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Ver galería >Tras meses de encierro por el coronavirus, el Jardín Canario se ha convertido en una opción muy destacable para volver a la naturaleza y despejarse del ruido y de la vuelta a la rutina cotidiana para muchos capitalinos y grancanarios en general, que ven en su frondosidad y en su fauna una manera de evadirse del confinamiento y la crisis sanitaria.
Andrés Cruz
Tras meses de encierro por el coronavirus, el Jardín Canario se ha convertido en una opción muy destacable para volver a la naturaleza y despejarse del ruido y de la vuelta a la rutina cotidiana para muchos capitalinos y grancanarios en general, que ven en su frondosidad y en su fauna una manera de evadirse del confinamiento y la crisis sanitaria.
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Tras meses de encierro por el coronavirus, el Jardín Canario se ha convertido en una opción muy destacable para volver a la naturaleza y despejarse del ruido y de la vuelta a la rutina cotidiana para muchos capitalinos y grancanarios en general, que ven en su frondosidad y en su fauna una manera de evadirse del confinamiento y la crisis sanitaria.
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Tras meses de encierro por el coronavirus, el Jardín Canario se ha convertido en una opción muy destacable para volver a la naturaleza y despejarse del ruido y de la vuelta a la rutina cotidiana para muchos capitalinos y grancanarios en general, que ven en su frondosidad y en su fauna una manera de evadirse del confinamiento y la crisis sanitaria.
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Tras meses de encierro por el coronavirus, el Jardín Canario se ha convertido en una opción muy destacable para volver a la naturaleza y despejarse del ruido y de la vuelta a la rutina cotidiana para muchos capitalinos y grancanarios en general, que ven en su frondosidad y en su fauna una manera de evadirse del confinamiento y la crisis sanitaria.
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Tras meses de encierro por el coronavirus, el Jardín Canario se ha convertido en una opción muy destacable para volver a la naturaleza y despejarse del ruido y de la vuelta a la rutina cotidiana para muchos capitalinos y grancanarios en general, que ven en su frondosidad y en su fauna una manera de evadirse del confinamiento y la crisis sanitaria.
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Tras meses de encierro por el coronavirus, el Jardín Canario se ha convertido en una opción muy destacable para volver a la naturaleza y despejarse del ruido y de la vuelta a la rutina cotidiana para muchos capitalinos y grancanarios en general, que ven en su frondosidad y en su fauna una manera de evadirse del confinamiento y la crisis sanitaria.
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Tras meses de encierro por el coronavirus, el Jardín Canario se ha convertido en una opción muy destacable para volver a la naturaleza y despejarse del ruido y de la vuelta a la rutina cotidiana para muchos capitalinos y grancanarios en general, que ven en su frondosidad y en su fauna una manera de evadirse del confinamiento y la crisis sanitaria.
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Tras meses de encierro por el coronavirus, el Jardín Canario se ha convertido en una opción muy destacable para volver a la naturaleza y despejarse del ruido y de la vuelta a la rutina cotidiana para muchos capitalinos y grancanarios en general, que ven en su frondosidad y en su fauna una manera de evadirse del confinamiento y la crisis sanitaria.
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Tras meses de encierro por el coronavirus, el Jardín Canario se ha convertido en una opción muy destacable para volver a la naturaleza y despejarse del ruido y de la vuelta a la rutina cotidiana para muchos capitalinos y grancanarios en general, que ven en su frondosidad y en su fauna una manera de evadirse del confinamiento y la crisis sanitaria.
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Tras meses de encierro por el coronavirus, el Jardín Canario se ha convertido en una opción muy destacable para volver a la naturaleza y despejarse del ruido y de la vuelta a la rutina cotidiana para muchos capitalinos y grancanarios en general, que ven en su frondosidad y en su fauna una manera de evadirse del confinamiento y la crisis sanitaria.
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