La Policía Nacional detuvo ayer en Puerto del Rosario a un hombre de nacionalidad española como presunto autor de la muerte de la periodista argentina Lorena Mazzeo Olivera (Santiago del Estero, 1982) que fue encontrada muerta en su domicilio de Puerto del Rosario a finales del pasado mes de octubre.

Setenta y nueve días después del asesinato de la mujer, los agentes de la Policía Judicial del Cuerpo Nacional de Policía (CNP), con el comisario Francisco Tarifa al frente, dieron con el presunto asesino. Al mediodía de ayer procedieron a su detención como principal sospechoso de la muerte de la joven santiagueña, hermana de la conocida modelo Gabriela Acosta.

Lore, como cariñosamente la conocían sus amistades, apareció muerta en el interior de la bañera de su domicilio con el cordón de la ducha rodeando su cuello. Sin embargo, no existían huellas externas de violencia ni siquiera en el interior de la vivienda, ya que el autor del asesinato las borró para evitar su identificación.

Si bien no ha trascendido ningún dato del detenido, ya que el caso se encuentra todavía bajo secreto de sumario, este periódico ha podido saber que se trata de un hombre de nacionalidad española y del entorno cercano a la mujer fallecida.

El registro de llamadas al teléfono móvil de Lorena Mazzeo y los mensajes de wasap que recibió el día de su muerte, en la noche del domingo 23 de octubre, ha sido determinante para dar con el presunto autor de su muerte.

Los agentes del CNP no han parado de investigar en el entorno de la víctima tras las primeras pesquisas de que la joven se movía en el entorno nocturno y que su casa era frecuentada por numerosas personas. Los investigadores llevaron con total sigilo sus averiguaciones ante la desesperación de la familia de Lorena, que no llegó a entender cómo la jueza no autorizaba la entrega del cadáver para poder proceder no solo a su repatriación sino a su incineración, como era el deseo de la mujer.

Uno de los detalles que levantó la sospecha de los agentes fue que el autor de la muerte no forzara ni la puerta ni la ventana para acceder a la vivienda de Lorena. Este dato fue determinante para que las pesquisas se dirigieran al entorno de la joven. El autor material de la muerte no solo regresó al piso una vez que mató a la mujer para borrar las huellas sino que incluso arrancó los cables del ordenador, lo escondió en un lugar de la vivienda, dejó abiertas las ventanas para que se produjeran corrientes de aire y retrasaran el proceso de putrefacción del cadáver. Además, se llevó la ropa interior de la cama.