“Estamos de luto. Estamos de negro. Es un día triste para La Tejera con estas palabras expresaba el sentir del pueblo su alcalde pedáneo y concejal de Hermisende, Dino Fernández, mirando desde la Plaza del Pilar el paisaje con toda la montaña calcinada. “Nos matamos por tener todos los árboles limpios y llega un gilipollas y se lo carga todo” explicaba con contundencia otra de las vecinas del pueblo. El incendio provocado que arrancó el viernes a las cuatro de la mañana, en Lama Grande en el parque natural de Montesinhos de Portugal, obligó a movilizar a más de medio millar de efectivos de ambos países que el sábado aún bregaban con uno de los frentes y las posibles reproducciones.

Todas las columnas de humo que se avistaban desde el pueblo a primera hora del día quedaban sofocadas poco antes de las dos de la tarde, a la espera de que se dé por extinguido el fuego.

El número de hectáreas afectadas se sitúa en 1.600 aunque las primeras evaluaciones de los técnicos elevaban la extensión del fuego a 4.000 hectáreas y en su mayor parte en La Tejera.

El responsable del operativo luso João Noel Afonso seguía la evolución del incendio desde la carretera de Portugal, avistando la zona de frontera entre los dos países donde todavía permanecía activo uno de los frentes. “Todos los medios aéreos y terrestres están concentrados en este frente” reconocía la autoridad sobre el terreno.

Unas 80 personas de fuerzas lusas en tierra se encargaban todavía de las labores de extinción. Dos hidroaviones de Portugal y dos helicópteros de España se alternaban en el bombardeo con agua a las zonas calientes. “Esperamos el refuerzo de dos aviones de Salamanca –sobre las 11 de la mañana- y con todos estos medios aéreos esperamos resolver”. Los aviones se presentaban a los pocos minutos. De los mandos al frente de la extinción en el terreno solo facilitó información el responsable de operaciones en Portugal.

La cuadrilla romeo de Sayago, la BRIF de Tabuyo, el ELIF de Villardeciervos y la Romeo de Villardeciervos y una motobomba de la Casa del Parque Natural del Lago y la Guardería Medioambiental mataban las zonas calientes en el término de La Tejera. Cuando la tierra dejó de echar columnas de humo se mantuvieron a la espera y vigilancia en el cruce de la carretera de La Tejera.

Otro de los vecinos del pueblo, Lito, se lamentaba que no se cuidaran los pinares de La Tejera ya que una de las masas forestales más afectada fue precisamente un pinar “que planté cuando era un chaval y que tendrá unos 40 años” por As Loseiras y Lombo de Torreón. Desde Outal de Lobos, un mirador privilegiado, se veía todo negro. Los castaños de Indolfo “el portugués” se salvaron porque la finca estaba limpia como los chorros del oro y solo se abrasaron ejemplares jóvenes cercanos a la vegetación del regato por donde el fuego pudo escalar. Todos los pinos alrededor de la finca no se libraron del fuego.

Ha sido una suerte y un alivio para la Junta Administrativa del pueblo que no se quemara la sierra y el ganadero de Requejo que tiene arrendados los pastos podrá pastar esta primavera “si hubiera ardido encima no podría entrar el ganado en cinco años”. Lito llevaba cinco días limpiando un camino y “ahora no te dan ganas de venir” con los sombrajos de los pinos y el suelo negro como único paisaje a la vista. En las labores de perimetración se ha alterado un camino vecinal que da acceso a la zona de los castaños.

Desde hacía ocho años las vistas desde la Plaza del Pilar, el Tolaco, no asomaban tan maltratadas. “¡Con lo bonito que estaba!” Se lamentaba una de las vecinas. El incendio siguió la misma trayectoria destructiva, empezó en Vilariño por el El Patatal (Portugal) para seguir por Mayada Grande. Lagoa, Los Mares, Los Olmos, Molino de la Chimenea, Molino Nova, Molino de la Fuente Nova, Los Carballiños, As Louxeiras, Lombo Torreón, el Alto de Va de Carballo.

Dino Fernández volvía de Braganza el día que quedó cortada la carretera ZA-L-2698 en la frontera “tuvimos que dar la vuelta por Moimenta. Se ha quemado mucha madera también en Portugal y se podía haber evitado si no se hubiera dejado pasar la carretera”. La noche del viernes al sábado a los vecinos de La Tejera les preocupaba el resplandor de las llamas. Se cumple una vez más, el dicho de un veterano guarda forestal casado en Requejo “nunca se apagan los incendios a gusto de todos”.

"Se ha quemado mucha madera también en Portugal y se podía haber evitado si no se hubiera dejado pasar la carretera”

El viento tampoco era del gusto de nadie aunque ayer sábado no fue tan cambiante como el viernes. Los vecinos también se alegran de que el fuego pasara por encima de uno de los colmenares de un vecino de Castromil pero que no lo achicharrara “gracias a que lo tiene todo muy limpio y una zona amplia desbrozada alrededor”.

A las una de la tarde los vecinos del pueblo se congregaron en la plaza para cumplir la costumbre de tomar el vino, cuando ya no se veía humo al frente. Los efectivos de extinción se mantendrán algún día más a la espera pero quienes se quedan con un paisaje chamuscado son los vecinos. El oso que hizo su incursión hace dos años hasta Portugal también se queda sin jardín.