Mauro Acosta, vecino de Antigua, se quedó ayer petrificado cuando acudió a su finca de El Barrio para atender a su ganado, como hace cada día. El espectáculo que observó este jubilado fue dantesco. La mayor parte de sus ovejas estaban muertas y su cadáveres esparcidos por el interior de su finca. Los perros degolladores habían dejado su sello de muerte y sangre.

La desolación de Mauro, un personaje popular en Antigua no solo por su vinculación a colectivos sociales sino por haber sido concejal del pueblo, era patente. Once de sus ovejas muertas y cuatro heridas de cierta consideración. Entre los cadáveres se encontraba "el corderito que tenía seleccionado para la Navidad", señaló Acosta.

Los perros actuaron con contundencia dadas las marcas que dejaron en los cuellos de los animales. "Esto no lo hizo un solo perro sino varios y tenían que ser de gran tamaño".

La Policía Local de Antigua sospecha que los autores "son podencos abandonados, perdidos o incontrolados, utilizados para la practica de la caza, o bien algún perro de raza". Sin embargo, no tienen rastro de los autores de la matanza.