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Fiestas Fundacionales

Las Palmas de Gran Canaria, ciudad con visión de mujer

Seis mujeres destacadas en la historia y una publicación femenina protagonizan el paseo nocturno a través de las calles de Vegueta y Triana

Las Palmas de Gran Canaria, una ciudad con visión de mujer. Tony Hernández

El devenir de la historia ha tenido tradicionalmente relegado a un segundo plano el papel de la mujer. Las Fiestas Fundacionales han recuperado en esta edición el paseo nocturno a través de Triana y Vegueta, después de tres años sin celebrarse por culpa de la pandemia. Un recorrido por rincones como la plaza de Santa Ana o la calle Mayor de Triana con una visión de mujer. Mujeres que dejaron un legado que se debe, en algunos casos, rescatar del olvido en el que han estado sumidas durante mucho tiempo, tal y como apuntó el cronista oficial de la capital, Juan José Laforet.

A la sombra de la catedral de Santa Ana, varias decenas de personas se agolparon frente a la casa Viera y Clavijo, donde vivió la primera de las protagonistas del recorrido. María Joaquina de Viera y Clavijo (1737-1819) hermana del insigne escritor José de Viera y Clavijo, llegó a la ciudad, «para cuidar de sus hermanos en un tiempo sin igualdad en la educación», según recalcó la doctora Victoria Galván González. Cercana al catolicismo ilustrado, se relacionó con lo más selecto de la economía, la cultura y la política tanto en Las Palmas como en La Laguna.

«Pionera a la hora de autoafirmarse», recalcó Galván, algo insólito en las mujeres de la época, cultivó la poesía y también la escultura. Sus obras literarias eran de corte religioso, referidas a Cristo, aunque desde la sinceridad y en estrecha relación con su vida. En cuanto al a escultura, talló figuras de barro, «ninguna de ellas se conserva», subrayó la experta.

La vida religiosa marcó a las sociedades de antaño. Y si en algo destacó Dolores de la Torre Champsaur, siguiente protagonista de este paseo, fue en su faceta de musicóloga a la hora de recopilar toda la obra musical guardada en los archivos de la catedral. «Fue en este sitio donde se dejó la vista», apuntó la doctora Isabel Saavedra Robaina desde las escaleras de la plaza de los Álamos.

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Paseo nocturno por Triana y Vegueta Tony Hernández

Profesora de música

Lola de la Torre, tal y como la conoció la experta, nació en 1902. Debutó como cantante en un recital de la Escuela Luján Pérez y vivió unos años en Cuba. Fue profesora de música en ambas orillas del Atlántico y sería en Madrid donde conoció a su marido, junto a quien desarrolló su gran labor de musicóloga en los archivos de la catedral durante más de 30 años. En el 54, tras regresar a la capital grancanaria después de un segundo periodo en La Habana, fundó la asociación de Juventudes Internacionales, donde conoció a un joven Lottar Siemens.

Pilar de Lugo Eduardo (1820-1851) también destacó en el mundo de las artes, aunque en un tiempo en el que las mujeres estaban todavía más invisibilizadas. «Fue la primera mujer importante en Canarias en el arte», destacó la catedrática María de los Reyes Hernández Socorro a las puertas de la que fuera su casa en la plaza de San Antonio Abad, lugar que desde ahora luce una placa en su recuerdo. Sobrina nieta de Diego Nicolás Eduardo, maestro escultor de la catedral, fue discípula de Manuel Ponce de León. Este realizó un retrato de ella, «donde realza su condición de artista y no su condición femenina», indicó.

Pilar de Lugo realizó una serie de copias de retratos y de obras de Murillo o Madrazo. Expuso en varias ocasiones en el Gabinete Literario; su familia también fue protagonista de sus obras, «con una línea dinámica y desde cierto sentimentalismo». Así hasta que fuera víctima de la epidemia de cólera que arrasó la ciudad en 1851.

A orillas del Guiniguada, la hija de María Dolores de la Fe, Teresa de la Fe, habló de la figura de su madre como una «escritora prolífica». De la Fe fue periodista sin título, escribió en numerosos periódicos a lo largo del siglo XX, incluido este, y participó también en la radio. «Tiene una obra pendiente de analizar que la familia estamos recopilando», destacó ella.

Se trata de artículos que versan sobre la ciudad. Sobre sus gentes, oficios y acontecimientos, «con humor, siempre te arrancaba alguna sonrisa». A De la Fe le gustaba, afirma su hija, relatar los cambios de su ciudad, de la que estaba tremendamente orgullosa y apasionada. Fue una «acérrima defensora» de la igualdad entre hombres y mujeres y luchó por la fundación de la ULPGC.

Decenas de personas en el paseo nocturno camino de la plaza de Las Ranas. Tony Hernández

Nada más cruzar la orilla del Guiniguada, la doctora Blanca Hernández Quintana se encargó de recordar la figura de Josefina de la Torre (1907-2002). Desde la plaza de las Ranas, la filóloga ensalzó a una mujer que venía del seno de una familia de gran tradición cultural: los Millares. Aprendió a tocar diversos instrumentos desde pequeña y con 11 años escribió Poesías ingenuas, una obra inédita hasta 2020.

Josefina de la Torre siguió una corriente que reivindicaba el papel de las mujeres, «un estilo y una escritura para romper con los imperativos de género». En su primer libro publicado, en 1927, Versos y estampas, retrató sus recuerdos en Las Canteras. A partir de los 40 se consolida como actriz de teatro, cine y doblaje. Y es que la figura de esta artista multidisciplinar está ahora en plena recuperación, «necesitamos conocer las perspectivas de las mujeres a través de la literatura.

‘Mujeres en la isla’

A las puertas del edificio que en otro tiempo acogió la sede del Diario de Las Palmas, la doctora Alicia Llarena recordó la revista Mujeres en la Isla. Con carácter mensual, esta publicación nació en 1955 a partir de un suplemento femenino del citado periódico. Hasta su cierre en 1964, por ella pasaron 174 mujeres que dejaron su impronta. La plantilla era íntegramente femenina y contó con figuras destacadas en sus artículos como Pino Ojeda, Josefina de la Torre, Carmen Conde o ilustraciones de Jane Millares.

«La revista le dio voz a las mujeres en los años duros del franquismo, en una época donde estaban confinadas al hogar», señaló Llarena. La publicación se convirtió así en un espacio público de debate y donde se reafirmaba el mundo de la cultura y la perspectiva de las mujeres de la vida.

Y ya en la subida de San Pedro, a las puertas de Triana, el paseo concluyó a las puertas de la casa donde vivió la escritora Carmen Laforet. «Ella protagonizó un cambio en la literatura española», destacó la doctora Carmen Márquez Monte. Laforet contaba con una mirada «fresca» de una nueva ciudad; una capital que aparece en su novela La Isla y los demonios, aunque su obra cumbre sería también la primera, Nada. «Está entre las 50 mejores novelas españolas del siglo XX», resaltó, «podría no haber escrito nada más, que habría entrado igual en la historia».

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