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Juan Carlos Castro
Ver galería >Un pasillo lleno de niños con globos esperaba pacientemente, en un asombroso silencio una aparición tras las escaleras. Para el que no estuviera enterado del percal, el escenario parecía la llegada de alguna celebridad, rey o, teniendo en cuenta el rango de edad de los alumnos, quizás un cantante como Quevedo. Pero nada más allá de la realidad, la sorpresa estaba preparada con motivo de la jubilación del profesor Gilberto Jorge Acosta, uno de los docentes más longevos del Colegio Arenas con casi 38 años de experiencia. Desde que apareció el profesor, con cara de asombro y brazos extendidos como quien no sé cree tanto jaleo, los pequeños comenzaron a gritar "¡Gilberto!" una y otra vez. Jorge recorrió el pasillo dando besos y abrazos, visiblemente emocionado por una despedida que no se esperaba.
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Un pasillo lleno de niños con globos esperaba pacientemente, en un asombroso silencio una aparición tras las escaleras. Para el que no estuviera enterado del percal, el escenario parecía la llegada de alguna celebridad, rey o, teniendo en cuenta el rango de edad de los alumnos, quizás un cantante como Quevedo. Pero nada más allá de la realidad, la sorpresa estaba preparada con motivo de la jubilación del profesor Gilberto Jorge Acosta, uno de los docentes más longevos del Colegio Arenas con casi 38 años de experiencia. Desde que apareció el profesor, con cara de asombro y brazos extendidos como quien no sé cree tanto jaleo, los pequeños comenzaron a gritar "¡Gilberto!" una y otra vez. Jorge recorrió el pasillo dando besos y abrazos, visiblemente emocionado por una despedida que no se esperaba.
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Un pasillo lleno de niños con globos esperaba pacientemente, en un asombroso silencio una aparición tras las escaleras. Para el que no estuviera enterado del percal, el escenario parecía la llegada de alguna celebridad, rey o, teniendo en cuenta el rango de edad de los alumnos, quizás un cantante como Quevedo. Pero nada más allá de la realidad, la sorpresa estaba preparada con motivo de la jubilación del profesor Gilberto Jorge Acosta, uno de los docentes más longevos del Colegio Arenas con casi 38 años de experiencia. Desde que apareció el profesor, con cara de asombro y brazos extendidos como quien no sé cree tanto jaleo, los pequeños comenzaron a gritar "¡Gilberto!" una y otra vez. Jorge recorrió el pasillo dando besos y abrazos, visiblemente emocionado por una despedida que no se esperaba.
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Un pasillo lleno de niños con globos esperaba pacientemente, en un asombroso silencio una aparición tras las escaleras. Para el que no estuviera enterado del percal, el escenario parecía la llegada de alguna celebridad, rey o, teniendo en cuenta el rango de edad de los alumnos, quizás un cantante como Quevedo. Pero nada más allá de la realidad, la sorpresa estaba preparada con motivo de la jubilación del profesor Gilberto Jorge Acosta, uno de los docentes más longevos del Colegio Arenas con casi 38 años de experiencia. Desde que apareció el profesor, con cara de asombro y brazos extendidos como quien no sé cree tanto jaleo, los pequeños comenzaron a gritar "¡Gilberto!" una y otra vez. Jorge recorrió el pasillo dando besos y abrazos, visiblemente emocionado por una despedida que no se esperaba.
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Un pasillo lleno de niños con globos esperaba pacientemente, en un asombroso silencio una aparición tras las escaleras. Para el que no estuviera enterado del percal, el escenario parecía la llegada de alguna celebridad, rey o, teniendo en cuenta el rango de edad de los alumnos, quizás un cantante como Quevedo. Pero nada más allá de la realidad, la sorpresa estaba preparada con motivo de la jubilación del profesor Gilberto Jorge Acosta, uno de los docentes más longevos del Colegio Arenas con casi 38 años de experiencia. Desde que apareció el profesor, con cara de asombro y brazos extendidos como quien no sé cree tanto jaleo, los pequeños comenzaron a gritar "¡Gilberto!" una y otra vez. Jorge recorrió el pasillo dando besos y abrazos, visiblemente emocionado por una despedida que no se esperaba.
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