Los vecinos de El Cotillo vivieron ayer una estampa marinera con la tradicional calada, uno de los actos más populares de sus fiestas patronales en honor a la Virgen del Buen Viaje. Más de 2.000 kilos de salemas cayeron en las redes colocadas en la cala de El Río, cerca del faro del pueblo. La captura será utilizada en el asadero popular que tendrá lugar mañana en el entorno del Muellito.

El proceso de la calada comenzó a las dos de la madrugada del pasado martes, una vez que la marea había alcanzado su pleamar. El bote auxiliar de la Cofradía de Pescadores se hizo a la mar en la zona de El Río con Memo González, el encargado de dirigir la operación pesquera, y Periquín Cabrera a bordo. Poco a poco fueron arrojando al agua el trasmallo con el objetivo de cerrar la salida a los peces.

A pesar de la hora, otros dos jóvenes del pueblo, Bautí y José Manuel, ataviados con trajes de neopreno y auxiliados de linternas, se lanzaron al agua para verificar que las redes se encontraban bien ancladas en el fondo.

El proceso de la calada duró más de una hora. Se trata de una tradición que se remonta a cerca de 40 años y que se ha convertido en un homenaje a los antiguos marineros que utilizaron en su día este arte, actualmente prohibido y que se autoriza cada año de forma exclusiva con motivo de las fiestas en honor a la Virgen del Buen Viaje.

Aquí no concluye la tarea. A las seis de la mañana los pescadores regresan de nuevo a la cala de El Río para comprobar que todo está en regla. "Los jóvenes se vuelven a lanzar al agua para verificar que no existe en el fondo ningún hueco por donde puedan escapar los pescados. A veces ha entrado algún cazón y nos hace un destrozo en la red", señala Memo González, quien sustituye en la organización a Guillermo Gutiérrez, ya fallecido, Benjamín Pérez y a su padre, Guillermo González.

Ya con la marea baja, en torno a las ocho o nueve de la mañana, se comienza a recoger el trasmallo. Un grupo de vecinos y marineros se introducen en el agua cercando el perímetro del trasmallo y empujándolo hacia tierra. Una vez en la orilla se comprueba la presencia de cientos de salemas, aunque también han quedado otras especies que son arrojadas al mar.

"Nosotros utilizamos solo el pescado se que utiliza en el asadero popular, un poco más de 2.000 kilos. En esta ocasión, hemos echado al mar unos 3.000 kilos de diferentes especies. Somos muy escrupulosos con esta tradición", apunta Memo González.

La salemas se introducen en cajas de plásticos y se trasladan hasta el entorno del Muellito donde los propios vecinos proceden al proceso de limpiar, jarear, salar y colocar el pescado al sol para posteriormente introducirlo en cámaras frigoríficas para el asadero popular de mañana.