El hombre detenido como presunto autor de la muerte de la argentina Lorena Mazzeo Olivera en Puerto del Rosario es un soldado profesional que pertenece al Regimiento de Infantería Ligera Soria 9. Si bien no ha trascendido su identidad los investigadores lo sitúan en lugar del crimen y como la última persona que estuvo en contacto con Lorena Mazzeo Olivera (Santiago del Estero, 1982) que fue encontrada muerta en su domicilio de la capital majorera a finales del pasado mes de octubre. La juez decretó la prisión provisional.

El detenido pasó este miércoles a disposición judicial. Poco antes de las cinco de la tarde fue trasladado con fuertes medidas de seguridad desde la Comisaría de Policía hasta el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 6 de Puerto del Rosario donde declaró ante la juez Ana Moreno Valenciano durante más de tres horas. Fue asistido por su abogado Javier Goñi, aunque inicialmente le habían asignado al letrado José Juan Rodríguez, quien renuncio tras la designación de Goñi, que declinó amablemente realizar declaraciones a la prensa "por respeto a mi cliente y a su familia", señaló ante la insistencia de los periodistas.

El detenido se negó a declarar ante la Policía pero permaneció durante cuatro horas en el Juzgado. Finalmente, la juez decretó su ingreso en el Centro Penitenciario de Tahíche (Lanzarote).

Los agentes de la Policía Judicial del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) de la comisaría de Puerto del Rosario y efectivos del Grupo de Homicidios que se trasladaron desde Gran Canaria en apoyo de sus compañeros tardaron setenta y nueve días en resolver el caso, aunque al detenido lo tenían desde los primeros días en el grupo de sospechosos.

Lorena, aunque sus amigos la conocían como Loren, fue hallada muerta en el interior de la bañera en su domicilio situado en un céntrica avenida de la capital majorera. Su cuerpo fue descubierto por los bomberos de Puerto del Rosario en el baño tras alertar una amiga de su ausencia.

Estaba semidesnuda y con el cordón de la ducha enrollado en torno a su cuello, aunque sin señales externas de violencia. La posición del cuerpo, las luces de la vivienda apagadas, la nevera desenchufada a pesar de contener productos perecederos, las ventanas abiertas, los peces de la pecera muertos cuando era una amante de los animales, los cables del ordenador y el wifi desconectados, la desaparición del móvil y de la ropa interior de la cama y el ordenador escondido cuando era una asidua a las redes sociales, hicieron sospechar desde el primer momento a los agentes del CNP que la muerte no había sido fortuita. La autopsia reveló que el óbito se produjo por asfixia.

El trabajo de la policía se centró desde el primer momento en el entorno de la joven. Además, el hecho de la desaparición de efectos personales, especialmente el móvil hizo sospechar a los agentes que el presunto asesino quiso borrar todo tipo de huellas y obstaculizar la investigación.

La última vez que el padre de Lorena, que reside en Barcelona, tuvo contacto con ella fue el domingo 23 de octubre sobre las 16.00 horas y se encontraba limpiando el piso. A partir de esa hora ya no se supo más de la mujer argentina, lo que sitúa el día de la muerte en la citada fecha.

Rastreo del móvil

La vivienda de Lorena era frecuentada por muchas personas. Así lo declararon los testigos a los investigadores. Tras solicitar autorización a la juez Moreno Valenciano para pedir solicitar a las compañías telefónicas la relación de llamadas, wasap y sms comenzaron los agentes de descartar ciertos nombres y se centraron en el ahora detenido. "Fue la última persona que tuvo contacto con Lorena. Además, los mensajes son elocuentes de que se conocían y existía entre ellos una relación cordial", señalaron a este periódico fuentes oficiales.

Tras esta importante información, los agentes de policía sometieron al detenido a una estrecha vigilancia para evitar cualquier huida de la isla. Además, se da la circunstancia de que el presunto asesino regresó al lugar del crimen para borrar todo tipo de huellas, según los investigadores.

Una pareja de paisano le seguía los pasos de forma continúa: en sus entradas y salidas al cuartel del Regimiento de Infantería Soria 9, sus movimientos en su domicilio y en las distintas actividades de su vida diaria. Los policías estaban esperando una serie de pruebas que finalmente resultaron determinantes, entre ellas, las recogidas en el domicilio familiar del detenido.