La providencia se alió hace escasos días con un ejemplar de delfín mular (Stenella coeruleoalba). El animal se encontraba nadando en la bahía de Puerto del Rosario detrás de una bandada de majugas, uno de sus manjares favoritos, cuando se acercó demasiado a la costa y quedó varado sobre unas pequeñas rocas. Era la medianoche. A media tarde ya había sido avistado por unos pescadores que se encontraban en el entorno del espigón.

Aída de la Calle (Las Palmas de Gran Canaria, 1990) y Munir Oula (Melilla, 1993) fueron alertados por unos amigos de la presencia del cetáceo y no duraron en ningún momento en acercarse a la zona. "Cuando llegamos no lo vimos y se me ocurrió comenzar a chapotear en el agua como había visto en algunas películas para llamar su atención, pero no venía", señaló Aída. Además, añadió: "Cuando ya nos íbamos lo vi sobre unas rocas. Me quite los zapatos, me remangué la ropa del trabajo y me metí en el agua. Trate de tranquilizarlo con caricias y Munir me ayudó a meterlo en el agua para humedecerlo, y luego se fue corriendo a llamar a la policía".

Aída siente pasión por estos animales desde temprana edad: "Tenía tan solo cinco años cuando mi abuela me llevó al Loro Parque y tuve la suerte de que los cuidadores me eligieran para subir en la barca que iba a ser tirada por los delfines. Desde entonces siento verdadera pasión por estos animales. Lo que he vivido con este delfín no lo olvidaré jamás porque le hemos salvado la vida".

Inmediatamente se dio aviso al Cabildo de Fuerteventura, que activó el protocolo habitual para casos de varamiento. Uno de sus encargados, Mito Martín, se personó de inmediato a pesar de la hora al tiempo que el agente de Medio Ambiente, Encho Gutiérrez, se hizo a la mar con una embarcación y miembros de la Policía Local de Puerto del Rosario trataban de colaborar para salvar el animal.

Martín, aseguró ayer a este periódico que "se ha demostrado en este caso la enorme sensibilidad que tienen los ciudadanos con la fauna en general. Han dado un ejemplo de compromiso y su actuación resultó providencial para poder recuperar con vida al animal".

Los técnicos pudieron comprobar que el delfín era un ejemplar adulto, media unos dos metros y tenía un peso de 170 kilogramos aproximadamente, de cuatro o cinco años. Exteriormente no se apreció ningún tipo de daños, golpes o heridas superficiales que pudieran inducirle al varamiento, por lo que las hipótesis apuntan que se "engolosinó con las bandadas de majugas que había en la zona hasta que se despistó".

A Aída y Munir les hablaron aquella noche de la existencia en la isla de un colectivo de voluntarios medioambientales, la Asociación de Voluntarios de Ayuda a la Naturaleza de Fuerteventura (Avanfuer). "Al día siguiente fuimos a inscribirnos para poder formar parte de este colectivo y colaborar cuando lo necesiten. Nos recibieron con los brazos abiertos".