María Teresa Castellano asiente a su lado. "Es algo muy grande". Es tanta su devoción que cada año vienen de Gáldar junto a medio centenar de amigos en una guagua que alquilan para presenciar dos de los momentos más importantes de las fiestas del Santo Cristo, la Bajada y la Subida.
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Nadie puede explicar exactamente qué siente cuando la imagen del Cristo de Telde es descolgada de la hornacina del altar mayor y desciende lenta y solemnemente mientras sus porteadores bajan los 25 peldaños de las dos escaleras habilitadas para tal desempeño. "Es como si Cristo volviera una vez más a la tierra", atina a decir emocionada Dolores Mederos mientras su amiga María Teresa Castellano asiente a su lado. "Es algo muy grande". Es tanta su devoción que cada año vienen de Gáldar junto a medio centenar de amigos en una guagua que alquilan para presenciar dos de los momentos más importantes de las fiestas del Santo Cristo, la Bajada y la Subida.
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Nadie puede explicar exactamente qué siente cuando la imagen del Cristo de Telde es descolgada de la hornacina del altar mayor y desciende lenta y solemnemente mientras sus porteadores bajan los 25 peldaños de las dos escaleras habilitadas para tal desempeño. "Es como si Cristo volviera una vez más a la tierra", atina a decir emocionada Dolores Mederos mientras su amiga María Teresa Castellano asiente a su lado. "Es algo muy grande". Es tanta su devoción que cada año vienen de Gáldar junto a medio centenar de amigos en una guagua que alquilan para presenciar dos de los momentos más importantes de las fiestas del Santo Cristo, la Bajada y la Subida.
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