La industria de la sal tuvo un importante desarrollo en Fuerteventura entre los siglos XVI y XVIII con el funcionamiento de diversas explotaciones. En la actualidad, solo las salinas de El Carmen, en el municipio de Antigua, se encuentran activas y adquieren un importante protagonismo con la comercialización internacional de la sal de espuma conseguida mediante un proceso totalmente natural. Se abre un futuro sobre este tradicional producto y con la recuperación de la figura del salinero, una profesión en riesgo de desaparición.

Dio sus primeros pasos entre los tajos, jugó a la pelota cerca de los cocederos y merodeaba entre los balaches o montículos de sal en las salinas de El Carmen. Bentejuí García ( Antigua, 1988) es actualmente salinero tras un proceso de formación en dos años. Es nieto e hijo de salineros. Lleva la tradición en sus genes y se siente un apasionado de su profesión.

Su abuelo Francisco García Darias trabajó en las citadas salinas durante 50 años. "Dos días antes de morir estuvo sacando sal de los tajos. Tenía dos perros satos llamados Troi y JR que lo acompañaban al trabajo. Después de muerto, los animales continuaban yendo a las salinas y tuvimos que amarrarlos. Varias semanas más tarde murieron ambos de pena". Quien así se expresa es Juan García Torres, padre de Bentejuí, que también trabajó de salinero." Aprendí el oficio de mi padre. Venía con él a las salinas y miraba como hacía su trabajo. Luego me fue enseñando las distintas técnicas para sacar una buena sal. También me dediqué a la pesca, y cuando regresaba del mar de levar nasas varaba la falúa y me iba a trabajar a las salinas".

Bentejuí empuña con destreza el palo del ruedo como si sus manos conocieran el gesto de memoria. El convenio entre el Cabildo de Fuerteventura y Salines de Formentera ha posibilitado el proceso de formación de este joven salinero y la recuperación de un oficio perdido. Ha perfeccionando su técnica de obtención de la sal de espuma siguiendo siempre el proceso artesanal tradicional, pero incorporando novedades técnicas hasta conseguir adecuar la sal producida a los estándares de máxima calidad que exige un producto gourmet.

"Me siento satisfecho de continuar con la tradición familiar. Desde niño ya estaba vinculado con las salinas, porque nací a escasos metros de ella, y porque mi abuelo y mi padre fueron salineros. En mi casa la sal siempre ha tenido un lugar destacado y ahora se ha convertido desde el 2010 en mi medio de vida", señaló Bentejuí.

Su jornada laboral arranca a las siete de la mañana. "A esa hora comienzo a desnatar los tajos, que no es otra cosa que quitar la capa de sal. Luego, tengo que sacarla y finalmente trato de limpiar los tajos porque si no la sal sale amarga", afirma el joven salinero.