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Juan Castro
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Cuando solo tenía 17 años, Juan Segura, hoy vecino de Bellavista, salía del hotel donde trabajaba y se acercaba hasta el canódromo de Playa del Inglés para contemplar las carreras de perros «cuando todavía en la zona había muchos tomateros». Por entonces, a principios - mediados de la década de los 80, estas instalaciones fueron todo un atractivo para los visitantes extranjeros y para la afición de los galgos de la capital. Pero hoy, aquellas instalaciones punteras en el Sur, cerradas el 5 de febrero de 1986, están convertidas en un edificio en ruinas, ocupado por varias personas, rodeado por una parcela llena de basura y en condiciones de insalubridad que, según los vecinos de la zona, provoca un importante daño social pues en los alrededores viven cientos de personas, se han realizado importantes inversiones empresariales y a apenas 500 metros están los primeros hoteles y el edificio está a la vista de los turistas. Los vecinos reclaman su demolición.
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Cuando solo tenía 17 años, Juan Segura, hoy vecino de Bellavista, salía del hotel donde trabajaba y se acercaba hasta el canódromo de Playa del Inglés para contemplar las carreras de perros «cuando todavía en la zona había muchos tomateros». Por entonces, a principios - mediados de la década de los 80, estas instalaciones fueron todo un atractivo para los visitantes extranjeros y para la afición de los galgos de la capital. Pero hoy, aquellas instalaciones punteras en el Sur, cerradas el 5 de febrero de 1986, están convertidas en un edificio en ruinas, ocupado por varias personas, rodeado por una parcela llena de basura y en condiciones de insalubridad que, según los vecinos de la zona, provoca un importante daño social pues en los alrededores viven cientos de personas, se han realizado importantes inversiones empresariales y a apenas 500 metros están los primeros hoteles y el edificio está a la vista de los turistas. Los vecinos reclaman su demolición.
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Cuando solo tenía 17 años, Juan Segura, hoy vecino de Bellavista, salía del hotel donde trabajaba y se acercaba hasta el canódromo de Playa del Inglés para contemplar las carreras de perros «cuando todavía en la zona había muchos tomateros». Por entonces, a principios - mediados de la década de los 80, estas instalaciones fueron todo un atractivo para los visitantes extranjeros y para la afición de los galgos de la capital. Pero hoy, aquellas instalaciones punteras en el Sur, cerradas el 5 de febrero de 1986, están convertidas en un edificio en ruinas, ocupado por varias personas, rodeado por una parcela llena de basura y en condiciones de insalubridad que, según los vecinos de la zona, provoca un importante daño social pues en los alrededores viven cientos de personas, se han realizado importantes inversiones empresariales y a apenas 500 metros están los primeros hoteles y el edificio está a la vista de los turistas. Los vecinos reclaman su demolición.
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Cuando solo tenía 17 años, Juan Segura, hoy vecino de Bellavista, salía del hotel donde trabajaba y se acercaba hasta el canódromo de Playa del Inglés para contemplar las carreras de perros «cuando todavía en la zona había muchos tomateros». Por entonces, a principios - mediados de la década de los 80, estas instalaciones fueron todo un atractivo para los visitantes extranjeros y para la afición de los galgos de la capital. Pero hoy, aquellas instalaciones punteras en el Sur, cerradas el 5 de febrero de 1986, están convertidas en un edificio en ruinas, ocupado por varias personas, rodeado por una parcela llena de basura y en condiciones de insalubridad que, según los vecinos de la zona, provoca un importante daño social pues en los alrededores viven cientos de personas, se han realizado importantes inversiones empresariales y a apenas 500 metros están los primeros hoteles y el edificio está a la vista de los turistas. Los vecinos reclaman su demolición.
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Cuando solo tenía 17 años, Juan Segura, hoy vecino de Bellavista, salía del hotel donde trabajaba y se acercaba hasta el canódromo de Playa del Inglés para contemplar las carreras de perros «cuando todavía en la zona había muchos tomateros». Por entonces, a principios - mediados de la década de los 80, estas instalaciones fueron todo un atractivo para los visitantes extranjeros y para la afición de los galgos de la capital. Pero hoy, aquellas instalaciones punteras en el Sur, cerradas el 5 de febrero de 1986, están convertidas en un edificio en ruinas, ocupado por varias personas, rodeado por una parcela llena de basura y en condiciones de insalubridad que, según los vecinos de la zona, provoca un importante daño social pues en los alrededores viven cientos de personas, se han realizado importantes inversiones empresariales y a apenas 500 metros están los primeros hoteles y el edificio está a la vista de los turistas. Los vecinos reclaman su demolición.
Juan Castro
Cuando solo tenía 17 años, Juan Segura, hoy vecino de Bellavista, salía del hotel donde trabajaba y se acercaba hasta el canódromo de Playa del Inglés para contemplar las carreras de perros «cuando todavía en la zona había muchos tomateros». Por entonces, a principios - mediados de la década de los 80, estas instalaciones fueron todo un atractivo para los visitantes extranjeros y para la afición de los galgos de la capital. Pero hoy, aquellas instalaciones punteras en el Sur, cerradas el 5 de febrero de 1986, están convertidas en un edificio en ruinas, ocupado por varias personas, rodeado por una parcela llena de basura y en condiciones de insalubridad que, según los vecinos de la zona, provoca un importante daño social pues en los alrededores viven cientos de personas, se han realizado importantes inversiones empresariales y a apenas 500 metros están los primeros hoteles y el edificio está a la vista de los turistas. Los vecinos reclaman su demolición.
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Cuando solo tenía 17 años, Juan Segura, hoy vecino de Bellavista, salía del hotel donde trabajaba y se acercaba hasta el canódromo de Playa del Inglés para contemplar las carreras de perros «cuando todavía en la zona había muchos tomateros». Por entonces, a principios - mediados de la década de los 80, estas instalaciones fueron todo un atractivo para los visitantes extranjeros y para la afición de los galgos de la capital. Pero hoy, aquellas instalaciones punteras en el Sur, cerradas el 5 de febrero de 1986, están convertidas en un edificio en ruinas, ocupado por varias personas, rodeado por una parcela llena de basura y en condiciones de insalubridad que, según los vecinos de la zona, provoca un importante daño social pues en los alrededores viven cientos de personas, se han realizado importantes inversiones empresariales y a apenas 500 metros están los primeros hoteles y el edificio está a la vista de los turistas. Los vecinos reclaman su demolición.
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