Las plegarias de los hombres del campo a San Andrés para que trajera la tan deseada lluvia cayeron, un año más, en saco roto. Ni una gota de agua, a pesar de que los vecinos de Tetir habían depositado al Santo en la pequeña ermita de La Sargenta para que obrara el milagro, pero ni eso. Lo que sí hubo fue mucha música y parranda durante la romería celebrada ayer en la Vega de Tetir.

San Andrés retornó de nuevo a su camarín de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, en Tetir, tras haber permanecido cuatro días en la ermita de montaña. Y regresó intacto y sin que se cumpliera la tradición, que no era otra cosa que despeñar su imagen por un barranco si no llovía. En esta ocasión, y van muchos años, los vecinos indultaron a su patrón.

Numerosas personas procedentes de todos los municipios majoreros e incluso de otras islas del Archipiélago, ataviadas con los trajes tradicionales, realizaron el recorrido entre La Sargenta y Tetir al ritmo de la música de timples, guitarras y laúdes, donde no faltaron las rondallas y agrupaciones musicales, ni tampoco los cantadores que deleitaron con sus voces no solo a los asistentes sino a las personas que seguían la evolución de la romería.

Gofio amasado

La comitiva estaba compuesta por numerosas carretas, muchas tiradas por burros y la del Cabildo majorero por las vacas del país del ganadero Matías Peña, de Tiscamanita.

En el entorno de los carromatos no faltaron los productos de la tierra, desde el gofio amasado en zurrón cuyas pellas eran ofrecidas a los romeros y asistentes, hasta jareas, pejines y una amplia variedad de quesos y productos de la gastronomía.

Tras la llegada de los romeros a la plaza, la imagen de San Andrés fue colocada en un lugar destacado donde recibió los cánticos de la rondalla de Tetir, organizadora de este evento, así como de otras rondallas y agrupaciones. Sin embargo, los vecinos no quitaban la mirada del cielo. Pero la lluvia no apareció.