María Castro nació en Tuineje pero lleva más de 40 años en Tarajalejo. "Mi marido era de aquí y me quedé para siempre. Toda la vida trabajando como cocinera y teníamos un restaurante y nunca nos faltó trabajo. Mucha gente del sur y turistas venían a comer paella y se quedaban encantados con la belleza que atesora el valle, el pueblo y la playa", destaca. Ahora ya jubilada ayuda a su hijo con el restaurante La Barranca y su mojo rojo es conocido en toda Fuerteventura. "Viene mucha gente a probar nuestro mojo, comer pescado y también las paellas", detalla. Un establecimiento con una terraza junto a la playa donde se pueden saborear los productos del mar y la tierra mientras rompen las olas y se contempla el viejo espigón y la bahía. "Es una pena que ya sólo quede un único barco de pesca profesional porque la vida en este pueblo siempre ha sido marinera, los vecinos han vivido mirando al mar". Los comentarios eran sobre su estado buena o mala para salir a pescar, "pero ahora ya el pescado se compra en el supermercado o en la cofradía de Gran Tarajal", describe María. En la actualidad dos establecimientos ofrecen comida en sus terrazas de la playa, pero el temor de los vecinos es que se rompa este ambiente familiar y apacible y se construya un nuevo paseo que rompa el encanto de este antiguo pueblo costero. Las viejas casas marineras se mantienen como hace 50 años y se han remodelado con el paso de los años, pero se ha guardado la misma estructura con pequeñas callejuelas.

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