Nieta de Matías López, al que se consideró uno de los fundadores del municipio de Tuineje, Chanita Suárez (1922) fue una de las personalidades más destacadas dentro de la Sección Femenina y en la labor de Auxilio Social durante la época franquista del Gran Tarajal más despoblado.

"Mujer emprendedora y adelantada a su tiempo", así lo creen muchos y así lo reconoce la misma Suárez. Las féminas del régimen nada tuvieron que ver con esta férrea mujer que hoy roza los 90 años de edad; "desde muy jovencita me sentí una mujer emprendedora. Heredé las cualidades de mi padre, un hombre de valores inquebrantables", confiesa.

En épocas de miseria y desconsuelo, y cuando Gran Tarajal sólo mantenía dos calles, la labor de Auxilio Social fue para la sureña una de las facetas más importantes. La organización de socorro humanitario constituida durante la Guerra Civil y englobada más tarde dentro de la Sección Femenina "hizo que me sintiera realizada; allí me dediqué a la gente más humilde y gocé de mayor libertad que trabajando de enfermera, donde mantuve algunos rifirrafes con ciertos médicos", a los que trató de imponerse por convicciones morales.

Conocida por "la practicante Chanita Suárez", cargó en su totalidad la tarea de enfermería en la localidad costera y, a veces, en todo el sur de la Isla. "Servir de comadrona lo hacía por momentos puntuales, lo que más me gustaba era el trato con la gente y las familias humildes que pasaban desapercibidas; se sentían acomplejadas de su propia clase, y volcarme con ellas resultó ser lo más valioso", confiesa con emoción.

Con tres carreras a sus hombros, Enfermería, Magisterio y Psicología, Chanita Suárez empezó a estudiar tras cumplir los 30, un auténtico ejemplo de valentía y progreso. "Mi vocación era estudiar y salir adelante, aunque les pesara a otros".

En un principio, la condición de mujer complicó la decisión académica, que reprobaban sus padres por tratarse de su única hija, a la que cuidaban con mimo y diferenciaban de sus tres hermanos varones. "En aquellos tiem-pos, una mujer con estudios era una loca, nada más", explica Suárez. Obstáculo en la mirada de otros pero sin importancia para ella resultó ser la edad. "Niños de 12, 13 ó 14 años se reían de mí, pero yo me mantenía firme, no hay que avergonzarse por querer progresar; pensé que sería el ejemplo de muchas, y creo que lo conseguí", recuerda con orgullo.

La practicante reconoce tras muchas alegrías haber padecido el mayor de los golpes, la muerte de su hermano con tan sólo 25 años y de profesión marino; "era la persona más importante de mi vida, a quien quería más que a mi propio padre", confiesa mientras repasa con añoranza algunas de las fotografías del recibidor principal.

En busca de un sabor dulce, la sureña recuerda lo que le hizo recobrar la ilusión perdida. Se trata de la calle que hoy día lleva su nombre: Calle de la practicante Chanita Suárez. "El auditorio, la prensa, todo el mundo me felicitaba; yo mientras pensaba en mis padres, ojalá hubieran estado allí. Me sentí la mujer más feliz del mundo".

Después de unos segundos de silencio, Chanita confiesa no haber cumplido uno de sus mayores sueños. "Tengo una espina que siempre llevaré conmigo, no haber sido madre". Enamorada de un único hombre, tampoco se casó tras perderlo a él. Amor de madre y esposa que destinó a la gente de su pueblo, quienes hoy continúan queriéndola por lo que fue y todavía es: una mujer inquebrantable.

"Si tuviera que mandar un mensaje a las jóvenes de hoy en día, les diría que no tuvieran complejos de nada, en esta vida hay que ser valientes", asegura.