La situación económica continúa ahogando a los ciudadanos, especialmente los que se encuentran en desempleo, que no dudan en lanzarse al litoral majorero para ganarse la vida actuando como furtivos. Esta situación provoca la explotación de algunas especies marinas y el comercio ilegal. La enorme longitud del litoral insular dificulta las labores de vigilancia, aunque la mayor parte de las acciones furtivas se localizan en la zona de Barlovento o mar del norte.

El mejillón, cuya recolección está prohibida actualmente, y las lapas, cuyo marisqueo concluyó el pasado 30 de junio, son dos de las especies más castigadas. A estos recursos marinos hay que sumarles las capturas de pulpo, la recolección de carnada de vieja o la pesca submarina.

La lapa insular, la blanca y la negra, tiene dos épocas autorizadas durante el año. Una desde el 2 de mayo al 30 de junio y la siguiente entre octubre y noviembre. Los mariscadores deportivos pueden capturar tres kilos por jornada, durante los fines de semana y festivos, mientras que los profesionales pueden recolectar 25 kilos a la semana.

Un pescador profesional, que pertenece a la Cofradía de Corralejo, aunque prefirió mantener el anonimato, denuncia la venta ilegal de la pesca: "Mientras noso- tros tenemos que estar dados de alta en el régimen del mar, tener los papeles del barco en regla en la Capitanía Marítima y disponer a bordo de todos los elementos de seguridad, los furtivos nos hacen la competencia desleal ante la falta de vigilancia en la costa y la ausencia de controles en los bares y restaurantes".

La venta ilegal de los productos del mar se produce bien en domicilios de forma ambulante o "en bares y restaurantes que ya tenemos concertados con el dueño. Nos paga y nos vamos. La comida de mis hijos depende de lo que llevo a casa, así que me tengo que arriesgar", señala Juan C. P., que se encuentra en paro y cuya mujer tampoco encuentra trabajo.

La picaresca también es protagonista. Los bares y restaurantes tienen que justificar la proceden-cia de los productos que adquie-ren, "pero las lapas las mantienen congeladas y con una factura de una compra anterior de forma le-gal justifican las que han adquirido a los furtivos", apunta un pescador profesional.

Muchos furtivos actúan en la costa de noche para evitar ser sorprendidos por la policía.