- ¿ Cómo ha acogido este premio a su labor al frente de la Cruz Roja ?

- No estás trabajando para buscar un premio sino que te entregas a trabajar por los más desfavorecidos. La verdad es que el premio es mérito de todo el equipo de Fuerteventura. Yo solo soy el que coordino al equipo de voluntarios. Ellos son los verdaderos protagonistas y los que trabajan y merecedores de esta galardón.

- Está retirado desde hace tiempo de su trabajo en la banca y tras su paso por la política como presidente del Cabildo insular y senador. ¿Por qué sigue trabajando por los demás ?

- Esto es una forma de vida de tratar de ayudar a los demás. Desde los 18 años estoy trabajando por las mañanas para mí y por las tardes para los demás. Desde el inicio de las APAS, la Federación de Fútbol, la Asociación de Amigos del Pueblo saharaui, Cáritas y otros colectivos. A muchos les gusta pescar o realizar otra actividad, pero a mí me encanta atender a las personas que necesitan ayuda, los que no tienen quienes les atiendan y, en muchos casos, a los que la sociedad les da la espalda.

- ¿Los momentos más duros al frente de la Cruz Roja coincidieron con la avalancha de pateras?

- Sin lugar a dudas. Fue una época muy difícil porque tenías que estar las 24 horas del día atento para salir corriendo. Mi mujer y yo salimos muchas veces corriendo, incluso de noche, para atender a los inmigrantes. Fue terrible ver cómo llegaban extenuados, muchos heridos o muertos. Después, ver cómo se amontonaban casi un millar de personas en la antigua terminal del Aeropuerto, sin tener un lugar donde ducharse o hacer sus necesidades, sin poder comunicarse con sus familiares para decirles que estaban vivos. Era un auténtico drama. Esa avalancha nos cogió desprevenidos a todos porque no había infraestructuras para acoger a tanta gente y, así durante diez años.

- ¿Hubo más control policial que solidario para los que arribaban a las costas?

- La policía está aquí para evitar que entre gente y lo primero que hace es identificar y después atenderlos si estaba en peligro de muerte. Parece mentira, pero nos costó mucho esfuerzo convencerlos de que primero era la salud y la vida y luego la identificación. Fue una época muy dramática que ojalá no se repita.

- De todos esos momentos, ¿recuerda alguno en especial ?

- Sí, no solo yo sino todos los voluntarios que atendimos al marido de una subsahariana llamada Tina que estaba hospedada en la Casa de Acogida con su hija pequeña y esperaba la llegada de su marido. Llegaron a bordo de la patrullera un grupo de inmigrantes que habían sido interceptados en alta mar. Cuando los desembarcaron, uno de ellos, que se encontraba totalmente agotado, solo logró pronunciar la palabra "Tina" y una de las voluntarias la relacionó con la mujer que estaba con nosotros. La trajimos hasta el muelle y, allí, se vivieron escenas de emoción cuando los tres se abrazaron y comenzaron a llorar ya que se habían reencontrado durante muchos tiempo.

- ¿Por qué no denunció Cruz Roja el hacinamiento que sufrían los inmigrantes?

- Es terrible no poder gritar, ni chillar, ni decir lo que estaba pasando con los inmigrantes tanto en la vieja terminal como en El Matorral, pero Cruz Roja dice lo que hace no lo que ve, es nuestra consigna. Nos criticaron muchos por no denunciar estos hechos pero preferimos trabajar por el bienestar de los miles de inmigrantes. Recuerde que Médicos sin Fronteras atendía inicialmente a los africanos, cogieron una cámara oculta y grabaron lo que pasaba. Inmediatamente se les prohibió que siguieran atendiéndolos. Si nosotros hubiéramos hecho lo mismo, quién se hubiera dedicado a atender a esta pobre gente. Creo que actuamos con sentido de la responsabilidad. Para nosotros era muy importante la atención de esa gente, pero era muy amargo tener que callar y sufrir en silencio de cómo los trataban y cómo se vulneraban sus principios más elementales.

- Se critica que Cruz Roja solo se preocupen de los inmigrantes dejando en un segundo plano a los residentes.

- No es cierto. Cruz Roja se caracteriza por atender y tratar a todos por igual, pero se atiende por prioridad al más necesitado. En aquellos momentos los inmigrantes eran los más necesitados, pero siempre hemos atendido a la población local con nuestros propios recursos humanos y materiales, así como distribuyendo alimentos o ropa entre las personas más necesitadas.

- ¿Cómo valora la actual situación social de la Isla?

- Con una enorme preocupación. Estamos en una situación muy crítica. Hay mucha gente que vino a Fuerteventura, que creo aquí su hogar, que formaron una familia, que trabajaban el marido y la mujer, que tenían coche y casa. Ahora se han quedado sin nada y, lo más grave, sin redes familiares a las que acudir. Los que son de Fuerteventura tienen unos padres, unos parientes, algo o alguien a que agarrarse, pero esta gente no tiene nada. Vienen aquí día tras día a pedir comida, gente que ha vivido acomodadamente durante muchos años y no saben para dónde ir porque sus países o comunidades también se encuentran afectadas por la crisis.

- Con todo este panorama. ¿Le motiva seguir en Cruz Roja?

- Cada día más. Trabajo para que esta institución sea más ágil y eficiente en la atención de los más desfavorecidos, porque la solidaridad se extienda y por ayudar al que lo necesita. También es una forma de vida.