El fotoperiodista canario Andrés Gutiérrez observa sobre el terreno la situación de Ucrania, un país en guerra tras ser invadido por Rusia el 24 de febrero de 2022. La acción bélica ha provocado millones de desplazados. La cifra aumenta cada día y al mes del conflicto ya suman 10 millones. Al menos 23.000 personas han muertos, en su mayoría civiles. Los bombardeos han dañado cerca de dos millones de edificios e infraestructuras, mientras las pérdidas materiales se cifran en alrededor de 565 millones de dólares estadounidenses.
El último ‘check point’
Andrés Gutiérrez
Un soldado del ejército regular ucraniano patrulla por los alrededores del último check point muy cerca del pueblo de Bilohorodka, a las afueras de Kiev. El militar camina con enorme tensión, mirando en todas las direcciones. El invasor ruso está en ese momento muy cerca, a unos dos o tres kilómetros de esta zona, y se libran duros combates. Llegamos en un vehículo de las defensas territoriales, formadas por civiles y extranjeros. Los soldados nos dejan estar solo unos minutos. Ir más allá es muy peligroso.
Funeral tras funeral
Andrés Gutiérrez
Los funerales se repiten por toda Ucrania, tanto por los militares como por los civiles que han caído durante la invasión rusa. Los ucranianos se esmeran en organizarlos bien y en facilitar el trabajo a los periodistas y cámaras que cubren la guerra. Es una forma de mostrar el horror que sufren miles de familias por todo el país. La escena de este funeral en concreto -con misa en la Iglesia de la Guarnición de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo de Lviv- corresponde al sepelio conjunto de tres soldados caídos en combate en Mikolaiv.
Entrenamiento secreto de civiles
Andrés Gutiérrez
Nadie diría desde la calle que en ese edificio medio en ruinas de las afueras de Lviv hay militares ucranianos entrenando a civiles para repeler la invasión rusa. La formación se da de forma secreta en toda la quinta planta y estos civiles, junto a combatientes extranjeros, pasarán a formar parte de las llamadas defensas territoriales. Muchos piden que no salgan sus rostros por el temor a ser identificados, en especial los preparadores, militares profesionales. En unos días estarán preparados para plantar cara al enemigo ruso.
Un hombre camina en el centro de Kiev, la ciudad fantasma
Andrés Gutiérrez
Hay que esperar para ver a alguien caminar por la calle. Y eso que estamos a plena luz del día y en el centro de Kiev, ante uno de los edificios más monumentales de la capital de Ucrania: la catedral de Santa Sofía, Patrimonio de la Humanidad. El vacío, los permanentes controles militares, los locales cerrados... En el centro de Kiev se nota que hay una guerra en Ucrania, aunque los combates no hayan llegado hasta el corazón de la ciudad. De los tres millones de habitantes no se sabe cuántos quedan. No deben ser muchos.
Entierro en Lviv de soldados ucranianos muertos en Mikolaiv
Andrés Gutiérrez
La ciudad portuaria de Mikolaiv, un punto estratégico que da acceso a Ucrania al mar negro y se encuentra cerca de Odesa, está siendo especialmente castigada por los bombardeos rusos. Los soldados ucranianos no paran de caer en su defensa. En la foto, un entierro en Lviv de soldados muertos en combate en Mikolaiv en la quinta semana de guerra. La foto corresponde a la misa en la Iglesia de la Guarnición de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo de Lviv.
No hay consuelo
Andrés Gutiérrez
Una mujer llora sin consuelo su pérdida durante la misa por el sepelio en Lviv de los soldados muertos en Mikolaiv.
Un hombre arrastra una carretilla entre los escombros en un pueblo destruido a las afueras de Kiev
Andrés Gutiérrez
Algunos pueblos de las afueras de Kiev son un monumento a la destrucción. Donde antes hubo vida ahora solo quedan escombros regados por todos lados. Cuando acaba la batalla, empiezan a salir de sus refugios grupos de ucranianos. Unos deambulan estupefactos mientras descubren la devastación. Van con la mirada perdida. Otros, como este hombre de la foto, ayudan a recoger los restos para apilarlos en un enorme agujero que han dejado las bombas. El ambiente es de enorme tensión.
Pavel, exmilitar de 70 años, entre los escombros de la que fue su casa
Andrés Gutiérrez
En la barriada de Vitryani Hory, en Kiev, me encuentro con una manzana devastada por un misil ruso. La destrucción completa de las fachadas desnuda el interior de las casas. Por eso puedo ver desde la calle, en un piso de uno de los edificios, a un anciano rebuscar entre escombros. Es Pavel, exmilitar ucraniano de 70 años. Le hago indicaciones para ver si me deja subir. Su respuesta es afirmativa. Pavel está en estado de shock. Desde el salón ve todo el barrio. No hacen falta ventanas. La pared ha desaparecido.
Llanto desesperado ante el desastre
Andrés Gutiérrez
En la barriada de Vitryani Hory, en Kiev, me encuentro con una manzana devastada por un misil ruso. La destrucción completa de las fachadas desnuda el interior de las casas y los escombros se amontonan en el exterior, entre coches destrozados y los juegos de un parque infantil. Una mujer regresa de comprar algunos víveres y mientras camina entre los escombros no puede contener el llanto. Su cara es pura desolación.
Una pareja observa el desastre en Kiev desde un mirador
Andrés Gutiérrez
En el primer día en Kiev, capital de Ucrania, un matrimonio camina por el centro. Al fondo se oyen las sirenas y las bombas. Pese a explotar a más de 10 kilómetros, se oyen de forma nítida. El estruendo es terrorífico. Se dirigen a un puente, lo atraviesan y llegan a un mirador. Entonces ella se aferra al brazo del marido. Sin decir palabra, miran al horizonte, al norte, donde se concentran gran parte de las tropas invasoras rusas. Allá está la destrucción, la barbarie, que se acerca poco a poco de forma amenazadora.
Una mujer busca libros entre los escombros de la casa de la cultura de Byshiv
Andrés Gutiérrez
Pueblo de Byshiv. El ejército de Ucrania hizo retroceder hace unos días a los invasores rusos. Llegamos con la Defensa Territorial, una unidad militar compuesta por voluntarios extranjeros. Tardamos una hora desde Kiev, la capital ucraniana. Todo es desolación y destrucción. La mujer de la imagen llevaba más de 30 años acudiendo al edificio del fondo. Es la casa de la cultura de Byshiv. O más bien lo que queda de ella. Bombas rusas la han destrozado. Tras un rato, la mujer se pone a buscar libros entre los escombros.
Un momento de descanso en una cafetería de los alrededores de la estación de trenes de Lviv
Andrés Gutiérrez
Ucranianos que huyen con lo puesto de las bombas rusas, algunos procedentes de pueblos o ciudades muy lejanos, se refugian del intenso frío en las cafeterías que quedan abiertas en los alrededores de la estación de trenes de Lviv. No solo cargan con la tristeza y la indignación, sino también con el agotamiento. Como estas dos mujeres que me encuentro cuando entró en uno de esos locales a tomar un café. La más joven se deja caer sobre la mesa y al momento se queda dormida mientras la otra mira el móvil. Es el agotamiento de la huida.
Un hombre reza por los caídos en una iglesia de Lviv
Andrés Gutiérrez
La emoción se palpa en las iglesias de Ucrania. Desde que comenzó la invasión rusa, muchos ucranianos acuden a los templos a rezar por los vivos... y por los muertos. Lo hacen con una conmoción contenida. Prenden velas reales, cuyo humo iluminan los rayos de sol que se cuelan por las ventanas. Afuera suenan las sirenas y las bombas. Pero no son solo centro de liturgia; también refugios y lugares donde honrar a los caídos. Es el caso de este hombre que repasa un panel con retratos de los fallecidos en un templo de Lviv.
Un muro de lamentaciones por los caídos en Lviv
Andrés Gutiérrez
La emoción se palpa en las iglesias de Ucrania. Desde que comenzó la invasión rusa, muchos ucranianos acuden a los templos a rezar por los vivos... y por los muertos. Lo hacen con una conmoción contenida. Prenden velas reales, cuyo humo iluminan los rayos de sol que se cuelan por las ventanas. Afuera suenan las sirenas y las bombas. Pero no son solo centro de liturgia; también refugios y lugares donde honrar a los caídos. Es el caso de este hombre que repasa un panel con retratos de los fallecidos en un templo de Lviv.
Refugiados en las catacumbas
Andrés Gutiérrez
Los pasadizos de la muerte se convierte en refugios de vida en Ucrania. Los espacios bajo la Iglesia de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo (terminada en 1630), uno de los templos greco-católicos más importantes de Lviv, han pasado de ser catacumbas (galerías de enterramiento) a refugios donde ucranianos se resguardan de las bombas rusas. Cada vez que suenan las alarmas, los pasillos se llenan de familias. Cunde el silencio y una calma tensa. Están atentos a los ruidos de la superficie para saber si ha caído alguna bomba. Un lugar para la muerte convertido en un escondrijo para la vida.
Llanto por un hijo muerto en combate
Andrés Gutiérrez
El féretro está cubierto por una bandera de Ucrania. Suena el himno. La madre y el padre están destrozados, aunque los arropan en todo momento el sacerdote, los familiares y militares que compartieron con el soldado caído en combate los horrores de la guerra. El funeral se celebra en un templo a las afueras de Lviv. Tras la ceremonia religiosa, los asistentes son trasladados en guaguas al cementerio. Una vez que el soldado –muy joven– recibe sepultura, sus padres se llevan la bandera. Pero nada eclipsa su dolor por el hijo muerto en combate.
La despedida más tierna
Andrés Gutiérrez
La niña no quería irse sin papá. La estación de trenes se ha convertido en el centro de las despedidas de Lviv, la sexta ciudad más poblada de Ucrania. Despedidas como la de esta niña que no quería irse sin papá. Estuvo varios minutos abrazándolo y aunque el padre hacía esfuerzos por sonreír para transmitirle tranquilidad, ella no paraba de besarlo y llorar. La escena se repite en medio de las alarmas por posibles ataques rusos. Mujeres y niños que se marchan huyendo de la invasión mientras los padres se tienen que quedar para defender a su país.
Días de huida
Andrés Gutiérrez
Las estaciones de trenes son en Ucrania puntos de inicio de los viajes para escapar de la guerra. La de Lviv, la sexta ciudad más poblada de Ucrania, se ha convertido en el centro de las despedidas de sus ciudadanos que huyen de la guerra tras tres semanas de bombardeos. En un constante goteo de salidas, la imagen se repite en las estaciones de las principales ciudades del país invadido por Rusia.
El dolor de la despedida
Andrés Gutiérrez
La estación de trenes de Lviv, la sexta ciudad más poblada de Ucrania, ha sido testigo de las separaciones de miles de familias, como la de la foto. Las mujeres y los niños se van y los maridos se quedan para luchar. En la despedida, mujeres y hombres se funden en abrazos de incertidumbre. Es la tercera semana de guerra tras la invasión de Ucrania por Rusia.
Un soldado del ejército regular ucraniano patrulla por los alrededores del último check point muy cerca del pueblo de Bilohorodka, a las afueras de Kiev. El militar camina con enorme tensión, mirando en todas las direcciones. El invasor ruso está en ese momento muy cerca, a unos dos o tres kilómetros de esta zona, y se libran duros combates. Llegamos en un vehículo de las defensas territoriales, formadas por civiles y extranjeros. Los soldados nos dejan estar solo unos minutos. Ir más allá es muy peligroso.